Capítulo 33

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CAPITULO 33

NARRA ALLY

Me puse mi albornoz y salí del baño nerviosa.

Miré hacia Ian, y era lo que pensaba.

Camine hacia él y le quité la guitarra que me regaló mi padre de sus manos.

-Te dije que no tocaras nada, Ian.- repetí molesta.

Él me miró extrañado por mi reacción.

-No pensé que te molestaría tanto.

-Pues no piensas bien.- guardé la guitarra en su estuche y la volví a poner en su sitio.

Suspiré y miré hacia la calle, apretnado el puente de mi nariz en un intento de relajarme.

"Vamos Ally, supéralo ya, él no sabe nada. No la cagues, con él no."

-Oye, Ally, lo siento.- se disculpó Ian detrás de mí.

Cerré los ojos y suspiré una vez más antes de girarme hacia él.

-De verdad, lo siento.

-Olvídalo ¿de acuerdo?, no pasa nada.- forcé una sonrisa.

Él sonrió satisfecho.

-Bien.

Sonreí.

-Voy a cambiarme en un momento y vengo para que me hagas un favor.- dije riendo, con el ánimo mejor que hace un rato.

-¿Que clase de favor?- preguntó pícaro.

-Seguro que no es ninguno de los que estas pensando.- añadí.

-Aguafiestas.- replicó tumbándose en la cama.

Reí y cogí la ropa de mi armario.

-Ahora vuelvo.- me metí en el baño y me cambié rápidamente.

Cogí el estuche de pintauñas antes de salir y volví a salir del baño para ir hacia Ian, que parecía esperar ansioso.

-¿Cual es el favor?- preguntó sonriendo como un niño chico.

Saqué un pintauñas de color rosa y se lo enseñé divertida.

-¡Esto!- exclamé risueña.

Esperé una reacción de Ian, pero él seguía mirándome extrañado.

-¿Quieres que yo, Ian Parker, el que tiene a cientos de chicas esperando, que tiene hasta su propio club de fans, te pinte las uñas a ti?

Vale, no tenía porque haber dicho eso.

-Oh, vamos, ¿porque no?- pregunté frustrada.

-No me pega.

-Por favor.- hice un puchero.

Conmigo funcionaban, esperaba que con él también.

-Oh, no, no me pongas esa cara.- negó sonriendo.

Hice otro puchero, esta vez, moviendo las pestañas con rapidez.

-¿Es que prefieres irte con tus cientos de chicas?

Di que no, di que no, di que no...

-Claro que no.

¡Bien!

-Entonces píntame las uñas, nadie se va a enterar.

Él me miró por un momento, teniendo una batalla mental.

Era un exagerado, solo tenía que pintarme las uñas.

Idiota tenía que ser.

-Está bien.- aceptó finalmente y sonreí.-Pero con una condición.

Me miró travieso.

Mierda, esa mirada nunca traía nada bueno.

-¿Cuál?

Sonrió y añadió.

-Dame un beso.

Le miré petrificada.

-No.- dije rotunda.

Me negaba a ser una más en su lista, ya le había besado una vez, pero estaba borracho y no se acordaba, por lo que era mejor para ambos.

-¿No cuela verdad?- preguntó con una sonrisa.

-Para nada.- respondí con otra.

-Había que intentarlo.- rió y reí con él.- Ya buscaré la condición, ven aquí.

Me senté a su lado en la cama y le di el bote.

-No lo hagas rápido, me pintarás toda la mano.

-Si, señorita.

Sonreí y le tendí mi mano.

Empezó a pintarme el meñique.

Lo hacía despacio, estaba tan concentrado en no equivocarse que me daban ganas de cumplir aquella condición que me puso.

"Oh, no, no lo vas a hacer"

Suspiré y pasé una mano inconscientemente por su cabello castaño.

Levantó la cabeza y me miró con cariño.

-Lo siento.- me disculpé tontamente.

-No importa, me gusta que lo hagas.- sonrió y agachó la cabeza volviendo a su trabajo.

¿Por qué era tan dulce? ¿Por qué mundo cruel?

-¿Puedo hacerte una pregunta?- habló Ian, interrumpiendo mi conversación con el mundo.

-Claro.

-¿No te molestarás, ni te irás, verdad?- preguntó levantando la mirada.

-Suéltalo ya.

-¿Quién te regalo la guitarra?

Me dejó sorprendida su pregunta.

-Déjalo, no respondas.- volvió a mi mano, arrepentido de su pregunta.

¿Por qué no decírselo? Ian me transmitía una seguridad que ninguna otra persona me había hecho sentir nunca.

-Mi padre.- solté.

Él levantó la cabeza y me sonrió con dulzura.

-Hubo una época en la que a mi padre le dio por llamarme Ángel, entonces me compró esa guitarra y lo puso en ella. Ni siquiera sé porque me llamaba así.

Hablé de mi padre, con Ian, y no tenía ese nudo en la garganta como cada vez que pensaba en él.

Realmente este chico hacía milagros en mí.

-Será porque te pareces a uno.- comentó sonriendo.

-Ni de lejos me parezco a uno de ellos.

Rió y agachó la cabeza terminando una mano y empezando con la otra.

-Ángel...-habló en un susurró.- Me gusta, podría acostumbrarme a llamarte así.

Por alguna extraña razón, yo también podría acostumbrarme a que me llamase así.

Se oía tan bien cuando él lo decía.

Mundo cruel, por favor, no le alejes de mí.

Aléjate de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora