Capitulo 10

1.7K 41 1
                                    

CAPITULO 10

NARRA ALLY

Sonó el despertador, esperen ¿sonó el despertador?, pero si hoy era sábado, maldito Alex y sus estúpidas bromas, como ya no podía volver a dormir, me levante de mi adorada cama y me metí en la ducha. Termine mi ducha y me puse mi ropa interior,  fui hacia mi armario, no iba a salir así que opté por unos pantalones de chándal negros anchos y una camiseta de mangas cortas blanca, me recogí el pelo en un moño mal hecho y baje a desayunar.

-Buenos días familia- dije con energía y abracé a mi madre seguido de un beso en la mejilla, luego fui hacia Alex e hice lo mismo.

-Buenos días ¿Qué feliz te veo hoy no?- dijo picara, y para no estarlo pensé.

-Estoy normal, ¿prefieres que este deprimida en mi cuarto llorando?- dije indignada, me metí una tostada de Nutella en la boca y disfrute de su dulce sabor.

-No, si me encanta verte así-  sonreí y seguí con mi desayuno.

Termine de  desayunar y subí a mi cuarto, cogí mi Iphone y vi que tenía una llamada perdida de un número desconocido, decidí dejarlo pasar y cuando iba a dejarlo en mi escritorio sonó otra vez con la diferencia que esta vez lo cogí.

-¿Diga?

-¿Tienes algo que hacer?

-Lo siento, no salgo con desconocidos- había reconocido su voz, pero quería divertirme un poco.

-¿No haces excepciones?

-No, lo siento. Colgué dejándole con la palabra en la boca, iba a salir de mi cuarto cuando otra vez volvió a sonar.

-¿Diga?

-¿Por qué me has colgado?

-Ya te he dicho que no hablo con desconocidos.

-¿De verdad no me has reconocido?

-¿Debería?

-¡Claro que sí! Soy el amor de tu vida- dijo risueño.

-En tus sueños machote.

-Bueno, entonces ¿tienes algo que hacer o no?

-Un momento que revise mi agenda- me calle un momento y escuche a Ian  reír- Tienes suerte, tengo toda la tarde libre.

-Paso por ti en ¿media hora?

-Está bien, te veo ahora.

-Adiós.

Colgué y fui hacia mi armario, no sé porque pero estaba nerviosa, “porque te gusta”, cállate por favor, “me gusta molestarte”, menos mal que lo aceptas, “acepta tu también que Ian te gusta” no “¿porque no?”, porque estaría mintiendo y no me respondas, ya, cállate.

Después de callar a la maldita voz de mi cabeza me vestí con un vaquero oscuro, una camiseta de tirantes negra y una blusa de cuadros roja y negra y mis Vans negras. Dejé mi melena  castaña suelta y me maquille un poco y baje a la puerta.

-Mamá voy a salir- grité entrando al salón.

-¿Con quién?- dijo curiosa.

-Con…Ian- sonreí.

-¿Él sabe que está en peligro?- dijo dudosa.

-Le he intentado alejar pero él se empeña en seguir conociéndome, le daré una oportunidad, en cuanto vea que está en peligro me alejare de él-  dije con una sonrisa de melancolía.

-Bueno pues entonces sal y diviértete -  fui hacia ella y le abracé- Estoy muy orgullosa de ti.

Le sonreí y salí a la calle donde me esperaba Ian.

-No me gusta que me hagan esperar- dijo sonriendo.

-Y a mí no me gustan las cucarachas- sonreí y él rio-¿A dónde vamos?- dije cuando empezamos a caminar.

-A una heladería aquí cerca ¿te gustan los helados?- dije sonriendo ¿es que no se cansaba de sonreír?

-¿Y a quien no le gustan?- dije obvia.

El rio y seguimos nuestros caminos, el caminos fue divertido, no paraba de reír por las tonterías que decía Ian, minutos después llegamos a una heladería preciosa, cuando entramos por la puerta sonaba una campanilla avisando de nuevos clientes, pedimos nuestros helados y salimos a seguir nuestros paseos. La heladería estaba cerca de la Torre Eiffel, así que caminamos hasta un banco que dejaba unas vistas preciosas de ella.

-¿Ya has subido?- se refirió a la Torre Eiffel.

-No… -murmuré bajo para que no me escuchara pero no lo conseguí.

-¿Y a qué esperas?- dijo sorprendido.

-Es que… te parecerá raro, pero tengo una promesa- dije un poco nerviosa.

-¿Cuál?- dijo curioso.

-¡A ti te lo voy a contar!-  exclame exagerada.

-Oh venga ya… dímelo- me hizo un puchero y me derretí,” ¿Cómo no hacerlo si es adorable?”, ya empiezas “esto lo has pensado tú”, ¿en serio?, “Aja”, dios cada día voy a peor- Por favor- hizo otro pucherito.

-¿Me prometes no reírte?

-Te lo prometo.

-Vale… pues quiero subir a la Torre Eiffel cuando encuentre el amor de mi vida- dije rápidamente y cerré los ojos con fuerza, al no escuchar ninguna carcajada abrí  un rojo y vi a un Ian rojo como un tomate claramente aguantándose una risa- Buena venga, te doy permiso para que te rías- suspiré y escuché su dulce risa pasar por mis oídos.

-Bueno para ya- dije riendo también.

-E-es que e-es…- y estalló otra vez a carcajadas.

-¡Me hace ilusión!- dije como una niña chica.

-Vale vale, uff tienes unos sueños muy raros- dije limpiándose las lagrimas que se la habían escapado al reírse.

-Soñar es gratis- me eleve de hombros.

Seguimos hablando y contándonos anécdotas de cuando éramos chicos cuando un tumulto de gente se rodeo cerca de la Torre Eiffel.

-Ven vamos a ver qué pasa- le cogí de la mano y mi estomago se revolvió.

-Cotilla- me susurró en el oído y me estremecí, él rio al ver mi reacción y le fulmine con la mirada. Pasamos por la gente hasta llegar a lo que estaban viendo y ¿sabéis que nos encontramos?, a una pareja, él estaba arrodillado ante ella con una caja en la mano, abrió la caja y se pudo ver un anillo precioso, ella se llevó las manos a la boca emocionada y se escuchó un ”Si” salir de su boca, todas las personas que los rodeaban soltaron un  “Ohh” mientras ellos se fundían en un apasionado beso.

-¡Ohh mira qué bonito!- me llevé las manos al pecho conmovida.

-Eso es una mariconada- dijo con cara de asco.

-¿Nunca has hecho una cosa así?- dije mientras emprendíamos de nuevo el camino a casa.

-No, ni tengo intención de hacerlo- dijo seguro de lo que decía.

-Eso sí que es una mariconada- dije empujándole.

-Ehh, yo soy un hombre hecho y derecho, no me gustan esas ñoñerías- dijo sonriendo, yo negué con la cabeza divertida.

Llegamos a mi casa y nos paramos en la puerta.

-Ahora es cuando dices “Ian, me he enamorado de ti”- dijo imitando mi voz.

-¡No me he enamorado de ti y yo no hablo así!- dije indignada.

Reímos.

-¿Hasta mañana?- preguntó sonriendo con esa sonrisa que mataba a cualquier persona.

-Hasta mañana- afirme yo con otra sonrisa.

Nos despedimos y entré a mi casa con una sonrisa de oreja a oreja.

Aléjate de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora