Capítulo 2

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Al día siguiente Derek se seguía reprendiendo por su ingenuidad

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Al día siguiente Derek se seguía reprendiendo por su ingenuidad.

Con sólo recordar toda la tortura —para él, no para su instinto— que tuvo que pasar con el chiquillo le hacía sentirse como un tonto adolescente, que si no hubiera sido por Paige Krasikeva, él ahora estuviera cien metros bajo tierra por el dolor de cabeza que hubiera tenido o en la cárcel del Sheriff del condado por matar a su único hijo a sangre fría.

Si el niño ahora conocido por Stiles ¿Qué cojines es un Stiles? Eso mismo se pregunta desde que el niño le dijo su nombre, pero a lo que iba, el chiquillo le contó muchas cosas, desde que personaje de Star Wars le gustaba más, hasta decirle que su papá era el Sheriff del pueblo y que su madre estaba muy delicada de salud.

Al menos Derek hizo algo bueno, que ante los ojos de Paige fue lo mejor que alguna vez haya visto en un chico, porque al saber que ese libro que él le había dado al niño era para su madre enferma, ese gesto le hizo sentirse cálido por un momento, fue como sentirse el mejor partido para alguien y así fue, aquél accionar lo volvió el mejor partido para su chica.

Para Paige...

Derek ha estado barriendo banqueta¹ por la chica desde que la conoció en la sala de música a causa de su manía por jugar en todas partes con la pelota de basquetball. Desde ese día se enamoró de aquella castaña con un lunar especial en su ojo. 

Ella era su razón ser y a firmaba que era su alma gemela, bueno eso sólo lo hacía él, al contrario de su criterio su instinto sólo soportaba a la chica, sin embargo ahora la aborrece por haberle quitado el aroma tan delicioso de ese niño de 8 años de edad.

Y para el castaño, sólo digamos que para Stiles fue la mejor tarde de su corta vida al igual que para el instinto del chico, en cambio para Derek se convirtió en algo tolerable.

—Derek, te buscan.

Peter Hale, un hombre de 20 años de edad, interrumpe en la habitación del moreno, robándole así su concentración.

Sin decir nada, el joven gruñe poniéndose unas pantuflas de Superman ¿Qué? Le gustaba mucho ese súper héroe desde que tiene uso de razonamiento así que nadie le podía decir nada, siempre y cuando estuviera en la comodidad de su cuarto, claro está.

Baja las escaleras con pesadez.

Tararea una canción de jazz al mismo tiempo que se imagina a Paige tocando el violonchelo.

Tan tranquilo estaba que no se dio cuenta como un olor a café mezclado con lavabda y un delicado toque de tierra mojada, le llegó a sus fosas nasales despertando a su instinto, tan sólo se dio cuenta de ello por el grito de todos sus familiares.

—¡Derek!

Enfrente de él estaba aquel niño que opacaba cada centímetro de su mente, mirándolo con los ojos abiertos al igual que sus labios pálidos, pero llenos de un brillo apetecible a morderlos y lamer. Sacudió su cabeza al sentir la necesidad de marcar territorio ¿Qué le pasa con ese niño? Se preguntaba cada vez más furioso,  pues con Paige no tenía ese instinto en cambio con ese ser tan diminuto salía sólo sin su permiso.

D͟e͟s͟d͟e͟ E͟s͟e͟ M͟o͟m͟e͟n͟t͟o͟ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora