El Robo

1.5K 137 8
                                    

  El largo cabello de Chat Nuit ondeaba con el leve viento de aquella oscura noche. Su silueta, iluminada por el escondido astro, se encontraba sobre la Torre Eiffel. Podía haber elegido cualquier lugar para quemar las evidencias de su futuro robo, pero, sin saber exactamente el por qué subió a lo alto del mismo y observó serena las llamas consumiendo el fino papel de los planos sobre su enguantada mano. Se quedó allí hasta que la última ceniza voló iluminada por los restos del abrazador fuego, vio como la letra de Matsuo se ennegrecía en el proceso. 

  Recordó, mientras la melancolía se apoderaba de ella, cuánto había hecho para que ese serio chico se fijase en ella, lo había intentado todo. Suspiró mirando de reojo su destellante cabello.

  "Antes solía ser más largo, me gustaba como se veía"

  Pensó, pues a su mente llegó el día en que se lo cortó sin dudarlo siquiera un poco. Su amigo le había dicho cuánto le gustaban las chicas de pelo hasta la nuca, al par de días la joven fue corriendo a clases con su nuevo estilo.

  "Debió haber sido gracioso para él." 

  Mirando la ciudad brillar con amalgamas de luminiscentes casas y autos sonrió, llegó a la conclusión de que Matsuo siempre había sabido sobre sus sentimientos y, sin embargo, había mantenido varias veces conversaciones con ella hablando de lo mucho que quería salir con Maria, su mejor amiga, antes de que fuesen novios.  

  Que más daba, parecía ser que ella estaba destinada a sufrir por amar todo lo que tuviese espinas, lo que no estuviese destinado a suceder. 

  Se lanzó de la metalizada edificación para cumplir su cometido, no porque se lo hubiese pedido Matsuo, sino porque ella quería hacerlo. Chat Nuit deseaba averiguar que valiosos y misteriosos objetos podría arrebatar de las malignas garras de la mafia, para traerlas a las suyas, si, solo suyas. 

  "Siempre me comporte como una buena niña para obtener el amor de Matsuo, no funciono. Actué de malas formas para ser amada por Adrien, así como él antes lo había hecho, tampoco funcionó.. ¿Quien soy en realidad? ¿Como debo ser?"  

  Entrar no fue difícil, con todo lo que había aprendido sobre el sigilo en ese año más lo que sabía sobre la ubicación de los Masayoshi, no tardó más de unos minutos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  Entrar no fue difícil, con todo lo que había aprendido sobre el sigilo en ese año más lo que sabía sobre la ubicación de los Masayoshi, no tardó más de unos minutos. La seguridad, a diferencia de lo que estimaba, no era mucha y a medida que se acercaba al cuarto que se encontraban usando como bóveda el número se reducía.

  Chat Nuit supuso que aquello era por la confianza que tenían en su renombre, eran contados con los dedos las bandas u organizaciones que se atreverían a robarles. Además nadie lo haría con una heroína custodiando la ciudad, sin duda la mafia no sospecharía que su mayor protección era quien los atacaría por sorpresa. 

  La joven no sabía donde terminaba la confianza y comenzaba el descuido, la habitación bóveda solo estaba cerrada con un candado. No utilizó el cataclismo para él, fue tan sencillo como abrir las anteriores puertas del edificio. 

  Sonriente se adentró mientras se mantenía alerta de que no se activase alguna alarma, para su sorpresa y alivio nada sucedió. 

  "Estupidos, ineficientes, descuidados."  

  Recriminó con desprecio en su caminar, los lujos de una antigua era la rodeaban por doquier. Aunque sabía que cada cosa allí valía muchísimo a pesar de su deteriorado aspecto, nada le llamo la atención. En ese lugar se dio cuenta que no le interesaba robar, sino el tener la sensación de poder hacer algo que su maestro odiaría ver que hiciese, un vacío la atacó nuevamente.

"Al final todo lo que hago siempre termina girando alrededor de ti ¿No?"

  Llenó aquel vacío emocional con rabia, enojo hacía ella misma y hacía su ser amado. Con rápido actuar volteó para ver la mayor cantidad de objetos, tomó cualquiera entre sus brazos sin pensar, una pequeña estatuilla de color bronce se escurrió de entre sus manos y cayó al suelo. La alfombrada habitación detuvo el ruido que quizás se pudo haber efectuado con más intensidad si la misma tuviese piso de madera o mármol, la niña se agachó y volvió a tomarlo.

  Algo le llamó la atención en el fondo de la oscura habitación, era la silueta de una mesa alta cubierta por una extensa lona de terciopelo. Con curiosidad levantó la tela y miró tras ella, reluciendo por reflejar los destellos de su cabello se encontraba bajo un protegido vidrio de seguridad un llamativo brazalete. 

  Sus pupilas se dilataron al verlo, aquello era lo que quería y no se iría hasta obtenerlo. Era simplemente hermoso, único, sus dorados arcos se unían en una espiral girando sin cesar. Dejó los pequeños jarros y estatuillas en el suelo, se dispuso a rodear la mesa para ver algún punto débil, recordó que el señor Agreste le había dicho varias veces que el Cataclismo era la última opción siempre y, si no lo usaba, mejor. 

 — Cataclismo.

  Pronunció con sarcasmo, rozó sus dedos sobre grueso vidrio con cuidado y este se convirtió en negro polvo, recordó las hojas quemándose en la Torre Eiffel. Cerró los ojos con fuerza, bloqueando el recuerdo, los abrió con calma y tomó el anhelado brazalete, lo admiro durante unos segundos. 

  La puerta tras ella se cerró con un ruido sordo, otros sonidos pesados lo acompañaron poniendo en estado de alerta a Chat Nuit.

  Asustada comenzó a ver todas las esquinas, paredes y recónditos espacios que tenía la simple habitación, todas lisas, ninguna salida además de la puerta. Corrió para intentar abrirla, esta se encontraba muy bien trabada, el corazón gritaba peligro en su pecho, soltó la puerta y dio pequeños pasos hacia atrás. Su anillo sonó y titilo con aquel verde tan particular.  


LouisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora