Despertar

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  Que dolor de cabeza, que molestia, el sol que había salido esa mañana iluminaba su rostro con tal intensidad que le era imposible continuar durmiendo. Tampoco ayudaban los cantos de los pájaros, eran lindos, sin duda, pero también eran tan efectivos como una alarma programada. Sacó la cómoda almohada detrás de su cabeza para cubrir su cara y oídos pero, en ello, tironeo sin querer una especie de cable que le causó dolor; eso la despertó por completo. Abrió sus ojos y vio unas vías al lado de su cama conectadas de sus venas a un líquido blanquecino, entonces allí lo recordó.

  ¡Que tonta que fue! Pensó en que jamás volvería a hacer una locura similar, había aprendido su lección, su corazón le seguía doliendo pero era más fuerte la adrenalina y el miedo que aún permanecían dentro suyo. Jamás volvería a desobedecer a Adrien, de hecho, sentía vergüenza, mucha, sin dudas le iría a pedir perdón, quizás el próximo miércoles cuándo le tocaba verlo. También consideró devolverle el anillo, no era digna luego de utilizarlo de esa forma y el miedo la hacía menos capaz, el juego había terminado para ella. Aceptó su lugar en el mundo, que era karmático y justo, entendió que había hecho mal y sea cual sea había recibido su castigo. De hecho, razonó un poco. ¿Que ella estuviese de nuevo en su cuarto no era acaso prueba de que quizás su maestro ya sabía lo que hizo? No, eso duplicaría su culpa, preocuparse así por ella... La joven pensó en que quizás fue su madre, ella la había salvado de su propia estupidez, como lo había hecho tantas veces. Era una pena que le haya tocado una hija tan impredecible e inmadura, también bastante caprichosa, se sintió avergonzada por sí misma.

  Louisa quiso llamar a alguno de sus padres para disculparse y dar las explicaciones que fuesen necesarias pero su boca estaba muy seca y su voz apenas salía, se sentó en la cama y miró a su alrededor en busca de algo que haga sonido. "Que conveniente". Pensó y sonrió levemente, dedujo que sus padres habían dejado una campanita pequeña en la mesa de noche para que ella la usase al despertar. Respecto a ello ¿Cuánto tiempo había dormido? ¿Que tanto daño le habían hecho esas personas de esa tal mafia que ni se acordaba el nombre? Le dolía la cabeza así que no pensó mucho, tomó la pequeña campana y la hizo sonar con mucha dificultad, sentía su cuerpo hecho de papel. La campana era muy pequeña pero ella sentía que su peso era el mismo que el de las cerámicas con ensalada de fruta que a veces le tocaba llevar a la mesa de jardín en verano. A pesar del leve y casi imperceptible sonido generado, alguien acudió al cuarto en segundos.

 A pesar del leve y casi imperceptible sonido generado, alguien acudió al cuarto en segundos

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  ¿Quién era esa persona? Le resultaba familiar pero le era difícil reconocerlo a lo lejos. Con lágrimas en los ojos el hombre cubrió su boca con ambas manos y se acercó lentamente, estando más cerca la joven notó que era... ¿Su padre? Estaba algo diferente pero sin duda era su papá.

— ¿Pa... Pá?

 Él se arrodilló en el piso al lado de su cama y llorando tomó su mano, ella se sintió tan mal por lo que les había hecho pasar a sus padres. Se notaba que ellos habían sufrido mucho, Louisa intentó con dificultad acariciar la cabeza de Luka.

LouisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora