Gregorio firmó la última hoja de los estudios de un paciente que había que trasladar y levantó la mirada al sentir que le acariciaban el cabello con lentitud, sonrió ante esa suave caricia, era la primera vez que Mina lo acariciaba por voluntad propia y era demasiado placentero saberlo, pero al levantar la mirada, no era de Mina el rostro sonriente que lo recibió, sino...Rápidamente se levantó de su escritorio y cerró la puerta lo más rápido que le fue posible, mientras que Lola se sentaba en la silla que estaba frente al elegante escritorio.
Ella se cruzó de piernas y le sonrió con una mueca cargada de intenciones.
—Veo que no era a mí a quien estabas esperando cariño —sonrió con malicia.
—¿Dónde estabas? —preguntó en un susurró mientras apretaba con fuerza los puños— Pensé que ya no vivías en Gold River...
Lola se cruzó de piernas luciendo sus bonitas piernas enfundadas con medias de encaje negro y unos impresionantes tacones, diseñados por ella misma.
—Bueno, tengo que presentar mi nueva colección de zapatos en una gira nacional, esta semana me toca San Antonio, pero tu... pensé que ibas a contactarte conmigo luego de tu separación de esa perra alemana que te adornó esa preciosa cabeza —puso los ojos en blanco—. Que desperdicio, porque perderte así... por un negro.
—¿Por qué? —suspiró ante el despectivo comentario pasándose las manos por el cabello—. ¿Por qué estás aquí?
—¿Por qué? Porque entre tú y yo, cariño, siempre hubo algo más que lo común ¿no es así mi amor? Siempre explotabas... cuando estabas conmigo y yo quiero que vuelvas a hacerlo. Conmigo sólo conmigo.
La vio apoyarse en el escritorio dejando ver el sugerente escote resultado de un excelente cirujano plástico y una buena rutina de ejercicios diarios.
Gregorio pensó por un momento qué era lo que le había gustado de esa mujer en el pasado y la respuesta no le gustó en lo más mínimo «Por que era todo lo opuesto a Mina». Lola era alta, muy delgada, en buena forma, instruida en el arte de las habitaciones... o cualquier lugar, pero todo en ella era falsedad. Nada de lo que ella hacía o decía era verdadero.
—¿Qué esperas para tumbarme en el escritorio como aquella vez en la clínica? —preguntó con una sonrisa llena de malicia—. ¿Te acuerdas? Tiramos todo lo que había encima al suelo.
Gregorio sonrió con evidente incomodidad, no le gustaba saber que las cámaras de seguridad habían grabado el momento en el que Lola había entrado al consultorio y luego el cerrando la puerta abruptamente. No sabía lo que le iba a decir a Mina por si preguntaba que había hecho...
—Eso no va a pasar —la cortó alejándose un paso atrás de la silla en donde ella estaba sentada—. Lola...
—Oh vamos mi amor... no me digas que no quieres... a menos que quieras que sea yo la que se arrastre... —dijo con un patético mohín de labios—. Sabes que me arrastro muy, muy bien y a ti te encantaba que lo hiciera.
Se arrodilló y amagó a que iba a tocarle la entrepierna cuando él se retiró y la puerta se abrió dejando entrar a Mina con los papeles que él estaba esperando que le entregara.
Lola maldijo al mismo tiempo que Mina se quedaba petrificada mirando a Gregorio que la miraba con toda la expresión de culpabilidad posible.
—Greg... —murmuró porque no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Era como un duro golpe en el pecho... y dolía como nada le había dolido hasta el momento.
—Te juro que te lo puedo explicar —tartamudeó aun con las manos en alto porque no se podía mover del lugar.
—¿Qué necesitas explicarle a esta de lo que haces en la oficina. En «tu» oficina? —exclamó Lola aún arrodillada en la mitad del consultorio.
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Perdonar por amor #1 "Por ti vida"
RomanceHistoria registrada bajo los derechos de autor. Han pasado dos años desde que Gregorio se fue a vivir a Sudáfrica, pero luego de un divorcio que casi le cuesta sus negocios familiares regresa a su ciudad natal para estar junto a los suyos. Mina ha p...