Mina recorrió la Avenida Kennedy hasta el monumento del mismo. El verano estaba llegando a su fin y el otoño estaba en puerta, Septiembre era un agradable mes para el pequeño pueblo texano. Todos los árboles se vestían de dorado y las hojas comenzaban la danza clásica con el viento, entonces recordó una canción que le cantaba su abuela de pequeña:
Miren bien a don Otoño,
De corbata tiene un moño.
Y en la mano una valija,
Con un cierre de cristal.
El cierre se le rompió
La valija se le abrió
Y una hojita paseandera,
Por el cielo se escapó...
Siempre se recordaba cantando esa canción, mientras con sus botas texanas, saltaba desperdigando los montículos de hojas que su abuelo había juntado para el compost que luego colocaban en el huerto.
—Pequeña saltarina —decía su abuelo con una sonrisa mientras la cargaba en sus brazos—. Siempre serás bella.
Esos días fueron felices. Ella tenía dos años cuando quedó a cargo de sus abuelos maternos, pero no fue por la muerte de sus progenitores, sino porque su madre de dieciocho años entró a la universidad y su padre de veintiuno se preparaba para el ingreso a las residencias.
Su primera infancia la pasó compartiendo períodos con sus padres y sus abuelos, pero años más tarde cuando ella cumplió nueve y su padre estaba terminando la residencia, pudo estar finalmente todo el tiempo con sus ellos.
Fue un hermoso año. Su mamá era traductora de una multinacional y mano derecha del dueño y su padre uno de los mejores médicos del hospital regional de Gold River, tenía dos hermanos de cuatro años que eran gemelos y también vivían con ellos y eran felices.
Entonces todo terminó. Las peleas eran constantes, su padre mostraba auténtica adoración por Mina, realmente la quería, era una niña dulce de sonrisa fácil y carácter afable, su madre era más bien seria y correcta; debido a su trabajo tenía que serlo, estar con el jefe tenía sus desventajas. Esa seriedad Matilda Morgan siempre la transmitía en la casa y le exigía a Mina portarse igual, pero su padre estaba en desacuerdo y no se lo callaba.
Con el tiempo ese desacuerdo fue cada vez más notorio. Matilda hacia mas viajes al extranjero y dejaba al ahora doctor Richardson con los pequeños hijos de once y cinco años. Hasta que se descubrió que Matilda tenía una aventura con Philiph Castell y que esos viajes eran puramente de placer.
Mina cambió en su carácter y el trato que tenía con su madre se volvió duro y escueto.
La mujer, deseosa de empezar una vida nueva sin nada más que lo que quería para el futuro, aprovechó una pelea con la niña, para decirle que la abandonaba porque ya no la soportaba y que con ello también abandonaba a sus hermanos de ya seis años de edad. Sus hermanos lo escucharon todo y su padre se enteró del abandono de la mujer al llegar a la casa y encontrar a la pequeña Mina llorando en la cocina mientras hervía espaguetis y salchichas para que los niños comieran con queso chedar.
Toda la conversación fue un teléfono descompuesto que acabó con ella esperando que sus abuelos le abrieran la puerta de su casa para quedarse ahí a dormir.
Su abuela la abrazó mientras ella lloraba y le pedía que le diera algo de comer porque tenía hambre, ya que no había comido nada por ocuparse de sus hermanitos.
Esa casa fue su hogar. Siempre lo fue. Francamente el único hogar que había conocido. Aunque pasaba temporadas con su padre y hermanos, ellos no la consideraban su familia.
ESTÁS LEYENDO
Perdonar por amor #1 "Por ti vida"
RomansaHistoria registrada bajo los derechos de autor. Han pasado dos años desde que Gregorio se fue a vivir a Sudáfrica, pero luego de un divorcio que casi le cuesta sus negocios familiares regresa a su ciudad natal para estar junto a los suyos. Mina ha p...