El sol entraba por la ventana e iluminaba su rostro, parecía etérea, un ángel «su ángel».
Gregorio se acomodó para verla dormir, su largo cabello estaba esparcido en la almohada y su cuerpo estaba cubierto por una sábana blanca ya que la habitación estaba cálida producto de la calefacción central. Ahora que estaban en la habitación principal que era la que más luz solar recibía, gracias a los enormes ventanales, podía ver su cuerpo, que nunca le había parecido tan hermoso como el de ella, tan perfecto.
Lentamente los ojos de Mina se abrieron y lo vio, apoyado en un codo, sosteniendo su cabeza con la mano y acariciando sus labios con la otra.
—hola preciosa —dijo besándole los labios— buenos días ¿Cómo dormiste anoche?
Ella sonrio y se colocó de costado con un perezoso gemido.
—Perfectamente bien —se estiró pero hizo una mueca de incomodidad.
—Va a dolerte un poco, corazón —le dijo con una leve sonrisa.
—Y con razón —dijo con una sonrisa socarrona. El se la devolvió.
—¿Quieres desayunar algo en especial? —dijo mientras la besaba con delicadeza—. Voy a hacer todo lo que quieras comer.
—Ese café que bates, y algo dulce ¿desayunamos en la cama? Tengo una pereza horrible además hace frio.
Gregorio se levantó sin que le incomode un ápice su desnudez frente a un espejo y se puso un pantalón y luego se cubrió con una camisa y colocó en la cama un cubrecama relleno con plumas de ganzo.
—Quédate en la cama —beso su cabeza una... dos... tres veces— ya subo con el desayuno listo. Espérame.
Bajó a la cocina a preparar el desayuno para su mujer que estaba en la cama envuelta en sabanas. Era suya. Su ángel era definitivamente suyo y nunca más la iba a dejar marchar, iba a quedarse para siempre en ese lugar, en esa casa, a la que pertenecía y a la que volvería su hogar.
Cuando estaba todo listo, Nicholas Marshall llamó para confirmar que el príncipe ya había ultimado todos los detalles y que al día siguiente sacarían a los guepardos del país gracias a Claudio Phillips que había intercedido en el gobierno logrando que todo marchara rápido y sin demasiada burocracia.
—¿El padre de Miracle? —preguntó con curiosidad, pues no era ajeno a él que el padre de Mili había tratado mal a Esperanza durante su infancia.
—Sí, parece que la familia Phillips quiere hacer las paces con Espi. Pero Benjamin está siguiendo todo con pies de plomo, más ahora.
Greg frunció el cejo.
—¿Qué pasa ahora? —preguntó mientras armaba la bandeja del desayuno para Mina.
—Espi espera no a uno, sino a dos bebés. Pero ha tenido algunas perdidas y tienen miedo. Benjamin puede ser insoportablemente protector cuando de Esperanza se trata, se nota todo el amor que le profesa, no quiere que sufra la perdida de otro hijo.
Greg quedó en silencio, perder a un hijo era algo que no se lo deseaba a nadie y menos a alguien tan dulce como Esperanza.
—Bien, amigo, ahora le diré a mi mujer y mañana nos vemos en el aeropuerto de Gold River ¿el príncipe trae su avión o usaremos los de nuestra flota?
—Benjamin puso el avión para el traslado así no era demasiado complejo. El príncipe nos espera en Bélgica.
—Muy bien.
—Hasta mañana, fue un placer conocer al tercer Hurtman.
—Al contrario, para mí fue un placer conocerlo a usted capitán.
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Perdonar por amor #1 "Por ti vida"
Roman d'amourHistoria registrada bajo los derechos de autor. Han pasado dos años desde que Gregorio se fue a vivir a Sudáfrica, pero luego de un divorcio que casi le cuesta sus negocios familiares regresa a su ciudad natal para estar junto a los suyos. Mina ha p...