Capítulo 19

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Mina levantó la cabeza cuando escuchó su nombre. Gregorio que estaba dando vueltas por el pasillo también miró a la doctora que acaba de salir de uno de los consultorios del hospital de San Antonio a donde iba a comenzar a hacer atender ahora. Una decisión que Gregorio había tomado para pedir una segunda opinión ya que no le agradaba que la familia de Lola la tratara.

—Pasaré sola —le sonrió a Greg y miró los análisis en sus manos, había llevado dos análisis anteriores y el último realizado por el nuevo medico—. Después...

—Sí, cuando termine de revisarte entraré al consultorio para hablar con ella yo también ¿Quieres?.

—Está bien —le besó la mejilla.

La doctora, una mujer sonriente de cabello color gris, la miró y la hizo sentar en la camilla, le midió la presión, la pesó y anotó todo en un pequeño historial que sería añadido en los archivos de la clínica.

—Peso normal, tienes ciento veinte-sesenta de presión. Ahora quiero palparte ¿Qué te encontraste?

—Una bolita en la axila derecha —dijo mientras se quitaba la ropa—. No era grande, era pequeña, del tamaño de un grano.

—¿Volviste a examinarte después de eso? —preguntó poniéndose otras gafas y guantes de látex.

—Sé que esto está mal, pero no, no lo he hecho —admitió avergonzada.

—A veces da miedo —dijo con una sonrisa afable haciéndola entender que sabía de lo que hablaba—. Pasa muchas veces y a más personas de las que crees. Levanta los brazos y dóblalos sobre tu cabeza —dijo, Mina lo hizo— No está mal, pero no debería hacerse. Debes revisarte, por lo menos, una vez a la semana. Por ejemplo en el baño del domingo a la noche...

Los dedos de la doctora comenzaron a palparla desde la parte inferior de los pechos, los costados de estos hasta llegar a las axilas.

—¿A dónde me dijiste? —volvió a preguntar con el cejo fruncido mientras recorría a la inversa desde las axilas hasta los pechos.

—En la axila derecha.

La doctora volvió a tocarla, pero su piel estaba suave y no había ni protuberancias ni bifurcaciones en la delicada piel, no había nada.

—¿Te dolía cuando levantabas y bajas los brazos? —preguntó imitando el movimiento.

—Sí. Dolía un poco pero esa pequeña protuberancia no tenía temperatura ni nada, solo dolía al hacer movimientos.

—¿Te has depilado con cera? —preguntó palpándole la zona de la garganta porque había leído en la historia clínica que solían salirle ganglios en la garganta.

—Sí, tenía turno dos días después de encontrar la bolita y fui.

—Eso lo explica todo, corazón —le dijo con una sonrisa tranquilizadora—. Era un bello encarnado, aquí puedo ver la marca que dejó. No está infectado y está casi cicatrizado.

Mina se puso pálida y se tambaleó un poco. No tenía nada ¿de verdad no tenía nada en su cuerpo? Pero los estudios... no lo había abierto, seguramente esos papeles contenía la respuesta que no se había animado a leer.

—Pero de todas formas vamos a hacerte algunos análisis y añadir a los dos últimos a la historia clínica ¿trajiste una copia del historial clínico?

—Si —dijo entregándole los sobres. Estaba temblando, pero era de pura felicidad.

—Muy bien Miranda. Quédate tranquila —dijo mirando los informes que tenían todos los resultados dentro de los valores normales—. Tienes muy buena salud ¿te vacunaste contra la gripe?

Perdonar por amor #1 "Por ti vida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora