Mina abrió los ojos con pereza, la puerta se había abierto y Gregorio estaba colocando el desayuno en la mesa, hacía una semana que estaban en Anguila y los días habían sido más coloridos que otros, aunque lloviera, como en ese instante, había tenido un hermoso cumpleaños que había concluido con una cena romántica en una playa privada que había finalizado de la mejor manera posible.
—Hoy no hay mucho para hacer afuera, pero podemos quedarnos aquí y desayunar y comer y...
—amarnos...
—amarnos... mmm me gusta esa parte de amarnos —dijo gateando sobre la cama para depositar un beso en sus labios—. Vamos a desayunar, mientras más rápido desayunemos, antes vamos a amarnos para volver a hacerlo y después...
Mina se envolvió en una bata de cama y se sentó a la mesa para comer frutas que eran las más deliciosas que había probado nunca, dulces y coloridas y bastante jugosas.
—¿Cómo te encuentras hoy? —preguntó—. Los otros días te veías bastante mal.
Mina sonrió.
—Fue el agua —dijo con una sonrisa—. El cuerpo humano necesita por lo menos tres días para adaptarse al clima y a las bacterias de cada lugar.
—Te dije que bebieras agua mineral.
—Pero me siento bien.
—No me gusta verte enferma.
—A mi tampoco me gusta verte mal, pero tendrás que acostumbrarte, porque soy delicada del estomago.
—Tendré que cuidarte más entonces, sobre todo con tu adicción al chocolate ¿sabes que estaba pensando? Tengo un amigo que viajará a Papúa ¿quieres que le pida chocolates?
Mina se rió.
—Sabes que si.
La lluvia golpeaba con fuerza el techo de madera y de vez en cuando algún que otro trueno llenaba los silencios pacíficos de la pareja mientras desayunaba. Greg la miraba con atención mientras ella trozaba la fruta y se bebía el jugo de naranjas.
—Mina —ella levantó la cabeza de su plato—. ¿Has hablado con tus padres? Te han estado buscando.
Ella se limpió el resto de jugo de los labios y lo miró con atención. No sabía que sus papás la habían estado buscando y sinceramente mucho no le importaba.
—No he hablado con ellos. De verdad no sabía que habían estado preguntando por mí.
—Han ido al hospital y a tu casa, pero se ve que nadie le ha dicho que habías estado viviendo conmigo.
—Si hubieran querido realmente encontrarme habrían ido finalmente a tu casa, pero cuando has llamado nadie te ha dicho que han ido a tu casa.
—Se ve que de verdad quieren reunirse contigo.
—Pero no me conocen realmente, no saben nada de mí y que no hayan ido a tu casa lo prueba. Cualquiera habría ido a tu casa si yo no estaba en la mía.
En parte tenía razón, pero a Gregorio le parecía que sus padres y ella tenían que reunirse para hablar y aclarar todo lo que tuvieran que aclarar, ya había demasiado dolor como para dejar pasar el tiempo. Uno de esos ejemplos era Esperanza Hurtman y lo que estaba viviendo.
—Me parece que tendrías que hablar con tus papás —le dijo en tono suave.
—Pero no quiero hablar con ellos, me dejaron sola ¿comprendes? No los necesito ahora.
—Pero los necesitaste mucho mi amor.
—Y nunca estuvieron.
—Pero a mí me perdonaste ¿Qué me diferencia de ellos?
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Perdonar por amor #1 "Por ti vida"
RomanceHistoria registrada bajo los derechos de autor. Han pasado dos años desde que Gregorio se fue a vivir a Sudáfrica, pero luego de un divorcio que casi le cuesta sus negocios familiares regresa a su ciudad natal para estar junto a los suyos. Mina ha p...