Capitulo 27

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FINAL

La ceremonia fue de lo más maravillosa y ahora que estaba entre los brazos de su flamante marido se dio cuenta que realmente había valido la pena haber pasado por todo lo que había pasado. La sabiduría de los años duros le habían enseñado que realmente no hay placer sin dolor y no hay amor sin lágrimas.

Miró los ojos de su amado, aun había rastros de lágrimas en ellos, al igual que en los suyos, esas lágrimas que eran resultado del amor sincero, de las palabras, de los abrazos y de los besos. De todos aquellos pequeños momentos que habían compartido y aprendido a valorar como pareja, como amantes y como individuales.

Un pequeño toque en el hombro de Gregorio lo hizo girar y sonreír. Era Robert Richardson que, algo asustado, estaba esperando su turno para bailar con la bella novia.

Mina sonrió a su padre, él le tomó la mano y se la besó, la giró sobre su eje y le tomó la cintura con algo de temor para luego continuar derecha izquierda al ritmo del vals que suavemente sonaba a través del equipo de sonido.

—Estoy orgulloso de ti, hija. Estoy muy orgulloso de ti. Sé que no merezco este perdón que me has dado, pero quiero que sepas que voy a aprovecharlo al máximo.

Mina le tomó el rostro a su papá y lo miró a los ojos. No entendía que los había llevado por ese camino y qué los había hecho tomar todas las decisiones que habían tomado, pero más allá de eso, ella quería saber lo que era tener a sus dos papás junto a ella. Ya no quería más dolor, ya no quería más lágrimas ni más de ese sentimiento incomodo de el no saber qué sentía... no, ya no quería eso.

—Quiero que —dijo con la voz temblorosa— quiero que todo lo que pase a partir de ahora sea para mejor, que todo lo que vivamos, juntos o separados, sea siempre algo digno de recordar porque vale la pena hacerlo. Porque vale la pena cada instante.

—Siempre pienso en ti —admitió su padre acariciando su mejilla sonrojada— en el camino que recorriste y en las decisiones que has tomado. Sola. Pero siempre eligiendo lo correcto, porque tú, hija mía, sabes elegir bien, sabes pensar despacio y sabes perdonar. Saber perdonar es lo que más admiro en ti.

Un giro más la hizo sonreír y mirar hacia su madre que estaba con sus dos hermanos, algunos años más joven que ella, los tres la estaban mirando. Era el momento de dar un paso al costado al rencor y aprender de cada uno de los errores. Los propios, los ajenos, porque había pensado siempre en sus padres y rezado para que ambos estén bien, aunque no estuvieran con ella, que ambos siempre fueran felices, nunca les deseó el mal sinceramente, aunque no hubieran pensado en ella ni la hubieran puesto en primera lugar a pesar de todo. Pensaba en sus hermanos y quería para ellos, deseaba que ellos tuvieran un lugar estable en el que crecer.

—Yo en realidad —dijo con la voz rota—. No sabía qué hacer.

—¿A qué te refieres papá? —preguntó en voz baja, aun así haciéndose oír encima de la música.

—Cuando tu mamá se fue... dejó un gran vacío en mi corazón y no tuve fuerzas para criarte. Eras una mujercita y ¿Qué sabía yo de niñas? ¿y si hacia algo mal? ¿y si te quitaba cosas que necesitabas tener...? Pero si te quité cosas ¿verdad pequeña? Te quité la familia que necesitabas para crecer.

—Ya pasó todo, si sigues atormentándote seguirás en el pasado y es lo que no queremos, esa fue la promesa ¿recuerdas?

—Pero yo solo quería que lo supieras. Quería que supieras eso, además porque hace años que no te digo que te amo, hijita. Te amo.

Mina no pudo contener más lágrimas y fue en donde su marido la abrazo y le pidió con la cabeza a Robert que se alejara discretamente de la pista de baile, lentamente se la llevó aparte, en donde le secó las lágrimas con un delicado movimiento de sus manos.

—Tranquila —le dijo—. Ya todo está bien. Estamos todos juntos.

—Mi papá me dijo que me ama, Greg —sollozó casi con desesperación—. Que me ama.

—Es porque te ama, mi amor —respondió él. Claro que la amaba—. Te ama mucho ¿Cómo no podría amarte?

—Nunca antes me lo había dicho, solo tú me has dicho que me amas. Ellos jamás. No que yo lo recuerde.

—Pues te aman.

—Greg me has regalado una vida nueva, me has devuelto a mi familia, me has regalado tu amor y una familia ¿Cómo puedo hacer para agradecerte todo lo que me has dado? Es el final más feliz que he conocido.

Él le sonrió.

—No es un final, este es sólo el comienzo, porque por ti, vida, daría el mundo entero solo por verte sonreír.

Meses más tarde nacería Destiny una pequeña niña de 2,200kg que le demostró al mundo que valía la pena hacerse oír por sobre los demás. Mina, agotada por el parto, se apoyó en la almohada mirando a Gregorio pasear por la habitación del hospital.

—Es igual a ti —le dijo en voz baja— tengo una foto tuya de bebé y es tu calco.

—¿Ah sí? pues yo la veo igual a ti. Tu mamá me regalo una foto tuya de bebé que la llevo a todos lados.

—¿En serio? —preguntó con una sonrisa.

—Si mi amor —suspiró y Gregorio le entregó a la bebé.

—Me gustaría tener por lo menos dos más —suspiró.

—Espera a que Destiny crezca un poco más.

—¿Dos años te parece bien? —sonrió él.

—Dos años me parecen bien. Te amo.

—Y yo a ti mi vida. Yo te amo mucho a ti.

Mina cerró los ojos y apoyó la cabeza en el hombro de su marido que se había acostado a su lado, su vida se había puesto en orden desde que Gregorio había regresado a su vida y la había cambiado y cada uno de esos segundos, de esos momentos, habían valido la pena. Hasta el dolor y las lágrimas por las ausencias la habían hecho aprender y a cambiar.

Había aprendido a perdonar por amor.

Perdonar por amor #1 "Por ti vida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora