Capitulo 12 || El regreso a la "rutina" y la determinación para vengarse.

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La noche, que los dejó uno en brazos del otro, metidos en ese vendaval de pasión que a cada momento, se volvía más y más desmedida, le dio paso al alba, quien los encontró con sus piernas enrolladas una en la otra, y envueltos en un abrazo fuerte que daba a entender que nada podría separar ese lazo que habían hecho más fuerte de lo que antes era.

Camus estaba de espaldas a Milo, quien lo tenía agarrado de la cintura y su mentón apoyado en su hombro, sintiendo ese exquisito aroma a vainilla que amaba de su diamante y lo hacía sonreír entre sueños.

Camus, por su parte, que tenía sus propias manos aferradas con fuerza alrededor de las muñecas del heleno, poco a poco iba perdiendo el sueño, al escuchar al viento volverse un poco más violento, comenzó a removerse para darse media vuelta y apoyarse contra el pecho de Milo, que lo apretó aún más contra sí al sentirlo nuevamente buscando calor.

Camus sonrió leve pero lleno de felicidad y satisfacción al abrir apenas sus ojos y encontrarse con la bella imagen de su adorado novio profundamente dormido, con una pequeña sonrisa en sus labios y la mueca de paz más grande que jamás pudo ver en alguna otra persona.

El pelirrojo se sintió mucho más dichoso de lo que jamás se sintió antes y dejándose embargar por ese reconfortante sentir, enterró mucho más su rostro en el cuello del menor y aspirando fuerte su aroma, busco conciliar el sueño, por lo menos unos minutos más, pero en ese instante, algo asalto la mente del francés y de una brusca manera, empujo al heleno de la cama, quien se despertó de manera instantánea y muy desconcertado intentaba cubrirse como pudiera de las cosas que Camus le arrojaba con mucha fuerza

-¡Hey! ¡Camus detente! ¿Qué te pasa?- Milo apenas si podía desviar lo que Camus le arrojaba, golpeándolo con la chaqueta del mismo galo, que tomo del piso cuando cayó y esa era su única defensa contra la repentina ira del mayor. -¿Puedes parar un poco? ¿Qué demonios tienes?

-¡¡¿Y tienes el descaro de preguntar?!! ¿¡Como te atreves, maldito bicho del demonio!?

-¡Habla claro que no te entiendo!

-¿Que no me entiendes? Te desapareces diez días ¡y luego vuelves como si nada! ¿¿¡Quién te crees que eres para hacer tal cosa!??

Milo, de desconcertado, paso a sentirse un poco más calmado y también se dio el gusto de comenzar a reír por el arranque de Camus, quien era ahora el confundido y su mirada era la que se hacía notar.

-¿Y ahora qué es lo gracioso, Mettaxas?

Ante eso, Milo tuvo un rápido recuerdo que lo hizo reír más aun y calmado volvió a meterse a la cama, haciéndole un pequeño ademán al mayor para que se acostara a su lado, cosa que Camus ignoro porque se sentía muy enojado todavía.

Aun así, Camus no pudo negarse a esa carita tierna, que lo miraba con esos enormes zafiros brillantes y un pequeño y lindo pucherito que daba esa expresión inocente que sabia bien Milo jamás poseyó ni poseería, y finalmente, acabo por acostarse nuevamente en el pecho de su adorado heleno.

-Me da risa porque mí madre también llamaba por el apellido a mí padre cuando se enojaba y que recuerde, mí padre hacia lo mismo que acabo de hacer yo para que mí madre lo perdonara.

-Entonces no debo de sentirme mal por caer ante la belleza de un Mettaxas, ya que no soy el único al que le ha pasado. Aunque no me has respondido. ¿Dónde diablos estuviste metido estos días? Pero lo que mas me importa es saber si estuviste con alguien o no... Así se, dependiendo de lo que hayas hecho, si matarte a golpes o dejarte solo agonizando.

-No tienes que tener miedo por eso.- Respondió calmado mientras le tomaba una de sus manos y le daba un suave beso en el dorso de ella. -Estuve todo el tiempo con Dite, en un hotel en el centro de París.

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