CAPÍTULO 26.

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ADVERTENCIA CONTIENE MATERIAL SENSIBLE



20 de Noviembre de 2015

—No podemos seguir así Dominic, no es sano para ninguno de los dos. Estamos en un círculo vicioso donde tú me pegas y yo te perdono.— Su cara se contrajo cuando dije en voz alta y con todas las letras, lo que teníamos tiempo omitiendo: que me pegaba.

— Busquemos ayuda. No podemos hacerlo solos Lex, por favor— sigue guardando distancia, y lo entiendo como una señal de respeto—. no te rindas ahora, en lo más difícil. No puedes rendirte, no es el comienzo del fin...

Y eso es un golpe bajo, porque sabe que odio rendirme, que nunca me rajo a un reto o a un desafío. Y él ve la duda en mi rostro. Da un paso dubitativo hacia mí, y como no me aparto, da otros con más seguridad. En un instante está a mi lado y en un suspiro me tiene envuelta en sus brazos, con su lengua explorando en mi boca, y sus manos apretándome contra él. Puedo notar como su excitación crece bajo la ropa. Su aliento siempre mentolado me adormece los sentidos. Sus manos tocan cada centímetro de mi piel expuesta, con desespero. No recuerdo la última vez que estuvimos juntos, pero el palpitar acelerado de su pulso y sus gemidos contenidos en mi boca me dan una idea del tiempo que ha transcurrido.

Con el peso de su cuerpo me hace retroceder hasta la cama y con delicadeza nos tumba sobre el colchón. Sus manos agiles vuelan sobre mi espalda para desatar mi sostén, mientras sus besos comienzan a bajar con lentitud por mi cuello. Mueve su cadera contra mí y su erección roza mi bajo vientre, pero en vez de sentirme acalorada y tan desesperada como él, mis entrañas no palpitan, no hay mariposas en mi estómago, mi pulso no está acelerado. 

No siento nada.

—Dominic, para por favor— le pido.

Un gemido escapa de él, pero no se aparta.

—Dominic, no quiero. Para— insisto.

Él no retrocede. Me abraza con ambas manos, con fuerza y sus besos se vuelven violentos y posesivos. Me retuerzo para liberarme mientras el susto comienza a recorrer cada terminación nerviosa de mi cuerpo.

— Dominic, no— digo empujándolo sin resultado.

Toma una de mis piernas con su mano y me fuerza a separarlas. Estando en medio de mis piernas, empuja otra vez su pelvis.

— No—grito a punto de llorar—. Para, por favor

Un ronquido y un gemido después dice "no" mientras su lengua, violenta su paso dentro de mi boca.

No me va a soltar y tampoco parará. Mi esfuerzo por contenerme lo excita. Forcejeo con más fuerza y grito. Se me queda mirando, con las pupilas dilatadas, brillando de deseo, tuerce su boca en una sonrisa y con más rapidez de la que soy capaz de procesar, sujeta mis manos por encima de mi cabeza, utilizando el mismo brazo para aprisionar mi cara contra el colchón.

Grito y me retuerzo mientras caigo por un precipicio de pánico y terror. Mis lágrimas queman mi garganta e inunda mi rostro.

Con su mano libre escucho como se baja el cierre del pantalón.

APRESADA. Hasta que la muerte por fin me libere.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora