CAPÍTULO 34.

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19 de Noviembre de 2015

Un monótono zumbido se filtra en mi sueño haciendo que cada vez me aleje más de los brazos de Morfeo. Entierro el rostro en la almohada aferrándome al sueño que acababa de tener, cuando molesta me giro y tomo el teléfono pensando con seguridad, que se trata de Dania, quien no ha dejado de escribirme ni en la noche, ni en la madrugada.

La pantalla refleja un número desconocido. Extrañada atiendo aún con la voz adormilada.

— Buenos Días, necesitamos comunicarnos con la Sra. Alexa Lassen de Becerra; hablo de la Clínica Corazón de Jesús y es en relación a su esposo Dominic Becerra.

La voz autoritaria y rasposa de la mujer logra despertarme por completo. Al fondo se escuchan otras voces y percibo algunas palabras medicas sueltas. Sé de qué se trata incluso antes de que lo diga. Me quito las sabanas de mi cuerpo cuando comienzo a ahogarme por falta de aire. Las paredes parecieran encogerse sobre mí. Una rabia amenaza con inundarme cuando considero la manipulación de Dominic, jugando con su vida, para atarme a él.

— ¿Hablo con Alexa Lassen de Becerra?

Sopeso mi respuesta tanto, que la persona que me está hablando está segura de que soy yo y estoy sufriendo algún trauma o shock, lo cual no es falso, pero no por las razones que ella cree.

— Quiero que sepa en primer lugar que el Sr. Dominic se encuentra bien y en pocas horas será dado de alta, pero ha pedido que la llamáramos para que pueda llevarlo a casa.

— ¿Qué le pasó?— Contesto tan molesta como me siento y sin intentar disimularlo. El muy idiota ni siquiera se acuerda que me dejó encerrada. Mi respiración agitada solo logra que parezca nerviosa a sus oídos.

— El Sr. Becerra ingresó en horas de la noche a la unidad de emergencia presentando envenenamiento etílico y cortes profundos en la muñeca derecha. Se le practicó limpieza, desinfección preventiva en las cortadas y sutura..."

Está leyendo el informe médico donde sigue los procedimientos que realizaron y las medicinas que le aplicaron. Escucho despreocupada, porque no me interesa lo que le hagan, solo quiero que llegue a la casa y abra la puerta, solo para poder irme y no verlo nunca más.

— Entonces, ¿en cuánto tiempo puede estar aquí?— Finaliza la mujer.

Su pregunta me saca de mis pensamientos escapistas y regreso mi atención a la llamada.

— Dijo que ya le habían dado de alta, ¿no está en condiciones de salir solo?— Pregunto exasperada.

— Sí, ya le dimos de alta, pero Sr. Becerra ha pedido que su esposa lo venga a buscar.

Su tono es de desdén, está claro que para ella soy la esposa desconsiderada que se niega a buscar a su necesitado esposo. Ojala pudiese ir a buscarlo y exhibir todos los golpes que me ha dado en las pasadas semanas, para demostrarle a mi interlocutora que esa frase trillada de "el amor siempre triunfa" no va con nosotros, una frase que seguramente ella debe profetizar de cama en cama en cada clínica, con cada pareja que ve atravesando choques, contusiones, accidentes y enfermedades, para brindarles esperanza. Ese razonamiento hace que me hierva la sangre en las venas.

— Si ya le dieron de alta y él está en condiciones de irse por sus propios medios, entonces puede perfectamente llegar a la casa. Yo estoy indispuesta. — Respondo con petulancia.

— ¿Cómo Indispuesta?— Pregunta sorprendida y con el típico tono de quien me juzga.

— Sí, indispuesta como que no me da la gana de salir a buscarlo.— Respondo con altanería.— Y por favor, exprésele con exactitud esas palabras. Y otra cosa, es Alexa Lassen, sin el "Becerra", eso también se lo puede indicar a él, y ya que en esa estamos, dígale que puede borrarme de sus contactos de emergencia, porque seguiré tan indispuesta en el futuro como hoy.

APRESADA. Hasta que la muerte por fin me libere.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora