Daniela
-Abuela me voy, que voy a llegar tarde- Dije gritando mientras cerraba la puerta de la entrada.
-Ten cui- No terminó de decir mi abuela. Ya había salido, así que sin querer la había dejado con la palabra en la boca. Mi abuela se preocupaba mucho por mi. Era algo que me gustaba, pero aveces se volvía demasiado agobiante.
Esa tarde tenía pensado ir a la biblioteca. Estaba en semana de exámenes y aunque yo mis asignaturas no las llevaba mal tenía que seguir estudiando.
La razón por la que tenía que llegar pronto era que en esta semana la biblioteca se llenaba de gente, y aunque en mi casa no había demasiado ruido y podía estudiar, prefería la biblioteca y dejar lo de estudiar en casa como una opción de vida o muerte a pesar de que estudiar en la biblioteca no era muy cómodo, ya que como siempre todos te odian sin razón aparente, y me llamareis masoquista pero después de recibir el constante desprecio de todos eso se vuelve algo habitual y sin lo que, en cierto modo, no puedes vivir.
Al encontrar el enorme edificio que formaba la biblioteca, entré y atravesé la recepción donde la propia recepcionista, de unos 40 años, me dedicó una cálida sonrisa mientras que cuando llegué a uno de los enormes salones del edificio la gente que me conocía del instituto me mataba con la mirada. Que fuera una marginada no quiere decir que la gente no me conozca, de hecho, me conocían más que a muchos Invisibles*. Era curioso ver la diferente forma en la que me trataban mis compañeros de instituto, si se les podía llamar así a esas bestias que sólo piensan el ellos mismos y en disfrutar de todo sin importar lo demás, a como la gente que no me conocía de prácticamente de nada y era más adulta o más pequeña que yo.
Al salir de la biblioteca, fui en busca de mi coche, un Fiat 500 negro. Entré, me acomodé en el asiento, puse las llaves, encendí la radio y arranqué. Por el camino fui escuchando y tarareando "Let her go" de Passenger. Esa canción me encantaba.
Un poco antes de llegar vi que la casa que tenía al lado de la mía estaba de mudanzas, enseguida pensé que, quizás, mañana después del instituto podía pasar a presentarme, dar la bienvenida y llevar algo como las galletas de chocolate que mi abuela tenía hechas (Y de paso comerme algunas).
-Ya he llegado-Grité con entusiasmo al cruzar la puerta de la entrada.
-Abuela, ¿Sabías que tenemos nuevos vecinos?- Un olor delicioso inundó mis fosas nasales. Galletas. Parece que mi abuela no sabe cocinar otra cosa, pero están tan ricas que me da igual.
-Oí muchos coches y algo de estruendo, pero no me asomé a ver porque se me podían quemar las galletas- Sonrió ampliamente mi abuela- Y ya sabes como soy, que me pierdo en los laureles- Rió.
Las dos reímos.
- He pensado que quizás mañana pueda ir a dar la bienvenida- Dije mientras me quitaba el abrigo. Y lo dejaba en un perchero del pasillo.
-Muy bien cielo, pero ten cuidado- Se puso un poco seria antes de continuar- Ahora vete a cambiarte para luego venir a cenar, hoy cenaremos algo suave. Sopa- Empezó a poner los platos.
Asentí con la cabeza.
Subí las escaleras para ir a mi cuarto. Cuando llegué cerré la puerta, me acerqué al armario y escogí un pijama con nuevecitas negras y blancas que en la parte superior tenía dibujado una ovejita durmiendo. Me cambié lo más rápido que pude, esto hizo que al ponerme la parte de abajo levantara una pierna más de la cuenta y perdiera el equilibrio. Me caí de culo, pero al pensar en como habría sido la repetición a cámara lenta de lo que habría pasado si me hubiera visto grabada me empecé a reír. Sí, en el suelo.
-La cena está lista- Dijo mi abuela.
Salí de mi cuarto y bajé las escaleras, sonriendo al recordar lo que había pasado hacía un momento, aunque me doliera el culo.
-Princesa- Dijo mi abuela separando la silla de la mesa y haciendo un gesto para que me sentara. Como si fuera una princesa, vamos.
-Ay abuela que tonta eres- Me reí -Sabes que estas cosas no me gustan. Cambié mi risa por un puchero.
-Lo siento cielo, pero es que ya sabes como soy- Me acarició el pelo y se sentó.
La cena transcurrió sin incidentes y cuando terminamos ayudé a mi abuela a lavar los platos.
-Buenas noches abuela- Dije mientras subía las escaleras.
-Que descanses mi niña- Me lanzó un beso. Estaba a punto de entrar al salón cuando hablé.
-Por cierto, mañana cogeré alguna de tus galletas para lo de la bienvenida y eso- Dije sin importancia y en cuanto terminé de hablar llegué a mi cuarto.
-Vale, pero tu no cojas ninguna, que cuando empiezas no paras- Dijo riendo para luego meterse en el salón.
-Sí sí....- Dije yo mientras cerraba la puerta (Ni de broma iba a dejar que se las comieran todos ellos).
No tenía mucho sueño asique me metí debajo de las sábanas y me puse los cascos de música hasta que me dormí.
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Más adelante explico quienes son los Invisibles
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Historia De Una Nerd
Fiksi PenggemarA veces me gustaría gritarle al mundo que existo, que estoy aquí, que por favor me haga caso y me deje entrar en el juego de la vida. Pero en vez de eso no recibo más que sus bofetadas, una y otra vez. Estoy cansada de que me golpeen, de que me malt...