Pasaron unos minutos y no respondí. Normal. Me había quedado a cuadros, había había organizado un plan para un día entero. No quería, no estaba dispuesta. Él me había tratado bien, me estaba consolando, soportaba mis rarezas y siempre me había degendido.
-No pasa nada, si no quieres ir lo ent..
-No, digo sí, iré.- Me incorporé rapidamente de su hombro interrumpiéndole. Sonreí un poco forzosa. Quedaban casi dos días antes del encuentro seguro que para entonces todo estaría bien.
Él me sonrió de vuelta y me volvió a ceder su hombro. Ambos estábamos levemente iluminados, pero lo bastaba para vernos la cara.
-En realidad no pensé que aceptarías.- Dijo en un susurro.- El helado está encima del piano, granujilla.- No tuvo que repetírmelo me levanté como una bala y fui a por él.
-No me puedo creer que vendan helados tan grandes, tampoco sabía que había un sabor que se llamaba banana con frutillas.- Dije volviéndome a sentar a su lado con mi sabroso tesoro.
-He tenido que viajar a la ciudad para conseguirlo.- Entonces me sentí un poco mal por haberme olvidado de Liam y no haber estado aquí. Seguramente me habría acordado tarde o temprano de que tenía clase, pero ni mucho menos me la habría perdido ¿y todo por culpa de quién? del simio bípedo.
-Puede que esté un poco derretido pero nadie lo ha tocado.
-Es perfecto.- Le dije dándole a probar, cucharada que no rechazó. Le dí un beso en la mejilla.
-¿Me vas a contar lo que te pasaba?
-Algún día.- A menudo le contaba las cosas que me pasaban, las buenas como las malas, pero en este caso me sentía un poco patética diciéndole que estaba llorando por un chico del que ni siquiera estaba enamorada.
Entonces me acunó la cara con las dos manos y me limpió con los pulgares las mejillas.
-Sabes que si te hacen daño puedes decírmelo.- Le noté decepcionado en la voz, a lo mejor fue que creyó que no le contaba lo sucedido porque no confiaba en él, pero aún así era agradable saber que alguien se preocupaba un poquito por mí aunque fuera por cortesía.
Seguimos hablando y hablando, nos reímos en una cómoda oscuridad hasta que se hizo demasiado tarde.
Liam se levantó y me tendió la mano. Me acordé de Harry, él había preferido levantarse solo y eso me entristeció. No debería ni de estar pensando en él, no se lo merece. Capullo...
-¿Te llevo a casa pitufa?- Si Liam no me apodaba de todas las formas posibles entonces sabría que algo iba mal, seguro que entonces sería el Apocalipsis.
-Tengo el coche aparcado fuera.
-¿Esa birria chiquitita? Pues ten cuidado en la carretera que si te veo por mi lado a lo mejor te piso como una hormiga.- Soltó una carcajada.
-Ja...ja...ja.- Risa sarcástica.- Espero que te pongan una multa por exceso de velocidad y te embarguen el coche. Le saqué la lengua- Ya casi habíamos llegado a la salida.
-Pero que mala saña tienes pitufa. Para que lo sepas.- Me agarró de la cintura y me giró contra él. Casi me caigo ¿Se creía que por tener más fuerza ahora podía hacer eso? - Tu coche es pequeñito y adorable como tú.- Besó mi frente y pasó delante.
A CUADROS, me quedé a cuadros que confianzas se traía este chico últimamente. Por haberle dicho que sí a una... cita?, no, era una quedada normal y corriente, no podía cambiar nuestra relación de cualquier manera.
Le acompañé a su Land Rover negro que estaba aparcado más cerca que el mío. Le dí un beso en la mejilla, me abrazó y se fue.
Había aparcado mi coche un par de manzanas más arriba ya que todos los estacionamientos estaban ocupados. Era jueves, universitarios y adolescentes rebeldes se apoderaban de la noche y el barrio donde estaba el estudio estaba conquistado por todos los bares, antros, discotecas y bares de alterne que te puedas imaginar.

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Historia De Una Nerd
FanfictionA veces me gustaría gritarle al mundo que existo, que estoy aquí, que por favor me haga caso y me deje entrar en el juego de la vida. Pero en vez de eso no recibo más que sus bofetadas, una y otra vez. Estoy cansada de que me golpeen, de que me malt...