Día 35

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Querido Gabriel,

Quiero que sepas que...

Tras una semana llena de decepciones tuyas en las que volvías a caer en sus trucos, y yo en tus brazos, me di cuenta de que de nada me servía derramar lágrimas contigo.

Porque sí, lo he hecho, y tengo una razón.

Tú.

Veía como sufrías al estar a su lado y no poder abrazarla y mimarla como realmente imaginabas.

Yo también me sentía así, pero tu no me hacías lo que ella te hace a tí.

Al menos no conscientemente.

A todo esto, hace un par de días, me sorprendí conmigo misma.

Te veía cuidarla, mimarla, abrazarla para quitarle el frío...

No lloré.

Me enfadé.

Mucho.

Más que nunca empecé a maquinar ideas, momentos, situaciones en las que asesinaba a esa zo... a Sandra.

Estaba casi ciega, y en lo que menos me di cuenta portaba unas tijeras entre mis manos.

Jugaba con ellas.

Con sus afiladas cuchillas.

Me imaginé quitándole un ojo.

Y la clavé con fuerza en mi pupitre.

Juraba que en cualquier momento la mataría.

Así que, dejando a mis amigas y amigos completamente desconcertados, me marché del aula de Teatro.

Salí a tomar aire, pero mientras más sola, más cosas sádicas imaginaba.

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N/a

Amo la parte final, justo cuando agarra la tijera *-*

Quiero que sepas que...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora