Quiero que sepas que...

Día 58

Querido Gabriel,

Quiero que sepas que...

Sólo faltaba un día para el último de clase, la nuestra junto a la de 4°C, donde está Jeremy, decidió quedar en algún sitio para despedirnos entre todos.

Allí, me diste de esos besos que repartiste a ciertas amigas tuyas, me abrazaste y volviste a despertar sentimientos extraños en mi.

Llegó un momento en el que me puse sentimental, en el que mi amiga Elena no pudo hacer más que llorar. Logró contagiarme.

Nos abrazamos llorando, a saber por qué, si en vacaciones podríamos vernos de seguro. Pero la idea de que ya no nos veríamos todos los días nos aterrorizaba.

Al final, ambas acabamos abrazando a todos los de clase, con una enorme tristeza. Abrazamos a gente que no creeríamos nunca que abrazaríamos.

Eso sí, evité tener que cruzarme con Sandra, no tenía ni ganas de que me consolara con ese aire de niñita buena que no es.

Bueno, que volví a abrazarte.

Noté celos en los ojos de Alex.

Y no hacía mal en tenerlos, tenía que ser celoso e intentar apartarme de ti. Esperaba que lo hiciera, pero nunca ocurrió.

Me apartó del resto del grupo a una zona en la que nadie vería lo que pasaría allí.

Reposó su hermosa espalda en una columna y me atrajo hacia él.

Colocó un mechón de pelo detrás de mí oreja y aprovechó para acariciar mi mejilla.

-Alex, yo...- Quería pero no quería.

Sabía que le haría daño si le decía que volvía a sentir cosas por ti.

Y él lo entendió, intentó ocultar fallidamente su tristeza detrás de una sonrisa. O quizá yo era tan experta en el tema que lo noté sin ningún esfuerzo.

Me abrazó y volví a llorar.

-Te am... Te quiero Gabriela- Se corrigió a si mismo-, gracias por tantos años juntos, por aguantarme. A mi y a mis celos. Y gracias por ser mi mejor amiga, eres la mejor.

Me di cuenta, de que él había entendido mi situación, sé que su verdadera misión era pedirme salir. Le hubiese dicho que sí, pero habría sido mentirnos.

Me pediste que me sacara una foto contigo, luego que hiciéramos un video loco juntos, me pediste que nos pusiéramos un número, y por último me rogaste que quedáramos en verano.

No entendí por qué te comportabas así, pero lo acepté sin más.