"Los días son tan buenos o tan malos como nuestra actitud para enfrentarlos"
~Cathal Ryter~¡Qué tal mis lectores!
El día de hoy, les vengo a compartir la primera reflexión de este libro. Dicho trabajo lo presenté hace ya un par de años en una reunión con algunos funcionarios y demás —la política, ya saben—, bueno, en ésta ocasión no entraré en tanto detalle y vayamos directamente al relato...
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Había dos hermanos, mellizos de nacimiento, ambos padecieron el infortunio de un hogar roto. De pequeños, su madre les abandonó a muy temprana edad, pero fue su padre quien, con sus vicios y sus excesos, marcaría el destino de la vida de ambos.
Desde niños, tuvieron la mala fortuna de tener que lidiar con los problemas de bebida de su padre, aunado a ello, los golpes y los abusos recibidos durante un largo tiempo.
Los años pasaron, los niños crecieron y ambos tomaron rumbos separados.
Tiempo después, y ya hechos hombres, ambos hermanos volvieron a encontrarse en un café, tenían mucho tiempo sin saber el uno acerca de la vida del otro, y deseaban ponerse al corriente, esto fue lo que sucedió...
—¡Hermano! ¡Qué gusto verte! —dijo Juan, el mayor.
—¿Qué tal? ¿Cómo va todo? —respondió Pedro, el menor.
—Muy bien hermano —dijo, hizo una pausa y continuó—, pero, ¿Qué pasa? Te noto algo desanimado.
—Sí... Lo estoy —contestó Pedro con la mirada gacha.
—¿Puedo saber la razón? -Juan puso la mano en el hombro de su hermano.
—Pues mira hermano —hizo una pausa, suspiró y prosiguió—, no me ha ido bien en la vida, mi vida ha sido una desgracia, me he divorciado recientemente, mis hijos no me hablan y he caído en problemas severos a causa de la bebida... Hoy soy un alcohólico... ¡Todo por culpa de papá! ¡Por su maldito mal ejemplo que me arruinó la vida! —respondió iracundo y con sumo resentimiento— Por eso era obvio que terminaría como él.
—¡Oh! —exclamó Juan afligido— Lamento saber eso hermano... No lo imaginaba.
—Descuida... Pero mejor dime, ¿Cómo estás tú? ¿Qué nes de tu vida? —preguntó el menor con un cambio de tono en su semblante.
—Pues bien hermano, me va muy bien. Estoy casado, ya con dos niños; de hecho soy entrenador del equipo de mi hijo y acabo de ser nombrado gerente hace una semana —dijo orgulloso y añadió— y bueno, lamento saber lo tuyo con la bebida, yo no bebo, nunca lo he hecho.
—¿Y eso hermano? ¿Cómo lo has conseguido? —preguntó Pedro, curioso.
—Pues también como tú.
—¿Cómo? No entiendo.
—Sí... ¡Todo gracias a papá! ¡Por su maldito mal ejemplo que me salvó la vida! Gracias a ello, supe lo que no quería tener en mi vida y jamás tomé ese camino —contestó tajante.
Pedro quedó enmudecido ante la respuesta de su hermano, que convirtió un evento desafortunado en una motivación de vida...
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¿Cuántas veces nos hemos enfrentado a las adversidades de la manera incorrecta?
¿Cuántas veces hemos buscado culpar a otros por todas nuestras desgracias?
Bien dice una frase que me gusta mucho:
"Yo gano o aprendo... Nunca pierdo"
Sin temor a equivocarme, te puedo decir, que tú eres un ganador por el simple hecho de que estás vivo y puedes leer estas líneas.
Te invito a que reflexiones y tomes lo que mejor te sirva de éste escrito.
Si te ha gustado ayúdame votando por este capítulo y comentándolo.
Sin más, me despido, no sin antes dejarte:
Un abrazo... Un pulso... Un sentir.
Tu amigo y filósofo, Cathal.
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Onírico
Não FicçãoAntología de vivencias; bibliografía inédita de vida; compendio de ilusiones rotas y sueños inconclusos. Estos, y otros más calificativos serían ideales para describir el contenido de este libro, tan tuyo como mío. Al interior de estas páginas enco...