XXVI: -Y Vivieron Felices...¿Para Siempre?-

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¿Cuántas veces no hemos visto, leído, escuchado o pronunciado la frase: "Vivieron felices para siempre"?

¡Hola que tal, soy Cathal! Y había una vez... un bello capítulo que se llamaba:


—Y Vivieron Felices... ¿Para Siempre?—


Algo que quizá no les he contado, es que en mi multiplicidad de cursillos, talleres y otras curiosidades donde he inmiscuido mis narices, tengo en mi haber uno muy especial de animación lectora.

¿Qué es eso?

Os lo revelo. Es cuando al leer alguna obra —principalmente cuentos infantiles— el lector hace diferentes voces, cambios de matiz, modulación, entre otras cosas. Es como si el cuento "cobrase vida" y fuese representada pero sin actores de por medio, es el narrador quien hace todo el trabajo.

Pues bien, en aquel verano del 2015, que tomé dicho curso, quedé fascinado, tan es así, que ya he prestado mis servicios como cuenta-cuentos en algún par de ocasiones, y la más importante fue en la escuela donde acude mi hijo, ¿Qué les parece?

Algo que no saben de mí —por que no se los había contado—, es que durante las noches, por lo menos unas tres a la semana, leo un cuento a mi hijo justo antes de dormir.

Puedo decirles que tengo dos tomos de cincuenta cuentos cada uno. El primero, es de Hans Christian Andersen; y el segundo, de los Hermanos Grimm.

Si bien, el primero no es tan "infantil" como las ilustraciones parecieran sugerir; y en el segundo, los hermanos Grimm te narran algunas situaciones con algo de crudeza, tienen en común que  varios de sus relatos terminan con aquella conocida oración: —"Y vivieron felices para siempre".

Y aquí es donde yo me quedo con cara de "¿Neta?". Y no me malentiendan, no soy un "Grinch" de la vida ni mucho menos, pero creo que el manejar ese tipo de conclusiones poco verosímiles en las historias que leemos, más que dotarlas de entusiasmo, brindan —creo yo— una falsa ilusión y esperanza por encontrar ese "príncipe azul" y vivir "el cuento de hadas", lamento "spoilearles" amigos, pero, el dichoso príncipe en mención es tan real como Santa Claus o una moneda de $3.00 pesos mexicanos.

—¿Qué te pasa Cathal, amaneciste amargado o qué ch*ng*dos? —interrumpió el ente amargoso que habita en mi cerebro sin pagar renta.

Y no, la verdad es que no. Saco a colación dicho tema producto de inspiración que me otorgó una plática que tuve con @CinthiaRuizM —luego te cobro la promo amiga—, la cual es una estupenda escritora y de verdad les invito a leerla y seguirla...

¿Ya me perdí verdad? ¡Ah ya!, platicando con ella, llegamos a la conclusión de que si bien, a veces buscamos esa felicidad en la vida, la existencia es un cúmulo de experiencias y vivencias de todo tipo. Así como hay amor, hay desamor. Para la ternura, tenemos la amargura, y en fin, no todo puede ser color de rosa, y no por ello quiere decir que debemos ser infelices o que no tenemos esperanza alguna. Pero, así como anhelamos y buscamos la felicidad de manera intensa, también debemos abrazar nuestras experiencias, por que, por muy malas que estas sean, algo bueno nos deben haber dejado en el camino.

¿Alguno(a) coincide conmigo hasta este punto?

Entiendo toda la cuestión de enseñar valores a nuestros niños a través de las historias y la lectura. El que se den cuenta que el ser valiente, conquistar sus miedos, ayudar al próximo y no rendirse ante los obstáculos, entre muchas otras cosas, está perfecto; sin embargo, considero que también no tiene nada de malo dejarles saber que el mundo quizá no es tan lindo y apacible como en algunas historias resulta ser en apariencia, y no me refiero ya a solamente el público infantil, también para los adolescentes, adultos jóvenes y más allá, encontramos historias que en ocasiones caen en la exageración de la bondad verdadera y el amor genuino, es decir, habitan dentro de una burbuja, balance por favor.

También quiero hacer un pequeño paréntesis para agradecer a mi lector @DelwingJoelBerriosCa quien es también una persona muy imortante para la elaboración de este capítulo, ya que recién platicábamos acerca del final de "Visitante", mi obra —la cual si aun no leen les invito a hacerlo—, y me decía que le gustaría ver más de los personajes principales. A lo que yo le hice saber que habrá otra historia donde estarán involucrados. Y algo que me llamó muchísimo la atención fue una petición en particular: —"Me gustaría un final feliz".

Y es lo que me llevó a pensar: —¿Qué es la felicidad? ¿De que depende? ¿Cómo se obtiene? Y es que, es algo tan subjetivo, tan único y personal, que, lo que para uno es plenitud, para otro pudiese significar amargura.

Es decir, ¿Existe una formula estándar para obtener una felicidad equitativa que se aplique a todos sin excepción? De ser así, te invito a que la compartas a través de un comentario, por que tu humilde servidor, no la conoce.

Sin duda que es un tema que da para mucho debate y un tanto más para filosofar.

En conclusión: No me considero amargado, ni feliz, pero mucho menos infeliz. Me considero una persona con aciertos y fracasos, con días muy buenos y también otros malos; que una mañana despierto junto al primer rayo de sol e inhalo ampliamente lleno de ilusión y gozo; pero otros, simplemente deseo no existir, sí, así soy yo, caótico como todos, pero siempre con la ilusión de que este día puede ser mejor que el anterior, aunque sea solo un poco... Un paso a la vez...

Por mi parte dejaré hasta aquí el tema, en "puntos suspensivos", dime que piensas, cual es tu opinión, ¿coincides conmigo? ¿De plano estoy loco? Adelante, átrevete, dímelo,  que yo te contestaré con el mismo gusto de siempre.

Recuerda que te deseo un excelente día, una mejor semana y muchos, pero muchos días felices. Pronto nos volveremos a leer, mientras ese encuentro llega, yo te dejo:

Un abrazo... Un pulso... Un sentir.

Tu "infeliz" amigo, escritor y servidor... Cathal.

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