XXXI: -Conocí a un famoso-

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¿Les ha pasado que admiras mucho a alguien y luego el destino los junta en el mismo sitio?

¡¿Sí?!

A mí no... xD

¡Ah que-mamucho-el sol! —gritó el ente, amargado desde su rincón.

—Uuuy, que delicado —contesté.

Bueno, el caso es que una vez si me pasó, fue hace mucho tiempo, era un niño, y me encontraba paseando con mi familia en San Miguel de Allende; pero esa no es la historia que les voy a contar hoy, no, es una que sucedió hace unos dos o tres años...

¡Hola qué tal, soy Cathal! Y esta es mi anécdota divertida, cómica y musical, la cuál bautizo como:

—Conocí a un famoso—

Verano del 2016, México DF —ahora CDMX—, ahí estaba yo, todo guapo cual galán de telenovela, con mi postura triunfal y mi perfil griego... Ok no, nada más estaba ahí parado.

El lugar fue el aeropuerto capitalino.

Eran poco más de las nueve de la noche y me encontraba esperando los minutos finales para por fin abordar el vuelo que me traería de regreso a mi natal Reynosa.

En eso estaba, ya saben, filosofando acerca de la vida y demás —o sea bien p**che aburrido—, cuando delante de mí presencia, pasó caminando un espécimen de singulares características.

Era un tipo alto y con mucha personalidad, creo que rondaba el metro noventa de estatura. Lo que llamó mi atención no fue su altura, sino su look, ¿Por qué?

Pues imagínense nomás lo siguiente:

Sus ropas eran una combinación entre rockero/byker de los 90's; con sus vaqueros sumamente rotos, chamarra del mismo material e igual de maltrecha y llena de parches y demás aditamentos, playera negra de estampado psicodélico, cadenas, botas Harley; y complementado todo con una descuidada barba crecida de una semana y pelo rapado al ras de la misma barba, hacían lucir a dicho individuo como todo un bad-ass (tipo rudo), y como toque final, un mechón de pelo largo que colgaba detrás de su nuca, como dejado adrede.

—¡Qué naco y malandro! —recuerdo haber exclamado para mis adentros.

Y es que se veía muy guarro y estrafalario.

Pues total, estaba esperando los minutos finales para abordar y recuerdo pensar:

—¿A qué vuelo se irá a subir este naco?

Y para mi sorpresa, ¡Iba para mi ciudad!

Pues total, ya nos comenzamos a formar para mostrar el boleto y subir a la aeronave.

Llegué a donde la amable azafata, mostré mi boleto y me dedicó una sonrisa la cual correspondí como el buen macho-alfa que soy —ok no—, y subí.

Delante mío subió una señora que me tocó de "vecina" durante el vuelo.

Dicha mujer en mención no dejaba de ver por la ventana de forma impaciente y emocionada, y pues, como soy muy curioso —por no decir metiche—, pues se me ocurrió preguntar:

—¿Está esperando a alguien?

—¡Sí! —dijo emocionada— ¡Al tijeras!

—¿? (...)

—¿No lo conoce? —preguntó sorprendida.

—Eeem... No... La verdad no —dije sin prestarle mayor importancia.

—¡El del Señor de los Cielos! —insistió.

—¡Amén! —contesté yo algo "mamón"

La mujer rió un poco y yo me acomodé mejor en el asiento.

En eso estaba, cuando el sujeto que previamente describí abordó.

—¡Es él! —me susurró por lo bajo.

—¡Aaaaah! —dije— ¿Ese naco? —pensé.

Y... ¿Qué creen?

Pues como cosa hecha a propósito... ¡Que se sienta justo enfrente de nosotros!

La señora estaba a punto de desfallecer. Qué se arranca enviando mensajes de texto en friega (o sea muy aprisa) a su hija o algo así —que también era super fan de dicha serie— y pues bien emocionada y agitada.

Yo la verdad quería dormir, pero la mujer estaba tan emocionada que sabía que no me lo iba a permitir, así que me animé a preguntar:

—¿Por qué no le pide el autógrafo?

—¡Ay qué pena! ¿Y si me dice que no? ¿Y si se molesta? —parecía colegiala, estaba hecha un manojo de nervios la pobre señora.

—¿Y si se lo pido yo por usted? —la interrumpí.

—¿En verdad haría eso por mí?

—Sí —dije.

Y es que yo ni siquiera sabía quien era el tipo ese, ni siquiera había visto un solo capítulo de la serie mencionada.

Hasta hace unos minutos, el sujeto solo me parecía un tipo sumamente exótico... Y nada más, jejeje.

Total, la señora me dijo que sí con mucha emoción y me pasó una pequeña libretita que traía consigo. Después me proporcionó una pluma y puse manos a la obra.

Me incliné hacia el frente y ahí estaba el divo televisivo. Se encontraba acostado, con el asiento reclinado, y al parecer se.encontraba escuchando música en sus audífonos beats (comercial aparte).

Me aproximé de forma cautelosa y di tres toques en su hombro con mis dedos...

—¿Sí? ¿Qué pasa? —contestó de forma pausada galante con una varonil, ronca y grave voz.

Acto seguido, pronuncié el siguiente cuestionamiento:

—Oye... Disculpa... ¿Tú eres el Tijeras?

El sujeto en mención se retiró los audífonos haciendo un movimiento pausado y  mirándome solo un instante para expresar:

—Sí... ¿Por qué?

—Ah, es que la señora te reconoció —echando la culpa—, y dice que si le das tu autógrafo.

—Esta... bien —dijo con su acento colombianamente sensual.

Yo le pasé la libretita que previamente   mencioné, y él la tomó. Dibujó un garabato inenteligible, y luego me lo regresó.

—¡Gracias! —dije.

—Sí... Gracias —expresó en el mismo tono áspero y de mafioso sensual.

Le entregué la libreta a la doña, y parecía que se había ganado un premio o algo, le tomó foto y de inmediato lo reenvío a su hija y la hubieran visto, bien chiflada y me agradeció de sobremanera como si hubiera hecho yo mucho.

Me sentí contento por ella, y pues para mí no significó tanto, pues no sabía ni quién era el tipo hasta ese día.

Pero me sentí muy contento de haberla ayudado y me sorprendí por cómo a veces hay personas que se desviven tanto por algún actor, cantante o similar, llegándolos a poner sobre un pedestal, cuando en realidad son personas tan comunes como tú y como yo.

Bueno, esa fue mi anécdota de como conocí a un famoso sin siquiera advertirlo.

Y tú... ¿Has vivido algo similar?

¿Has conocido a alguno de tus ídolos de la farándula?

Me gustaría saber acerca de ello...

***************

Por hoy es todo, y pronto verán las nuevas sorpresas que les tengo preparadas, estén muy pendientes de ello.

Yo soy Cathal, y te agradezco por tus votos y apoyo a mi trabajo. ¡Gracias por hacerme crecer, una lectura a la vez!

Nos leemos en una próxima entrega, y mientras eso sucede, yo te dejo:

Un abrazo... Un pulso... Un sentir.

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