Capitulo XVII - La llegada

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Unas horas más tarde todos los hombres de Roxxon, a excepción de los equipos destinados a hacer guardia en la central, nos dirigíamos hacia las Islas Azores. En un corto periodo de horas que para mi fueron interminables entramos en territorio portugués, en cuestión de minutos todos los aviones cargados con el personal y el material que faltaba por llegar descendimos sobre la Isla do Corvo.

Aquella isla era una de las nueve que formaban el archipiélago de las Azores, concretamente la más pequeña de ellas. Gracias a la permanente niebla, los vientos extremos y la humedad, aquella diminuta isla era el lugar exacto sobre el cual se abriría el portal.

Bajé del avión controlada y custodiada, en apariencia, en todo momento por Kane, nos dirigimos hacia el área donde habían montado las carpas bajo las cuales todo tipo de equipos para medir los niveles del viento, la energía estática, entre los muchos otros factores que favorecían la llegada del gigante se encontraban por allí. Caminaras por donde caminaras habían hombres montando guardia, otros moviéndose de aquí para ya con aparatos entre las manos que emitían sonidos extraños para mi virgen oído, además de la cantidad de agentes que aguardaban la llegada de cualquier intromisión que pusiera en peligro el éxito de su misión.

Sin aguantar más las constantes miraditas que Kane le dedicaba a la chica morena de antes, quien parecía estar al mando de los cerebritos que informáticamente seguían el proceso de la misión, me senté en el suelo arenoso realmente refrescante. Estábamos ubicados frente a la costa, expandidos por toda la playa del lado sud y la brisa que corría liberaba la opresión de mi pecho. Pase largas horas viendo a Lukin sentado en un cómodo sillón mientras observaba como sus hombres hacían el trabajo sucio, Kane echaba una ojeada de vez en cuando a los equipos para cerciorarse de que todo iba bien y yo por mi parte seguía sentada en el mismo lugar donde horas antes había plantado mi trasero.

Faltaban aproximadamente cuarentaicinco minutos para que el vórtice apareciera ante nuestros ojos y yo seguía sin ver ni rastro de S.H.I.E.L.D. por la isla ¿Se habrían echado atrás? No lo creo, si algo sabía es que cuando Fury tomaba una decisión, esta era irrevocable. A medida que el tiempo avanzaba el cielo se llenaba de truenos después de haber pasado a ser color negro. El viento comenzó a soplar con mayor fuerza de la que lo había hecho durante el día y en el cielo podía verse como la colisión entre partículas eléctricas comenzaban a formar una especie de espiral, lo que en unos minutos pasaría a ser el vórtice o el portal.

Los vórtices de energía son puntos en el planeta con acumulaciones irregulares de campos electromagnéticos o al menos eso era lo que gran parte de los científicos humanos decían, sin embargo había ciertas cosas que escapaban a sus conocimientos y esta era una de ellas. No solo se trata de acumulaciones de partículas eléctricas, más bien en una realidad que la raza humana se niega a aceptar estos fenómenos son consecuencia de lo que podría denominarse como puertas astrales que conectan la tierra con otras realidades, con otros mundos, con otros planetas o estrellas del universo.

-          Disfrutando de las vistas- dijo la voz que pertenecía a mi supuesto padre a mis espaldas.

-          Supongo que para ti esto es el paraíso.- dijo yo sin tan si quiera mirar de reojo.

-          No te equivoques, no me gusta estar tan cerca del escenario principal, hoy la ocasión lo merece. ¿Sabes, hija?- hice un gesto de desagrado ante aquella palabra y él lo ignoro- Pensé que tus amiguitos vendrían pero dada la hora dudo que aparezcan, supongo que deberías ir haciéndote a la idea de que tu casa ahora vuelve a ser Roxxon, no puedes confiar en nadie, creía que te había enseñado la lección.

-          No tengo ganas de escucharte- dije levantándome y tras sacudir la arena mi pantalón intente marcharme pero él me detuvo.

The Avengers: RedemptionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora