8- Seis años después

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—¿Qué creéis que hará Polly este invierno? —exclamó Fanny levantandola vista de la carta que había estado leyendo tan atentamente.

—Dará charlas sobre los Derechos de la Mujer —dijo el joven caballero que estaba examinando detenidamente su hermosa y abundante mata de pelo, definitivamente castaño rojiza, mientras se apoyaba con ambos codos en la chimenea.

—Sentará cabeza con algún joven pastor y se casará con él en primavera —añadió la señora Shaw, cuya mente no se apartaba mucho en aquel tiempo de las cuestiones relativas a los noviazgos.

—Creo que se quedará en su casa y se encargará de todo porque los sirvientes son muy caros. Sería muy propio de ella —dijo Maud, quien ya podía pronunciar la "r".

—Pues yo creo que acabará abriendo una escuela, o algo semejante, para ayudar a sus hermanos —dijo el señor Shaw, quien había dejado a un lado el periódico al oír el nombre de Polly.

—Todos os equivocáis, aunque papá es el que más se acerca —exclamó Fanny—. Dará clases de música y se mantendrá a sí misma para que Will pueda ir a la universidad. Es el hermano más estudioso y Polly está muy orgullosa de él. Ned, el otro hermano, tiene talento para los negocios y no siente atracción por los libros, de modo que se ha marchado al Oeste para buscarse la vida como pueda. Polly dice que ya no la necesitan en casa, que la familia es muy pequeña y que Kitty puede ocupar perfectamente su lugar. Por tanto, se ganará la vida y entregará a Will su parte de los ingresos familiares. Menuda mártir se ha convertido esta chica. —Y Fanny acompañó aquellas palabras con tal solemnidad que todos tuvieron la sensación de que Polly se había entregado a una terrible condena.

—Polly es una muchacha sensible y valiente, y yo la respeto por ello —dijo el señor Shaw enfáticamente—. Uno nunca sabe lo que puede ocurrir, y no hace ningún mal a la gente joven aprender a ser independiente.

—Si es tan hermosa como la última vez que la vi, no le costará mucho conseguir alumnos. No me importaría recibir lecciones de ella —fue la curiosa observación de Shaw, Jr. al tiempo que se alejaba del espejo con la tranquilizadora certidumbre de que su censurable cabello por fin empezaba a oscurecerse.

—No te aceptaría de ningún modo —dijo Fanny, recordando la mirada de desaprobación y decepción de Polly durante su última visita, cuando conoció al inconfundible dandi.

—Espera y verás —fue su plácida respuesta.

—Si Polly termina por llevar a cabo sus planes, me gustaría que Maud recibiera lecciones de ella. Fanny puede hacer lo que le plazca, pero me agradaría mucho que una de mis hijas llegara a cantar como lo hacía Polly. A la gente mayor le agrada mucho más que esa ópera tuya, y recuerdo cómo le gustaba a la abuela.

Mientras decía aquello, los ojos del señor Shaw se posaron en el rincón junto al hogar donde solía sentarse la abuela. La cómoda estaba vacía, el amable rostro había desaparecido y no quedaba más que un dulce recuerdo.

—Me gustaría aprender, papá, y Polly es una maestra espléndida. Siempre se muestra paciente y hace que todo sea agradable. Espero que consiga los suficientes alumnos para empezar cuanto antes —dijo Maud.

—¿Cuándo vendrá? —preguntó la señora Shaw, deseosa de ayudar a Polly pero secretamente decidida a que el maestro más distinguido de la ciudad aceptara a Maud.

—No lo dice. Me agradece la invitación, como siempre, pero dice que debe empezar a trabajar de inmediato y organizar su habitación. ¿No resultará extraño tener a Polly en la ciudad y que no viva con nosotros?

—La convenceremos de que se quede aquí. La habitación debe de resultar muy cara, y puede vivir con nosotros aunque esté muy ocupada con sus lecciones. Dile que lo he dicho yo —dijo el señor Shaw.

Una muchacha anticuadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora