Prólogo

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Octubre de 1515. Inglaterra.

POV Lauren:

Hace demasiado frío para la gente común, tanto que la sociedad de mierda lleva sus grandes y costosos abrigos. 《La realeza》 no es más que simples humanos, a diferencia mía. Ésta noche está a punto de ocurrir otro más de mis 《encargos》. Debo admitir que ya he tenido suficiente para una eternidad.
Ver como poseían sus cuerpos no era de mi agrado total, pero tenía que hacerlo si quería aprender de ello y algún día poder poseer alguno, aunque ya perdí la cuenta de cuantos sacrificios hicieron desde que llegué.

Yo sólo era la que atraía a las personas hasta éstas estúpidas y viejas casas -cada persona que seducía era cada persona que estaba destinada a morir-, ésta vez no fue la excepción.

-Anda, te apuesto a que te vas a divertir como nunca.

-No lo sé, Michelle. Ese lugar es apartado y tengo miedo.

-Estarás conmigo -veía la duda en su semblante- ¿No confías en mí?

-Lo hago, pero aún así.

Chica difícil... para un simple mortal.

-Por favor, ven conmigo -tomé su mano.

-No puedo.

-¿Entonces no me quieres como dices? -fingí un sollozo.

-No llores, Mich -acariciaba mi espalda de arriba hacia abajo.

-¡Ven conmigo, Rachell!

-Sólo si prometes que volveremos temprano.

Já. Pobre chica, a pesar de todo la mayoría de mis 《encargos》no se resistían a mi presencia y está de más decir que nunca sentía el roce que me daban, o los besos, siempre fue así. Yo era Michelle Morgado, sin sentimientos, sin dolor, sin pena, sin amor.

-Lo prometo, hermosa -le sonreí.

-Está bien, entonces iré contigo.

Sonreí para mi bien.
Después de media hora nos estábamos adentrando al bosque, estaba particularmente lleno de neblina, sus árboles parecía que en cualquier momento caerían encima, el crujir de las ramas y el olor de otoño inundaban el ambiente y mi pequeña cita estaba totalmente aferrada a mi brazo. Comencé a ver que se veía preocupada y no era para menos pues éste lugar decía a gritos 《No te acerques solo》, cada sonido provenía de la naturaleza, el aire al chocar contra los árboles se escuchaba tétrico.

-Michelle...

-Dime -respondí.

-¿Estás segura que aquí estarían tus amigos? -me miró.

-Lo estoy, no falta mucho. 

Pasaron cerca de dos minutos y empecé a escuchar sus malditas voces, el tiempo llegaba a su fin y traté de parecer lo más relajada posible, cosa que para mí no era en absoluto complicada.

-¿Escuchaste eso?

¡Mierda! ¿Éstos idiotas no pueden esperar a que lleguemos al lugar?

-No escucho nada.

-Te juro que escuché algo -sentía su miedo.

-Tranquila, no pasa nada, estoy contigo y eso es todo lo que importa ¿ok?

Era hora. De las sombras aparecieron dos chicos.

-Vaya vaya, pero qué hermosa sorpresa.

-Lo mismo digo mi amigo. No deberían andar solas por estos lados, preciosas.

A Sacred OathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora