Capítulo XXIV: Una Piedra Más.

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Narrador Omnisciente.

Y bueno, aquí es donde viene la parte mala del cuento. Camila intentó encontrar o mejor dicho intentar buscar una buena manera de comunicarse con Lauren. No tenía pista alguna de ella y era obvio que sus amigas tampoco la tenían.

Decidió evadir el interrogatorio por parte de su madre cuando entró disparada a la casa. La escena era como cuando un ladrón entra arrasando con todo, las dos que estaba sentadas en el sofá exaltadas por la repentina interrupción mientras se llevaban sus manos al pecho.

Camila igual no le dio importancia, necesitaba encontrar la manera adecuada de hablar con la chica de ojos verdes ¿y si no la perdonaba? Fue una tonta al desconfiar de ella, pero bien dicen que muchas veces la mente es tan poderosa que te hace ver cosas que no a lo que recordó aquella vez que le dijo no se confiase tanto de lo que veía porque tenía una mente que podía distorsionarlo en su mayoría.

-Puedes explicarme ¿qué fue todo eso, Karla?

Camila: Mamá ahora no -comenzaba a sacar algo de ropa con desesperación del armario cuidando no fuese vista la pluma que conservaba de Lauren.

-¿A dónde vas?

Camila: Necesito irme dos días de viaje -respondió convencida.

-Eso puedo verlo -respondió Sinu-, pero a dónde irás y por qué la prisa...

Camila: Mamá ahora no puedo darte explicaciones sólo, sólo quiero alejarme un poco.

-¿Te vas sola?

Camila: Creo que sí -volteó a verla y se acercó colocando sus manos en los hombros de la mujer adulta-. Por favor má, déjame hacerlo sola.

-Es muy precipitado, Karla. Deberíamos de ir las tres juntas.

Camila: No mamá -respondió-. Necesito tiempo a solas.

-Está bien, Cami -suspiró-. Prométeme que vas a cuidarte mucho.

Camila: Lo prometo -y ambas se dieron una sonrisa. La mujer quedándose más tranquila.

Sinu salió de la habitación dejando a la chica preparar sus cosas. Sacó una maleta y metiendo todo sin orden alguno la cerró no sin antes dejar a un lado la pluma para llevarla en un bolso de mano.

Camila: Voy a encontrarte, ángel -dijo.

Tomando consigo sus ahorros y algunas tarjetas de crédito se despidió de su pequeña hermana de la cual le resultó un poco difícil pues nunca había salido así de improvisto de su casa. 
Empezaría por aquel bosque que se manifestó en sus sueños, tal vez en ese lugar encontraría más de una respuesta y no se equivocó, sólo esperaba que todo marchara conforme al plan.

Salió disparada en el coche de su padre pasando a una gasolinera y comprando de una vez algo de comida. El viaje a dicho lugar no se encontraba más allá de cuatro a cinco horas.

El auto paró justo en aquella desolada carretera, parecía que nadie frecuentaba estos lugares desde hace ya tiempo. Volvió a subir para estacionarlo un poco más dentro por si a alguien se le ocurría tomarlo y dejarla a la deriva.
Una vez fuera comenzó a caminar algunos metros al norte, algo llamaba su atención.

Luego de caminar un aproximado de veinte metros miró al suelo y encontró una pluma igual o más larga que la tenía en el coche.

Camila: ¡LAUREN! -comenzó a gritar mientras sus manos rodeaban su boca para hacer el sonido más fuerte- ¡LAUREN! Vuelve, por favor. ¡TE NECESITO!

A Sacred OathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora