Capítulo XXII: Despedida.

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POV Lauren.

Sabía con certeza que no podía irme sin despedirme de ella, esta vez lo haría justo como la mayoría de las personas lo hacen. Dejaría una carta en su recamara, algo que la hiciera recordar lo mucho que me importaba y algo para que jamás me olvidara. Mi objetivo se cumplió y logré salvarla, pero a costa de que su padre muriera y yo aún no tenía la menor idea de quién había sido el culpable y mucho menos por qué lo hizo en un sueño.

El padre de Camila no fue un buen amigo mío, no por problemas sino porque estaba saliendo con su pequeña y era lógico que temiera de que una chica problemática como yo terminara por lastimarla. Sé lo que es perder a alguien que verdaderamente amas, sé lo que es estar llorando por horas, días e incluso semanas por alguien que te importa y cada maldita sensación que pasa por tu cuerpo, mente y espíritu.

Ahora no era lo mejor para Camila y tal vez nunca lo fui, pero di lo mejor que pude, luché hasta que mis demonios no pudieron más y la perdí.

Estacioné el jeep frente a su casa, tenía la seguridad de que no llegaría hasta dentro de algún tiempo. De la guantera del coche tomé una libreta y un bolígrafo para escribir mis últimas palabras.

Una vez terminé doblé la pequeña hoja en mis manos y adentrándome en la habitación de la chica la coloqué en medio de su cama. Tenía muy pocas posibilidades de que la leyera, pero no perdía las esperanzas.

Estaba a punto de irme cuando en su mesita de lectura encontré mi cruz, esa cruz que tanto busqué en estos días. ¿Por qué la tenía ella?
Sin querer hacer más preguntas que por razones obvias no tendrían respuesta la coloqué cerca del sobre dejándola como un regalo, el regalo más preciado que pude dar.
Parte de mi corazón sin latir se quedó con ella, parte de mis pensamientos se quedaron con ella y parte de mi alma le pertenecería a ella hasta el fin de los tiempos.

Ella me tenía, pero yo no la pude sostener.

No pude darle lo que quería, no pude hacerla feliz y por si fuera poco no pude tenerla para siempre.

La verdad duele y pesa más que la mentira.

La mentira siempre se disfraza, cuando sale la verdad todo duele más. Te consume.

Yo era un asco, un fracaso total, así iba a terminar. Tal vez ella quemaría mi pluma y ardería en el infierno.

Salí de la casa observando a todos los lados posibles para no ser descubierta, subí al coche y conduje a mi siguiente aventura por la soledad.

POV Camila.

Luego de aquella triste mañana nos dirigíamos de vuelta a casa, las chicas venían conmigo mientras que Shawn tuvo que regresar con su familia.
Venía mirando a la nada sin quitarme de la cabeza esas imágenes que se plasmaban una y otra vez sin cesar, tal parece que quiere atormentarme.

Las chicas no hicieron más preguntas sobre lo que sucedió con Lauren, mamá por su parte quería hablar conmigo más tarde, Sofi venía dormida con su cabeza recostada en mis piernas. El auto era un completo silencio, nadie sabia que decir y sinceramente prefería que fuera así.

Llegamos a mi casa, bajé del auto con mi hermana en brazos y subí las escaleras para recostarla en su cama, necesitaba dormir y para ser honestos yo igual lo necesitaba, el cansancio me mataba, los pies me pedían a gritos algo de tiempo para recuperar fuerzas.
Luego de salir de la habitación de Sofi fui hacia mi recámara.

Cerré la puerta a mis espaldas mientras me recargaba un poco en la misma. Solté el aire que se acumuló en mis pulmones cuando de pronto dieron tres toques.

A Sacred OathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora