14. Ve a follarte a tu...

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NARRA ALEXANDRA

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4...

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10...

Resople cuando la campana no sonaba indicando el cambio de clases. Estaba exhausta de Cálculo, y más por la profesora que me dictaba clases. Era un dolor de oído grabé, su voz era increíblemente chillona que terminabas con un tic en el ojo por no saber cómo cerrarle la boca. Pero ni modo, no podía hacer nada.

"Señorita Morgan, la solicitan en la oficina del director en cinco minutos"

Fruncí mi ceño y busque a Kendall por mis lados pero no estaba – extrañamente – por el salón.

¿Era la única de los demás viendo clases?

Me levanté y tome mis cuadernos, al menos ya no me dolerían tantos los oídos, y caminé fuera del salón. Deje los libros en mi casillero y me dirigí a la oficina del director.

Tres toques. La puerta se abre, cinco idiotas más mi amiga adentro con la cabeza agachada todos.

— ¡Hola Liberman! — saludé alegre ignorando a los demás.

— Alexandra no sonría, no estoy de humor. — habla y una parte de su rostro estaba paralizada.

Fruncí mi ceño. ¿Por qué algo me decía que tenía que ver con Connor?

Al menos las gemelas no están aquí, sino de compras.

— Emm, ¿Qué pasó?

— No diga que no sabe, por qué se muy bien que sabe lo que pasó. — dice apuntandome — Esos chicos por evitar que la madre de Connor supiese las andanzas de su hijo, me han dormido y era alérgico a la droga.

Oh. Shit.

Los mire mal.

— No sabía, no tengo nada que ver en ese problema. — dije, y salí de ese lugar. Lo que menos quería era ver a mi madre.

***

Baje las escaleras cuando fui mandada a llamar por las gemelas hacia la primera planta de la fraternidad. Lo más raro es que todos, absolutamente todos. Estaban en la sala.

Me quedé quieta antes de entrar. ¿Habrá pasado algo malo? No me sorprendería viviendo de ellos.

— ¿Qué ocurre ahora? ¿Ya murió alguien? ¿Incendiaron la casa? ¿Destruyeron el colegio?  O no se, tal vez — me encogí de hombros — Simplemente se terminó de morir el director...

Todos en silenció, miraron hacia una dirección, juro que pareció una escena de película de traficantes de droga, o tratas de blancas, cuando el jefe se voltea en su silla giratoria y sus ojos se posan en ti. El tiempo para y no sabes que hacer. Tu pulso acelerado se siente, y tú corazón lo escuchas bombear sangre en tus oídos. Y por último tu respiración falla, sientiendote fatal, luego ves que en realidad es la bruja de mi madre y mi cara es remplazada por una mueca de molestia, y una maldición.

— Vieja fastidiosa, ¿Por qué sigue molestando? — murmuré entre dientes. Suspire y sonreí falsa — ¡Madre! ¡Qué gusto tenerte aquí!

Se acerca a mi a paso lento, y sonríe, por un momento creí que iba a besar mi mejilla pero todo se fue al caño cuando su mano se estampó en mi mejilla sonoramente. Todos exclamaron por lo bajo. Mis manos se hicieron puños a los costados. Tense mi mandíbula.

— ¡Maldito engendro! ¿No te basto con la de la escuela pasada y ahora eres una drogadicta? — espeta la mujer frente a mí, su pelo igual al mío, su rostro igual al mío sólo que más maduro, su cuerpo similar pero sus ojos verdes eran lo que nos diferenciaba.

— Vaya, veo que la noticia llego más rápido. — solté riendo por lo bajo — ¿Para eso me mandaste a llamar? ¿Para humillarme frente a mis amigos?

Niega con su dedo, su una larga de perfecta manicura me apunta la frente y me empuja fuertemente.

— El consejo del instituto me mandó a llamar por lo que le han hecho al director, está en manos de ellos, si ustedes siguen o no estudiando... Los padres de cada uno de ellos me pidieron representarlos, pero me llevo la sorpresa de que tú estás metida en esto también. — pongo mis ojos en Blanco.

Bufé. — Jodete, me llamás mejor cuando enserio sea algo importante y yo tenga que ver, no en algo donde soy más que Inocente. — murmuré entres dientes, pero sé que me escucho — Ve a follarte con el nuevo esposo que tienes, así mejor se te quita lo hipócrita que eres. Nos harás un favor a todos.

Su mirada se oscurece, y veo que la e hecho enojar. Su manos vuelve a subir, espere su golpe sosteniéndole la mirada, mi hermano interviene.

— Mamá, cálmate. — pide mi hermano, su adoración hacia él era increíble. Más nunca sentí celos por ello.

Me acerque a ella. — ¿Por qué me odias tanto? La que le fue infiel a mi padre fuiste tú, yo no, yo no debí pagar por tu error. — susurré, girando sobre mis talones me retiré de ahí. Estaba aburrida de todo esto.

Subí a mi habitación y cerré mi habitación cerrando la puerta fuertemente, dejandome deslizar sobre ella. Estaba aburrida de esto, no había algo que ella no me criticara.

— Alex... — unos toques en mi puerta se hacen presentes — Abre la puerta ¿Quieres?

Negué a pesar de que no me podía ver, tenía unas inmensas ganas de llorar pero no podía, no debía llorar por ella, no merecía mis lágrimas, esa mujer que se decía llamar mi "madre" no valía la pena.

— Vete. — murmuré.

Mordí mi labio inferior para que las lágrimas no bajarán. Sentí como poco a poco iba recuperando mi compostura.

— Alex...

Me levanté del suelo, suspire y abrí la puerta Asher estaba del otro lado mirándome espectante.

— Estoy bien, no hay de que preocuparse. — sonreí.

Vaya mentira, el sabía que estaba mal lo supe cuando su mandíbula se había tensado, él sabía que estaba mintiendo, entro a mi habitación y cerró la puerta para abrazarme.

— No estás bien. — susurro , temble bajo sus brazos. Obviamente no estaba bien.

— Si lo estoy, solo... — mi vi se quebró y las lágrimas empezaron a salir por si solas, dolía, maldición dolía. Estaba mal. Todo estaba mal en mi, no me hallaba, no me encontraba y el chico que me gustaba – lo admito – sabía a la perfección que no lo estaba y me abrazaba.

Sus fuertes brazos rodearon todo mi cuerpo protegiendome, o así me sentía yo. Encajaba perfectamente. Escondida en su pecho solloce como nunca en la vida lo había hecho después de la muerte de mi padre. Me derrumbe frente a él, me mostré débil por primera vez.









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Una fraternidad, cinco chicos, ¡¿Y yo?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora