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Las historias que Tempel le contaba eran maravillosas, hacían de su vida monótona algo interesante y enternecedor, ya que el castaño sabía que a Efel le habían hecho falta aquellas cosas, el calor y el afecto, las conversaciones diarias y algo más, un toque de humor que le devolviera todo lo que el pasar de sus días le había quitado.

Al principio le habló de Andrómeda, de Tau Ceti y los púlsares, sólo porque se divertía con la incredulidad del otro. Con el tiempo hubo armonía y Tempel comenzó a rebuscar entre sus recorridos alguna que otra rareza. Quería impresionarle, provocar una mueca de sorpresa o un gesto satírico en su amigo.

Era sublime.

Y le ayudó así a descubrir sus talentos como narrador de historias que pronto desembocó en un pasatiempo que se convertiría en una oportunidad única en la vida. Tempel comenzó a escribir, por alguna extraña razón, lo hacía muy bien, como si encontrase en las letras un universo nuevo en el cual zambullirse y así, olvidar por unos instantes que su estadía en la Tierra era pasajera. Lo hacía sentir permanente plasmar sus palabras en el papel, aunque Efel lo regañara por usar demasiado la impresora, sabía que al pianista, esa nueva forma de arte que había encontrado, le emocionaba mucho.

Por otro lado, además de ser un gajo de emociones primitivas y una aglutinación de conocimientos cósmicos...Tempel sentía un interés macroscópico por la naturaleza humana, al ser ajena a esta misma, para él las cosas que a los ojos de Efel eran lógicas y justas, para él eran inescrutables y eso le apasionaba a crear personajes complejos, a llenarlos de defectos y virtudes que él percibía a su alrededor. Conociendo su camino alrededor de la ciudad, Tempel había conocido gente, nadie que pudiese llamar amigo, pero sí personas que le habían dado distintas impresiones, lo habían inspirado.

Se dio cuenta de que había gente buena y mala, tal vez no estaba seguro de qué eran el bien y el mal, pero sabía que había una diferencia entre la chica que le pidió su número y lo llamó "imbécil" para luego agregar: "al menos miente mejor", por decir que no tenía un celular, y Efel.

Este último se preocupaba bastante, tenía miedo de que Tempel conociera a las malas influencias del mundo exterior en el intento de acaparar información para sus historias. De hecho, a veces le hablaba de lo que no era bueno hacer, pero no quería ser como su padre y se interrumpía a la mitad del discurso, dejando al cometa bastante confundido.

Siempre terminaba con un: "Bueno, pero tú puedes hacer lo que quieras". Y Tempel se preguntaba qué era lo que quería hacer, se daba cuenta de que quería hacer muchas cosas, pero no sabía cómo y se frustraba, entonces sólo veía televisión o se sentaba en el muelle a ver el mar.

Sin embargo, comenzó una historia que hizo que muchas cosas cambiaran. Escribió la palabra a la que Efel tanto temía y fue en ese momento cuando comenzaron las preguntas.

- ¿Cómo es?

- No lo sé .-lo ignoraba Efel.

- Eso es imposible, tienes casi...-lo pensó-. ¡Veinte años terrestres! No mientas, te saldrán hemorroides.

- Iuuugh .-frunció el ceño-. ¿Qué malparido te dijo eso?

Tempel se encogió de hombros y recibió una mirada de asco y desaprobación.

- No te creo, Sophie dice que todos se enamoran alguna vez en su vida .-farfulló el castaño.

- ¿Qué? ¿Quién es Sophie? .-preguntó alterado-. ¿Desde cuándo conoces chicas?

- Es tu vecina, pedazo de inepto. Eso te pasa por ser un asocial de mierda.

Efel enrojeció, echando humo por las orejas. "Esto me pasa por enseñarle a insultar así", pensó.

- Como sea, no es cierto. Mírame, nunca me he enamorado y jamás, oíste, jamás me voy a enamorar.

Tempel entrecerró los ojos, de cierta manera, algo le dolió dentro de su pecho, no entendió por qué pero tampoco tenía ganas de averiguarlo. Vio algo en el rostro de Efel, algo que hacían las personas cuando mentían, desviaban la mirada, y a veces, se alteraban como su amigo lo había hecho. No era idiota, supo enseguida que el amor era algo de lo que ninguna persona tenía la certeza, nadie en el mundo, nadie en ningún lugar del universo podía librarse de él. Bueno, tal vez existían excepciones, como existía la materia oscura, ninguna que él hubiese visto.

- ¿Podemos dar por terminada esta conversación? .-preguntó el humano.

- Continuará .-respondió imitando una voz grave de locutor.

Efel entornó los ojos y se puso de pie, dejándolo solo en el sofá. A pesar de la leve discusión, había aprendido algo, algo que plasmaría poco a poco en una historia; acababa de presenciar algo único, el nacimiento de una estrella, como un cuásar que ilumina todo a su alrededor, pudo ver en los ojos del otro, una chispa de amor encendiéndose.

Y Tempel deseó, secretamente, ser amado.













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"Daría lo que fuera por escucharte
Decirlo una vez más
Que el universo fue creado
Sólo para ser visto por mis ojos
Con falta de aliento, te explicaré el infinito
Qué raro y hermoso es que siquiera existamos."

Saturn. Sleeping at last.





gracias por leer, estoy amando a dónde se dirige la relación de estos dos,

Nanebi.

TempelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora