Besoterapia *HopeV*

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"Yo era tu cielo... y cuando te fuiste lo único que supe hacer fue llover".

Noviembre 2007

Las gotas de lluvia aún golpeaban en la pequeña habitación del pelinegro; de pronto se escuchó un golpe ensordecedor, la puerta de la entrada se había abierto y dejado a la vista la figura de su padre. Taehyung tomó la manta que lo cubría y la deslizó por el piso, mientras entraba al closet que estaba en su habitación; se hizo ovillo en un hueco que su madre le habría proporcionado para jugar a las escondidillas y se quedó quieto.

Seolhee suspiró, escondió rápidamente la maleta debajo de la cama y  se recostó. Su cuerpo fue jalado bruscamente para que saliera de la cama, mientras ella se quejaba del picor de su brazo. — ¡Quiero comer, levántate! — el olor a wisky y cigarrillo mezclados le penetró las fosas nasales.

El hombre ebrio llevó a la mujer hasta la cocina y la aventó frente a la estufa, mientras él se deslizaba en la mesa del comedor y comenzaba a abrir otra botella de licor. Seolhee rápidamente preparó algo de cenar, con lo poco que tenían en la alacena y lo que le habían regalado los vecinos de la colonia.

El arroz y las verduras estuvieron listas, al igual que un ramen instantáneo que había logrado preparar; deslizó el frasco que había en la repisa y agregó suficiente polvo blanco para que todo estuviera perfecto. Le dio la comida a Sihyuk, el hombre comenzó a devorarla, al igual que la botella de licor que ya llevaba más de la mitad. 

Seolhee tomó asiento frente a su esposo, admirando al hombre que lo único bueno que le había dado era un niño pelinegro que estaba arriba, probablemente escondido en el closet de su habitación. Sonrió plácidamente cuando Sihyuk dejó caer su cabeza en la mesa, tomó con cuidado las llaves del pantalón negro que llevaba y subió rápidamente hacía su habitación.

Terminó de empacar lo indispensable en la maleta, tomó el poco dinero que tenía y con una sonrisa pegada en el rostro fue hasta la habitación de su hijo. — Cielo... ¿estás aquí? — susurró su nombre y al no obtener respuesta, entró. — Ya no hay porque temer, cielo, tenemos que irnos...

 Al escuchar eso, el pequeño niño salió de su escondite, frotó sus pequeños ojitos y miró a su madre. — ¿Irnos? — la mujer asintió con una sonrisa, comenzó a empacar algunas cosas de su hijo. — Mami...

— Dime, cielo — la mujer cerró la maleta y tomó asiento en la pequeña cama para poder cargar en su regazo al niño. 

— Nosotros... — el niño aclaró su garganta. — ¿Nosotros ya no vamos a volver? — la mujer tenía un nudo en la garganta, le parecía tan irreal que después de todo ese tiempo sufriendo por fin había decidido irse, negó mientras acariciaba la mejilla regordeta de su pequeño. — ¿Nunca?