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11:58 AM.
CASA DE DEAN.

Las horas habían pasado, el menor no había salido de la habitación, había llorado hasta quedarse dormido, y aún así las lágrimas seguían bajando por sus mejillas rojas, no había llorado tanto ni en la muerte de su madre. Él se sentía protegido por Adam y por Draco, se sentía amado allí, aquí no se sentía así, aquel chico que según la señora extraña que lo cuido era su medio hermano no lo quería, él le daba miedo, y él era extraño... Había querido matar a Draco, definitivamente él no era bueno.

Dean por su parte empezó a preparas sus cosas para trabajar, a vestirse y demás, está vez dejaría al niño antes para poder tener más tiempo para sí.
No entendía a Adam, era por su culpa que no había llegado a horario, su loca compañera de trabajo pidió sexo a cambio de cuidar al niño todo porque Adam no había llegado a tiempo al trabajo, si él no hubiera llegado tarde Dean no habría tenido que cogerse a la chica y habría ido por el mocoso, pero no, Adam no se hacía cargo, es por eso que aún no lo había marcado.

—¡Hey! ¡Mocoso abre la maldita puerta!—.

Golpeó la puerta agresivamente tratando de que éste abriera pero simplemente no lo hizo, estaba tan cansado que los golpes a la puerta no lo despertaron, y aún así Dean insistió hasta empujar la puerta fuertemente obligándola a abrirse, en ningún momento sintió compasión por el menor, él solo lo levantó para obligarlo a buscar sus cosas, aún si el niño lloraba por el miedo que su persona le inculcaba no le importaba.

A las 12:27 AM ya se encontraba en la universidad de Adam, recorrieron ésta preguntándole a las personas si lo habían visto. Escaleras que aterraban a Catriel fueron las que tuvieron que subir para llegar a Adam, aún si a él le aterraba o costaba subir a Dean no le importó, y a la gente que lo veía mucho menos.

—Adam— Susurro en un hilo de lo voz al verlo hablar tan animadamente con aquel extraño chico de facciones orientales, él se reía, él sonreía... Y no era con él... Adam estaba en perfecto estado... Mientras rompía algo en su interior... ¿Por qué? ¿Qué es lo que había hecho mal? Sintió la irá recorrer su cuerpo y aún más al ver al menor correr a sus brazos interrumpiendo aquella conversación de la que no tenía idea sobre que trataba. Adoración, eso es lo que veía en los ojos de aquellas personas, de aquella felicidad de la que no era participé, la mirada de Adam se encontró con la suya, pero ninguno dijo nada... Dean solo lo miro a los ojos... Dolido y con irá... Con celos, apretó sus puntos y salió de la universidad sin siquiera acercarse o despedirse, solo se largó —Malditos sean todos—.

Y aunque Adam quisiera hablar con él le fue imposible, solo mantuvo al menor en sus brazos mientras éste estaba siendo mimado por Yamato, su compañero de clases.

—Yamato, no creo poder terminar hoy la última clase ¿Podrías suplantarme?—.

—Claro, yo lo hago—.

Se despidieron prometiendo hablar del trabajo práctico que tenían que diseñar más tarde, y así Adam se llevó a Catriel hasta su trabajo, llegaría temprano, por lo que tendría tiempo para hablar un poco con el menor, por lo menos en el trayecto del viaje.

—Tienes los ojos rojos cielo, ¿Qué pasó?—.

—N-No me gusta Dean—.

—Lo sé... A mí tampoco— Acarició su suave cabello dejando que el propietario se aferrara a él con todas sus fuerzas —¿Haz hecho tus deberes?— Preguntó cambiando el tema de conversación.

—No, quiero hacerlo contigo, tu me ayudas—.

—Pero también tienes que poder hacerlo solo—.

—Yo no puedo—.

—Claro que puedes, lo harás bien— Y luego lo pensó un poco más, eso no era vida, no era una vida apropiada para el menor, era injusto, eso que el menor hacía eran ejercicios que le habían puesto; según lo que había leído una psicóloga especializada en aquel lugar en el que el menor estuvo.  Esos eran simples juegos de colorear en las casillas correctas o completar algunas cosas, rápidamente se había dado cuenta del retraso madurativo en el menor, pero aún así no quitaba que él debiera ir a estudiar, era algo que todos tenían que tener la oportunidad de hacer y además podría ir de mañana, Dean podría hacer lo que quisiera de su vida luego de dejarlo en la escuela, él arreglaría su horario en el trabajo para poder ir a buscarlo y llevarlo a la casa propia además de ayudarlo con sus cosas escolares... Era un buen plan, solo debía convencer a Dean, y no creía que fuera difícil —Es más... ¿Te gustaría ir a una escuela?—.

—¿Una escuela?—.

—Si, haz ido a una alguna vez ¿Verdad?—.

—Solo así—.

Levantó una mano y la otra solo mostró dos dedos.

—¿Siete veces?—.

—Sip—.

—¿Y es por qué...?—.

Pidió para que el menor terminará la frase.

—Mi mamá no me dejaba ir—.

—¿Por qué?—.

—Dinero, ella decía que no tenía pero yo sé que si—.

—¿Lo tenía?—.

—Ella siempre se compraba cosas, y esos señores le daban dinero—.

Y Adam no preguntó más, no lo necesito, eso le dijo todo o al menos era lo que él creía que eso era, sintió aún más lastima por el menor, sin embargo con ello también sintió más responsabilidad, con lo estúpido que era su amigo... Imaginaba que ahora dependía de él, se hubiera reído de no ser porqué no era el momento, él nunca había pedido hijos ni hermanos menores porque no quería cuidar a nadie más que a su perro y amigo Draco, y allí estaba, cuidando de un niño que no le pertenecía y lo quería.
Y solo por eso... Lo cuidaría y amaría devolviéndole el amor que el menor le estaba entregando, él sería su amigo y protector.

No era el culpable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora