Lamento si encuentran algún error en el capítulo, no recuerdo el apellido de Adam (si es que en algún momento lo nombré). De ser así estaría agradecida de que me corrigieran.
Gracias por su atención.••°°••°°••°°••°°••°°••°°••°°••
07:12 AM.
OFICINA DE ANGELIQUE.—Y firme aquí—.
Tomó el bolígrafo, su mano temblorosa se acercaba al papel sobre la mesa, las penetrantes miradas de aquellas personas se encontraban sobre él, su vista vago hasta encontrar al pequeño cuerpo dormido sobre una incómoda silla en el lugar debido al sueño de haber despertado hace unas cuantas horas.
“Esto es por él”.
Se repitió, apretando aquel objeto entre sus dedos firmó.
—Felicidades, acaba de adoptar a Catriel Jones, ahora Catriel Lee—.
—Gracias—.
Murmuró alegre y tímido, los abogados cerraron sus maletines y luego de la despedida se fueron, Dean salió tras ellos sin decir una sola palabra… Sin despedirse, Angelique se despidió de Catriel, deseando en el fondo de su corazón, que no volvieran a verse en circunstancias similares.
Para cuándo Adam cargó al menor en sus brazos; luego de despedirse de la mujer, salió del edifico, una sonrisa pequeña pero sincera en su rostro, las cosas en su vida no salieron como el lo hubiera esperado en ese tiempo, pero no sé quejaba, él estaba feliz de todos modos, tenía un perro que amar y como mejor amigo, tenía ahora un niño al cual llamar hijo, al cual amar y enseñar.
Ahora, esos pensamientos que llegaban a la medianoche, luego de un largo y agotador día, de acabar solo, sin nadie a quien amar se desvanecían, imaginaba cuan alegre sería su vida ahora, ya no más silencio abrumador, ahora Catriel estaría para llenar de alegría su hogar.
09:24 AM.
COCINA (Casa de Adam).—¿De verdad?—.
Preguntó el menor emocionado, irradiando de felicidad.
—Si, es probable que este fin de semana suceda, el viernes luego de que vengas de la escuela iremos, estoy seguro que a mis padres, tus abuelos, les encantará conocerte—.
—¿Y puede ir Draco?—.
—Supongo que si, tendré que llamar a Amanda para que me preste su automóvil—.
—¿Y también vendrá Dean?—.
—¿Dean?—.
El niño asintió llevando su cuchara con frutas a la boca, adoraba los desayunos variados que le preparaba Adam.
—Sip—.
Pronunció luego de haber comido aquello.
—Catriel… No lo entiendo… ¿Tu quieres a Dean? ¿Aún luego de todo lo que hizo?—.
—Sip— Él ni siquiera pareció tener la necesidad de pensarlo, la inocencia y pureza de los niños llega a ser peligrosa para ellos mismos —Es mi hermano—.
—Creí que le temías—.
—Pero también es bueno—.
—¿Qué tiene él de bondad?—.
Y el menor solo sonrió, porque tal vez, ellos también veían algo que los adultos creían perdido.
16:56 PM.
LA CALLE. (Frente a la casa de Adam).—JA— Dijo en burla la chica —¿Yo? ¿Darte mi bebé? ¡Ni loca!—.
—Amanda por favor, necesito tu automóvil, por eso te pedí que vinieras, será por unos días, te lo devolveré sano y salvo, solo quiero que mis padres conozcan a Catriel, por favor, eres mi amiga, sabes que hace mucho que no veo a mis padres—.
Suplicó, tratando de que su amiga le prestará aquel automóvil que poseía.
—¡Si llegase a prestartelo! Cosa que dudo hacer ¿Qué ganaría yo? ¡Te estaría entregando a mi bebé!—.
—¿Qué te parecen las galletas de mi mamá?—.
Y el gesto de la joven cambio en su totalidad, o si, esa señora cocinará lo que cocinará siempre sería delicioso, para cualquier persona.
—¿Un tarro lleno para mí solita?—.
—Para ti solita—.
—¡Ah, está bien! Pero cuídalo ¡Con tu vida!—.
Y así dejo la llave en sus manos luego de que este prometiera cuidar el auto, su amiga no cambiaría, aún con el paso del tiempo, seguía amando la comida de su madre.
—Te lo devolveré apenas llegué a casa, lo prometo—.
—Nah— Pronunció despreocupadamente chasqueando la lengua, volviendo a su personalidad despreocupada y única —Llévalo al trabajo, de allí yo me llevaré a casa, llegarás tarde seguro y cansado, te apuesto, ahora eres padre y dudo tengas tiempo para ti—.
—Eso no es cierto, tengo tiempo para mi—.
—No me mientas, tu cerebro solo deambula en lo que el koala que tienes por hijo—.
—No me gusta…—.
—¡Amanda!—.
Y el menor se arrojó sobre los brazos de la chica, quien con fingido gesto de cansancio y como si fuera la cosa más pesada del mundo, lo cargo.
—Koala—.
El niño rió, si bien conocía la actitud de la joven, su muy poca falta de tacto y cariño, sabía que ella lo quería, y era mutuo, Catriel adoraba a Amanda, sobre todo abrazarla, puesto que la chica se la pasaba haciendo caras y gestos para molestarlo (cosa que no lograba), ya que su forma de afecto era atraves de bromas no ofensivas ni hirientes pero si molestas. Su amistad era extraña, pero linda.
—Catriel no es un animal Amanda—.
—Nunca dije que lo fuera—.
—Le dices koala, dile algo lindo, más tierno—.
Protestó cual infante estirando la mejilla del menor.
—El koala es un marsupial, no molestes—.
Y así, sus conversaciones llevaron a cualquier tema nada particular, hablaron de distintas cosas, llevándose bien entre ellos. Sin embargo, Adam sentía un vacío en su interior, algo le faltaba, y ese algo tenía nombre, un nombre y un apellido.
Dean Siddall.
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No era el culpable.
Hombres LoboDean no siente absolutamente nada por su pasado ni por aquellas personas que lo conformaron, su presente es todo para él, lo que logró en todo ese tiempo no lo cambiaría por nada, todo en su vida estaba bien, desde sus amistades hasta sus paseos por...