[Esta novela se encuentra en edición y será sometida a numerosas modificaciones constantemente.]
Hace 200 años habría sido una carta, lo que señor Bennet hubiera recibido para notificarle que dos apuestos, aunque no sé si tan educados como apuestos, "caballeros" con una gran fortuna iban a parar muy cerca de su hogar y de sus cinco lindas, aunque algunas muy hormonales, hijas. Sin mencionar a una melodramática esposa y madre, muerta por deshacerse de, al menos, una de ellas.
Pero esto no ocurrió hace 200 años, ni si quiera pasaron 200 días.
Fueron 3 meses, hace 3 meses que el señor Bennet recibió una notificación. Solo que no fue una carta, ni un rumor esparcido por un grupo de mujeres solteronas, no, fue un mail.
Mientras esto ocurría, dos hijas hormonales revoloteaban como colibríes alrededor de papá, otra de ellas se ahoga en libros, y las dos restantes... luchaban con todas sus fuerzas por recibirse y alejarse lo más posible de esa poco convencional familia.
Y cuando hablo de "sus fuerzas", hablo de "mis fuerzas". Porque sí, hablo de mi exageradamente temperamental madre y mis dos hormonales hermanas menores. Aunque afortunadamente no era la hermana más grande así que no podían utilizarme como blanco de ejemplo, bien por mí, de verdad.
Recuerdo el día en que ese estúpido mail llegó. Mamá estaba... indescriptiblemente insoportable. Si alguien conoce una palabra peor que "horriblemente insoportable" insértela en la descripción, por favor. Y si no conocen una palabra pueden también dibujar un emoji que represente sus sentimientos al ver a una madre en modo <<te jodo la vida por que sí>>.
En fin, ahora que los ubique en tiempo y espacio, y actitud maternal, podemos continuar pintando la escena para que puedan revivirla conmigo.
Papá y mamá discutían en la oficina del director, que es papá. Al pareces los niños ricos venían a quedarse a estudiar en un programa de intercambio. Para mamá era la oportunidad perfecta de una buena imagen para la universidad y nos daría mucho dinero, sin mencionar que trataría de enlazarnos con uno de ellos. Pero papá, él piensa con la cabeza que le falta a mamá, decía que no sabría si podría controlar a un par de ricachones, que quizá tal vez, y concuerdo, creerían que pueden hacer lo que quieran porque... ¿son ricos?
Suspiro.
Si, suspiro. Suspiro porque creo que puedo liberar por mis labios en una brisa de aire toda la frustración que me causa mi mamá. A mí, y a papá.
¿Nosotras cinco donde estábamos?
Afuera escuchando.
Aunque por los gritos de mamá podría tranquilamente estar en el último pabellón más lejano de la facultad y todavía la podría escuchar.
En la sala de espera, o el pasillo de entrada a la oficina del director había una fila de unos 4 asientos para esperar, donde yo, Elizabeth Bennet, me encontraba acostada mirando memes de twitter en mi teléfono.
Mi pierna no llegaba al último asiento de la banca, donde estaba Jane Bennet, mi favorita, y la mayor de las hermanas. Ella estaba parada en el pequeño asiento pegando los anuncios y limpiando de papeles y folletos la pizarra de corcho, donde cuelgan los avisos más importantes del lugar.
La tercera de nosotras, Mary Bennet estaba refugiada en un libro de matemáticas avanzada, acostada en la mesita de luz junto a los asientos, y la lámpara y las revistar que se encontraban en la mesilla ahora estaban en el suelo para otorgarle más espacio a Mary y a su pequeña espalda.
Y por último, las dos hormonales hermanas menores, a las que tanto esperábamos, Catherine y Lydia, siendo esta ultima la menor por un año de diferencia, asomadas cuidadosamente a la puerta y con una oreja apoyada en ella para poder oír mejor, aunque repito, se escuchaba todo, y muy claramente.
- No podes tratarme así, ¿es que no te apiadas de mis pobres nervios? – Pregunto mamá a los gritos.
- ¿Cómo no voy a apiadarme de tus nervios? Tus nervios han sido mis compañeros durante los últimos 20 años. Desde el primer día que nos casamos. – Contesto papá con ironía.
Ya sé que es horrible que piense esto pero... ¿estuvieron casados 20 años? Para mi papá, estar junto a mamá... es más que una eternidad.
- Entonces responde ese mail ¡Ya! Y deciles que vamos a estar muy ansiosos y agradecidos de que se hospeden y estudien con nosotros.
- No todos vamos a estar ansiosos. Lo único que te preocupa es la plata.
- No digas eso, no ves que ninguna tiene novio. ¡Entiéndeme! Como madre que quiero tener nietos y quiero conocer a los novios de mis hijas.
- Vos entendeme como director
que es una responsabilidad muy grande, no es solo corretearlos por ahí con un pañal, ni con un anillo de compromiso. Es soportarlos y no sabemos cómo se manejan ni que pretenden.- Nada, no pretenden nada. – Corto mi mamá.
- ¿Te das cuenta que ni tu te lo crees? O a ver, dime ¿Por qué de pronto a las dos personas más ricas del Reino Unido se les ocurre venir a estudiar acá?
- Porque somos una muy buena universidad. – Replico mamá.
- ¿Y te pensas que no tienen una allá mejor que la nuestra? Además conllevaría mucha seguridad, y a vos discreción ya sé que no se te puede pedir. En cuanto responda el mail vas a salir a divulgarlo con tu grupo de amigas.
- Las caretolis. – Susurré por lo bajo. Mary rió y Jane me miro con desaprobación, Catherine y Lydia me hicieron un gesto de que no podían escuchar.
- ¿Es en serio? Gritan tanto que no sé cómo hace Mary para leer. – Dije ofendida.
- Estoy en el mismo renglón hace media hora. – Me dio la razón Mary.
- Shhhhh – Dijo de nuevo Lydia y le mostré mi dedo del medio. – Que fina. – Sonrió falsa.
- Ya lo sé mi amor, en cuanto presione enviar, vos, salís corriendo... - decía papá.
- Te prometo que no. – Interrumpió mamá.
- Y justamente por eso es que confirme que sí la semana pasada. – Termino por decir mi papá abriendo la puerta de su oficina, dejando a caer a Kitty y a Lydia al suelo, de adentro, por estar apoyadas escuchando. – Y ustedes tiene prohibido abrir la boca y dirigirles la palabra.
Mientras mi mamá festejaba a los saltos y gritos con mis dos hermanas menores mi papá nos observó un rato, nosotras inmutables como siempre, le
yendo lo nuestro. Jane seguía concentrada acomodando los avisos aunque se le escapaba una risa por la caída de las chicas.- Y por eso, ustedes son mis favoritas. – Termino de decir mi papá viéndonos a las tres.
- También eres mi papá favorito – Sonreí yo.
- Serias el mío también si no hubieras enviado ese mail. – Contesto Mary Irónica retirándose con su libro.
Desde ya, gracias por leer.
Y si te gustó, no olvides visitarme en el próximo capítulo.
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Orgullo y Prejucio: la nueva generación
Romance¿Qué hubiera pasado si Orgullo y Prejuicio viajara al siglo XXI? Si las hermanas Bennet hubieran sido solo cinco adolescentes populares que solo desean encajar en la sociedad y enamorarse...