14.1 Charlas

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Domingo 10 de febrero.
Casa de la familia Castillo.
07:03 a.m

Estábamos tumbados en mi habitación.

Mi cama quedaba justo debajo de la gran ventana en la cual Jos y yo admiramos tantas veces el atardecer.

Jos llevaba desde las cuatro de la madrugada a mi costado solo observando el apenas pequeño bulto que se formaba en mi vientre.

Parecía tan concentrado, tan ido, como si su mente divagara por las nubes. Que solo no quise molestarlo las primeras horas.

—¿Que crees que sea?— pregunté —Alonso quiere que sea Niño, pero yo estaré feliz sea lo que sea.

Deslice mis dedos por mi barriga, tratando de imaginar un futuro con la personita que residía allí dentro.

—!Imagina que sean mellizos!— reí —sería genial.

—Muy genial—dijo Jos aún mirando mi vientre — si es Niño, ¿como piensan llamarlo?.

Sonreí. Aun no se lo había comentado a Alonso pero quería que fuera José.

—Me gustaría que se llame José.

Mi mirada viajo por la habitación llena de pañales, biberones, animales de peluche y mantas de color amarillo porque aún desconocíamos el sexo del bebé.

Por más veces que tratará de negármelo a mí misma seguía pareciendo un sueño, uno de esos en los que todo pasa rápido, como cometa en una brillante noche, así se sentía, sentía que la vida se me pudiera escapar en un abrir y cerrar de ojos.

Rápido.

Muy rápido.

—¿José?.

—Como mi primer amor—dije acariciando con cuidado mi vientre.

Las palabras solo salían.

—Dicen que el primer amor de una niña es su padre— le dije — pero yo no tuve padre, ni hermanos, solo te tuve a ti.

El primer amor nunca se olvida, sin importar por cuántos otros amores pases.

—Te amo, Jos— conteste — y no podría aceptar que mi bebé tuviera otro nombre no que no fuera el tuyo.

Sentí sus manos en mi barriga y después sus labios cuando depositó un beso.

—si me dieran una moneda por cada vez en la que me has hecho llorar en los últimos meses—dijo, ya llorando otra vez—sería millonario.

—No es mi culpa— defendí— desde que eres padre no eres más que una delicada y sensible florecita.

Lo vi reír.

—No trates de culpar a Eliot de lo que causa tu belleza emocional—dijo y me enseñó la lengua—si es niña, ¿como la llamaras?.

—Julieta.

—¿Por qué?— cuestionó Jos.

—Porque quiero y puedo ahora cállate.

Intercambiamos miradas y reímos.

—Tú mami es una tonta— le dijo a mi vientre.

—!Oye no le enseñes palabrotas!— interrumpí.

—Tonta no es una palabrota —se rió.

—!Claro que lo es!—respondí rápidamente.

Jos no respondió, solo negó con la cabeza divertido, de la risa ni siquiera podía hablar.







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Si les soy sincera no pensaba haber este capítulo, al principio me parecía algo innecesario  pero ahora no estoy tan Segura, me gusto y creo que no me podría imaginar la historia sin esta pequeña parte.

¿A ustedes les gusto?.
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