1.3 Noche de Navidad.

976 52 1
                                    

— Él quiere que lo hagan. No descansará hasta que sus hijos también la porten—una rubia mayor sacudió la cabeza a ambos lados— Eso no es posible. Él tiene que entender... ¡Son solo unos niños! —su esposo la rodeó fuertemente con sus brazos y la apretó contra su pecho. La pelinegra se interpuso entre la rubia y el mensajero que ya elevaba su varita— Daphne, por favor, detente —Greengrass buscó a toda costa liberarse del hombre— No puedes estar considerándolo Astoria. Scorpius y Danielle ¿mortifagos?—su hermana bajó la mirada. Ambas palmas contenidas en los hombros de la mayor— No tendríamos como protegerlos. Si no son marcados, Él los asesinara. No puedo perder a mí hijo —Daphne volvió a negar con los ojos nublados en lágrimas. Ni siquiera dedicó una mirada a Anthonin, quien seguía apretando; ella sabía su decisión. Buscó ayuda en su cuñado. Malfoy seguía quieto con la mirada perdida en algún punto muy lejano. Le temblaba la mandíbula y sus puños se apretaban hasta convertir los nudillos en blanco.

Daphne Greengrass conocía a Draco Malfoy como la palma de su mano. Habían sido los mejores amigos durante su estadía en Hogwarts, y aunque su amistad se había roto a causa de la pareja de ella: Anthonin, Daphne lo quería, se preocupaba por él y sabía que el terror más grande era exactamente lo que ocurría. Draco temía volverse su padre; hacer con Scorpius lo que Lucius le había echo a él ingresandolo en las filas mortifagas.

Aunque el rubio no lo demostrará abiertamente, Scorpius era su adoración. El pequeño niño procreado un par de años después de la guerra mágica con su hermana menor Astoria, era quien le había salvado de la demencia en los años tan difíciles que le siguieron. Amaba al niño más que su propia vida.

Y ahora, su pesadilla se volvía realidad. Él no podía dejar que eso pasará. Pero Draco no abrió la boca, dejando de esta manera, que el mensajero desapareciera cuando dos niños rubios bajaban somnolientos por la escalera.

— ¿Mamá? ¿Qué está sucediendo? —Scorpius preguntó flanqueando la espalda de su prima sacudiendose la pereza a un lado— No sucede nada cariño ¿por qué no vuelven a la cama? —pero Danielle miró a su madre, la pobre parecía devastada entre los brazos de su padre—Escuché voces —confesó la menor sin retroceder ni un poco— Había alguien. Estaban discutiendo. ¿Madre? —Anthonin finalmente la liberó, Daphne titubeo y fue a dar sollozante a los brazos de su hija. Todo se volvió demasiado tenso.

— Lo lamento tanto. Lo lamento, lo lamento, lo lamento—repetía la mayor de las Greengrass aferrándose al delgado y contrariado cuerpo de la niña. Algo debía ir realmente mal como para que su madre rompiera en llanto— Danielle, Scorpius —Anthonin esperó a tener la atención de ambos—  Tenemos que hablar—.

Ninguno imaginó lo que vendría después. Nadie nunca pensó que su vida se arruinaria con tres simples palabras. Una noche de Navidad, sería el detonante de todos los problemas y desventuras que los Greengrass sufrirían.

UN NUEVO INICIO:  EL COMIENZO #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora