TRECE

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ALEJO:

Un sabor amargo envolvió mis labios inundando mí paladar, sabía de forma repugnante y me hacía querer vomitar. Pensé un instante en la noche anterior pero no recordaba nada, el vibrador del móvil no paraba de moverse en mi bolsillo, lo busque torpe mientras percibía como mí cuerpo estaba húmedo y pegajoso.
Apenas si vi el identificador de llamadas, atendí solo por la insistencia de quién me estuviera buscando.

- ¿Hola?
- Ya iba siendo hora de que atendieras, ¿Acaso ya no te importa tu familia?

Me senté rápidamente sobre la cama y descubrí con pavor que no tenía idea de dónde me encontraba.
Vislumbre la silueta de una mujer durmiendo en un sillón al otro lado de la habitación, la voz de mí padre me ataladraba la cabeza.

- ¿Hijo? ¿Estás bien?
- Si papá, de verdad lo siento es que...
- Hijo, ¿Hijo?

Vi como la mujer se movía perezosa, supuse que debía estar algo incómoda allí y me pregunte por un instante porque no durmió a mí lado. Pronto lo supe, olía a vómito y alcohol de una forma repulsiva.
De repente ella levantó la cabeza y me vio, mí corazón se detuvo mientras acomodaba su cabello despeinado. La llamada la despertó al igual que a mí.
Desvío sus ojos dandome algo de privacidad, se puso de pie caminando sin rumbo por el lugar.

- Ya papá - dije para que se tranquilizara - Debo colgar ahora estoy con un hermosa chica en un hotel, luego te llamo y hablamos.

Colgué sin oír su respuesta, la mirada de Zaya se centró en mí.

- Perdón por esa mentira, no quería hablar con él. - me disculpé.

Levantó una ceja en forma sorpresiva y me di cuenta de mí terrible error.

- No no no - repetí para que entendiera.

- No importa. Ya debo irme, todo está pago así que no te preocupes. - dijo dirigiéndose a la puerta.

- ¿Qué? ¿Así sin más? - pregunte atónito.

- Si, tengo que trabajar y estoy llegando tarde. - contesto indiferente.

- Por lo menos dime qué sucedió porque no recuerdo nada, y estoy perdido. No sé ni dónde estamos ni porque terminamos juntos... - mí desesperación era tal que me vi rogando por una respuesta.

- Ya Alejo, anoche te encontré borracho en la calle y te traje aquí. Listo. Fin del cuento. - contesto tranquila.

- ¿Tú..?

- ¿Sí...?

- ¿Me trajiste borracho aquí? -pregunte dudoso observando la habitación.

- Si. ¿Es muy difícil de creer o qué? - su rostro molesto me daba ternura.

- Si, es que nunca creería que harías algo así.

Se alejó unos pasos de mi cuando quise acercarme a ella.

- Por favor - dijo tapandose la nariz - Hueles muy mal.

Lo sabía pero no creia que ella lo sentiría.

- Déjame ducharme y luego te lo agradecere como corresponde - murmure sacándome los pantalones.

Me miró incrédula de pies a cabeza, puso los ojos en blanco y habló.

- De verdad no es necesario - note como miraba directamente a mí ropa interior.
Tomó su bolso dirigiéndose a la puerta nuevamente.

Y entonces lo comprendi.

VOY A ESPERARTE |COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora