ONCE

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Gracias a todos por leer!
Perdón por tardar en actualizar es que el sábado es el cumpleaños de mí hija Hanna y estoy con la organización y todo eso.

NO OLVIDES VOTAR, LECTOR FANTASMA!!!

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ZAYA:

Llegué a casa al rededor de las dos de la madrugada, la tormenta azotaba con fuerza el cielo iluminando el cielo negro. Por lo menos mí amiga tuvo la cortesía de acercarme hasta aqui evitandome más lluvia, aunque ya de seguro pesqué un resfriado.
Entre con sumo cuidado a la casa para evitar tener que dar explicaciones del porque llegué a esa hora y dónde estaba.
Tras dar varios pasos un ruido extraño llamo mí atención, creí que solo era el silbido del viento pero no, se oía como un lamento. Poco a poco fui buscando el origen de aquel sonido hasta llegar a la habitación de mí hermano, pegue la oreja a la puerta para escuchar mejor y efectivamente de allí provenía el sollozo.

— ¿Dante? — susurré golpeando suavemente la madera.

Pero no contesto. Algo estaba muy mal.

— ¿Dante? — volví a inquirir pero nada.

Tomé valor y gire la perilla deslizandome hacia adentro, la oscuridad reinaba cruzando el umbral. Apenas si podía distinguir alguna figura, tantee con las manos intentando recordar donde estaban los muebles para evitar algún tropiezo.
La figura de mí hermano se dibujo a un costado de la recámara, estaba echo un ovillo llorando escondido como si fuese un niño pequeño.

— ¿Dante estás bien? — pregunte con el corazón oprimiendo mí pecho.
En todos los años que llevamos juntos nunca lo vi así, tan frágil y desolado.

— Vete... — no levantó la cabeza para mirarme y entendí porque.

Jamás lo abandonaría en una situación delicada cómo esta.

— Puedes hablar conmigo y lo sabes. — me senté a su lado, acaricie sus brazos y le di un beso tierno en la cabeza.

— No puedo Zaya, siento que todo está mal...

Su voz apenas se oía entre tantos truenos y las gotas de lluvia golpeando el tejado.

— ¿Estás enfermo? ¿Tienes problemas con las drogas? O acaso ¿Tu vida se esta acabando? —pregunte en forma inmediata e intente sonar algo divertida.

Él negó con la cabeza todo lo que le preguntaba.

— ¿Entonces... ?

— Es un problema un poco complejo.

Se sorbió la nariz mientras miraba hacia la nada. Evitaba que nuestras miradas se cruzaran.

Suspiró de una forma que me decía que estaba agotado, que no sabía más hacer.

— ¿Me lo dirás o no? — quise saber — porque por si no lo notaste estoy empapada y el suelo está helado.

Dirigió una miradita fugaz a mi ropa.

— Él nos crío como si estuvieramos en los años '50 y no me di cuenta hasta que me tropece con la vida y me di un golpe fuerte en la cabeza...

VOY A ESPERARTE |COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora