CUARENTA Y TRES

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UNANSE A MI GRUPO LEYENDO A NANNY.

COMEMOS HELADO A DIARIO

★★★

ALONSO:

Le envíe flores, chocolates, cartas, tarjetas y cajas que jamás abrió, cada cosa que enviaba lo devolvía a remitente sin abrir absolutamente nada. No le interesaba saber de mí, me sentía realmente frustrado ante sus negativas y más aún cuando me daba cuenta que no podía ir a buscarla por mis exposiciones, y mí padre.

Papá era mí todo, el hombre que aprendió de sus caídas y vio en el amor un nuevo comienzo. Sufrió un pequeño ACV, en cierta forma se encontraba saludable sin embargo el lado izquierdo de su cuerpo parecía no responder del todo. Mí madre y mis hermanos fingian no preocuparse frente a él, todos sonreían y ayudaban con su recuperación pero detrás del montaje de felicidad estaban muy preocupados y temerosos de que algo malo sucediera de un momento a otro.
Yo intentaba no entrometerme mucho en sus asuntos, las horas en el hospital se me hacían insoportables y la presencia de Sylvania junto con su personalidad especial no hacían fácil mi estadía. 
Oía sus incesantes pasos con el insoportable ruido de tacones, caminar de una esquina a otra, no hablábamos, apenas si podía mirarla pero aún así seguía a mi lado.

Prácticamente vivíamos en el mismo lugar, sin mediar palabra o al menos yo me desentendia de todo lo que decía o hacia.

—¿Me ignoraras siempre? —pregunto mientras se sentaba a frente a mi.

—Todo lo que pueda.

Carraspeó un poco, se notaba el nerviosismo que traía encima.

—Tenemos que hablar sobre esto y lo sabes —contesto acomodándose firme en el sillón— Solo quiero que sepas lo que sucedió.

Pase las manos por el cabello, esto era inevitable.

—No me interesan tus excusas, de todas formas todo lo que sentía por ti murio esa noche junto con mi hijo —replique.

Mis palabras la hirieron y una lágrima corrió por sus mejillas, no quiso disimularlo, ella quería que la viera sufriendo.

—Tenia muy pocas opciones Alonso, y creo que esa era la correcta —respondió.

— ¿La correcta? —me escandalice, sentí como la rabia corría por mis venas haciendo que me zumbara la cabeza.

—¡No viviría! ¡No sobreviviría! —exclamo alterada— Lo arranque de mi cuerpo antes de sentír algo más y sufrir el doble.

Su rostro estaba rojo, y sus ojos amenazaban con llorar.

—Decidiste matarlo —mi tono hostil la hizo retroceder.
Se abrazaba a sí misma y dejaba que las lágrimas empaparan su rostro.

El silencio reino en aquella habitación, ella se refugiaba en si misma y yo en los recuerdos del verano.

—Estaba enfermo, no nacería sano o moriría en mi vientre —dijo con la voz quebrada— ¿Qué haría entonces? Decidí no quererlo más de lo que viviría.

—Eso no te concernía solo a ti, era una decisión que ambos debíamos enfrentar —la acuse.

— ¿Ambos? ¿Y como habríamos tomado una decisión? Si siempre que ocurre algo inesperado sales corriendo.

—¿Qué?

—Huyes Alonso, huyes de tus problemas, huyes de tu vida, huyes de todo porque tienes miedo de que algo salga mal y te abandonen.

Y mi mente explotó.

—Te abandonaron de pequeño, estás traumado con ello y es por eso que cada vez que te ves amenazado escapas de los problemas. Porque inconscientemente temes al abandono y a la soledad. Te enamoraste apenas me soltaste porque sabes que estar solo para ti es algo insoportable. —su tono de voz seguro e impostada me hicieron poner la piel de gallina pero disimule ser fuerte.

—No me vengas con tus tonterías de psicología —dije desinteresado del tema.

—Niegamelo...

Di la vuelta y salí de allí antes de terminar a los gritos.

—Eso se oyó bastante mal —opino Maggie.

—¿Lo escuchaste?

—Cada palabra, y a decir verdad creo que ella tiene razón.

Traía uno de esos labiales de colores raros con una sonrisa algo burlona.

—Ah, que bien. Las mujeres se ponen de acuerdo...

—Esto no es cuestión de género idiota, debes ver la realidad —decia mientras me servía una taza de café.

El apartamento era lo bastante grande como para que los tres viviéramos cómodos.

No respondi a sus palabras, solo me limité a beber el café con la mente volando en Santa Calixta.

—¿Cuando irás a buscarla? —quiso saber.

—No puedo dejar este lugar hasta que mi padre esté cien por ciento saludable, y si me voy dejando trabajo sin concluir perderé los derechos sobre mis obras.

—Estas jodido.

—Bastante.

—La extraño —murmuró mientras me daba la espalda para servirse una tostada.

—Yo también la extraño, cada día y cada noche —respondi.

—Alonso, dime la verdad —pidio apoyándose en la mesada mirándome fijamente— ¿Quieres a Zaya?

Sus ojos expectantes esperaban ansiosos mi respuesta.

Solté un suspiro, de todas formas supuse que lo sabria.

—Me enamoré —admiti— La amo...

Me enamoré de su simpleza, de sus ojos caramelo y su cabello color oro. De su forma de sonreír, y de la belleza de su risa, de sus muecas de dolor y de felicidad, de su forma de vestir algo descuidada, de su dulce tono de voz, de su miradas de amor y enfado, de la forma en la que camina y como se mueve cuando la alegría colma su cuerpo. De sus caricias y besos que me saben a gloria, de su piel aterciopelada y sus labios tibios.
Me enamoré por completo de ella.

Y sentía como mi interior se rompía en mil pedazos con la distancia, mi corazón ardía al recordar los momentos que vivimos juntos.
Solo podía ser feliz cuando evocaba nuestros momentos especiales, cuando su rostro y su sonrisa me alumbraban el camino.

Aún en la distancia ella seguía siendo mi estrella especial, mi Lucero.

Sólo espera, espérame que volveré por ti y juro que cumpliré cada una de mis promesas. Juro que te compensaré por cada día que estuvimos distanciados, y te haré tan feliz como jamás lo has sido.

Han pasado casi cuatro meses, y sé que el tiempo me juega en contra, pero volveré.

Volveré, nos casaremos en esa playa, compraremos una casa cerca del mar, abriré un pequeño taller de pintura y daré clases mientras que tú diseñas a mi lado, porque para serte sincero no soportaré estar lejos de ti ni un segundo, haremos el amor una y otra vez, quiero formar una familia contigo, tendremos muchos hijos y seremos felices viendo que todo lo bueno que damos el karma nos lo devuelve.
Volveré mi Lucero.

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¿Qué les pareció? Los amo.

¿Se justifica lo que hizo Sylvania?

VOY A ESPERARTE |COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora