VEINTISÉIS

996 144 16
                                    

ZAYA:

—¿Has visto a Alejo estos días? — pregunté a Maggie mientras la ayudaba a almorzar.

Su rostro cambio ante la inesperada pregunta.

— No, creí que la noche anterior ustedes lograron algo — contestó — Además no me contaste que sucedió.

— Y no te contaré nada porque sé que lo planteaste todo — dictamine.

— ¡Ay Zay Zay! ¡Por favor cuéntame! — empezó a rogar.

— ¿Qué quieres saber? — dije astiada de su insistencia.

— ¿Se besaron? — cuestionó.

— Si.

— ¿Y hubo lengua? — sonrió de forma burlona.

— ¿Eso tiene importancia?

— Por supuesto — esperaba ansiosa una respuesta.

— Entonces no te lo diré.

— ¡Eres tan cruel! Moriré sin saber si Alejo te metió la legua hasta la garganta — bromeó.

Me hizo reír, no pude contenerme al oír su forma de expresarse.

— Tienes suerte de estar inválida sino te despediría.

— Si ya te imagino poniéndome patitas en la calle — respondió sarcástica.

Terminé de darle gelatina, cuando le sacarán los sueros del brazo izquierdo podría hacer todo esto ella sola pero mientras tanto debía ayudarla en todo.

— Eres pésima maquillando los labios — decía mientras trataba de colocarle un labial.

— Si, es por eso que parecerás al guasón — contesté.

— Zay...

— ¿Si?

Acomode una silla a su lado para charlar más cómoda, la habitación contaba con aire acondicionado y televisión por cable pero estando junto a ella trataba de prestarle atención.

— Sabes que tengo una pésima relación con mis padres...

— Sep.

— Pero con el resto de mi familia no.

— Eso no lo sabía.

— Estos últimos meses he tenido muchos gastos, así que acepte hacer vestidos en mi casa después del trabajo — confesó con pena.

— ¿Mis vestidos? — pregunté atónita.

— No no. Para las chicas que no pueden pagar uno en Ninha novias. El último pedido que tengo es de mi prima que se casará en febrero.

No entendía muy bien su punto.

— ¿Quieres que te haga un diseño? — pregunté.

— No, ya tengo el diseño.

— Sabes que no sé cocer — dije.

— No, déjame contarte — pidió — Como sabés ningún distribuidor de telas enviara pedidos a Ninha hasta que el local este restaurado, y no envían telas a trabajadores independientes, así que necesito que vayas a comprarlas por mi.

— Está bien, no tengo problema.

— Pero no las del centro.

— ¿Por qué no? — inquiri.

— Son horribles, ¿Cómo piensas que vestire a mí prima con telas baratas? — preguntó ofendida.

— ¿Entonces?

VOY A ESPERARTE |COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora