7. Lo que dicta la conciencia.

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Él no era un hombre indefenso, era un invocador experto. Tenía el chakra suficiente para sellar una casa en un simple pergamino de así desearlo. Dayki era su nombre. Era especialista en armas, Tenten encontró su destino la primera vez que lo vio entrenar en medio del bosque mientras se dirigían a su futuro hogar.

Eran dos niños solos. Ninguno tenía a nadie más en el mundo. Y ella pudo dormir tranquila en un abrazo suyo aquella noche que el frío los hacía temblar.

Dayki ahora era un adulto y se encontró a Tenten hecha una mujer. No solo lo llamaba aquel cariño infinito y ese recuerdo dulce. Ahora ardía en deseo de probar de nuevo esa boca, e incluso de hacerla suya.

Siempre sintió ese deseo de encontrarla y declararle su amor eterno, un amor que sabía a capricho, o a obsesión, pero que no dejaba de ser dulce e intenso como la mirada chocolatosa de esa mujer.

El inconveniente era que al parecer, el genio Hyuga de Konohagakure se ganó el corazón de la castaña mucho antes de que el reapareciera.

Esa mañana partió del hotel donde se hospedaba con su mochila llena de sus únicas pertenencias. En la Aldea de la Arena, tenía asilo asegurado y protección, debido al grupo de ninjas siniestros que lo buscaban incansablemente. Él no soltaría la ubicación de Tenten por nada del mundo, así que debía ocultarse. Pero quería antes de marcharse cometer una locura por amor.

Se apareció en su puerta a las seis de la mañana y tocó varias veces, teniendo que esperar un tiempo considerable para que le abrieran.

Allí sus ojos volvieron a conectarse.

-Tenten...- Su voz era enérgica y firme.  La joven kunoichi tembló. Tras sus mechones desordenados y castaños se veían unas mejillas tostadas y sonrojadas.

-Tu... otra vez tu...- La voz le salió en un hilo y golpeó con su puño cerrado el pecho del más alto, rompiendo a llorar. Sin poder contenerse le propinaba puñetazos fuertes una y otra vez, sin querer creer en esa solidez del otro. No era un sueño claramente, y cuando el pelinegro la sujetó por las muñecas no quedó más alternativa que creer.

-Tenten... ¿qué sucede?- Su voz era suave y con un toque de preocupación. Definitivamente él era un joven tierno y expresivo.

-¿Cómo sabes mi nombre, y qué haces aquí?- Se alejó e intento recuperar la compostura. -No se supone que estés vivo... Todo este tiempo pensé que moriste...- Apretó los puños. Maldición. Odiaba esa situación tan desconcertante. Ella se había construido una vida desde cero, tenía todas sus certezas armadas. Se había jurado no volver a sentirse rota y ese hombre aparecía de la nada revolviéndole la vida. Le era imposible negar ese mariposeo en el estómago, y pensar en todo lo que lo quiso ese pequeño tiempo que estuvieron juntos, y en todo lo que sintió por él incluso luego de creer que había muerto.

Un amor infantil, un agradecimiento infinito, admiración. Habían muchas cosas guardadas en su corazón. Y él estaba ahí, frente a ella, más apuesto que lo que había imaginado jamás.

El joven sonrió apenas y le acarició el cabello. -Mi nombre es Dayki, Tenten. Tu nombre se lo pregunté a un chico muy divertido, me lo encontré cuando fui a comer ramen... y la razón por la que estoy aquí es porque llevo tiempo huyendo. - Lo último hizo que su mirada se ensombreciera.

Tenten alzó la mirada preocupada. -¿Huyendo? ¿De qué?- Dayki no era un nombre que haya escuchado antes, pero le quedaba bien. Valiente. Tenía qué ver con eso.

-Tu clan, Tenten...- Le dijo y miró a la calle, como buscando ver si había gente alrededor. -¿Puedo pasar?-

Ella asintió.

El chico contemplaba la casa de la joven. Era pequeña por demás, pero muy acogedora. La pequeña mesita del centro de la cocina era adorable, y al parecer también era usada para comer y otras cosas. Miró el sillón pequeño que estaba en una esquina y vislumbró la entrada del pasillo el que supuso que llevaba tanto al baño como a la habitación. En el centro de la pared en la que estaba el respaldo del sofá, una katana hermosa adornando el lugar. Luego, su vista se dirigió a la joven que se fue a la cocina a preparar té. Ya se había sujetado el pelo en una coleta. Vestía una especie de pijama de manga larga y pantalones, que le quedaba holgado. Definitivamente le gustaba la chica en la que se había convertido.

El ruido que hizo la tetera al tocar la mesa lo volvió a la realidad. Tenten estaba frente a él con expresión seria, arrodillada sobre el suelo, sirviéndole el té.

-Ahora dime todo.- Lo miró fijamente. Había un rastro de rabia en su mirada, uno que no podía entender. Mas el corazón de la castaña sabía bien que lo estaba odiando por confundir así sus sentimientos luego de haber decidido decirle a Neji lo que sentía por él.

El chico tomó un poco de la infusión y le dedicó una sonrisa.

-Me llamo Dayki, creo que ya te lo dije. Estoy aquí porque tu clan me persigue desde el día en que te traje hasta aquí. Durante un tiempo tuve que esconderme por completo, ya que era sabido que el poderío de esa gente era monumental en nuestra aldea, pero hace unos meses, la Mizukage ordenó desarticular el clan por sus crímenes atroces y su conducta inhumana...- La miró fijamente. - Tu, Tenten, eres de las pocas que quedan... Muchos se resistieron a ser detenidos y fueron asesinados, y no solo eso, una gran cantidad de ellos se quitó la vida... ahora solo quedan el patriarca y tres más, vienen por mi, y vienen por ti. Necesitan saber si heredaste el kekkei genkai de la familia y si pueden usarte a su favor, puesto que quieren revivir el clan, y para eso requieren a una mujer portadora de la misma sangre.- Apretó un poco el agarre de su taza y suspiró.

-Sobreviví a dos encuentros con ellos, son muy poderosos. En ambos, murieron varios de quienes me escoltaban. Puedo pagarles escolta a las aldeas debido a que hace unos años, el hombre que me abandonó, mi padre moribundo, quiso encontrarme. Me dejó mucho dinero como herencia y para ganarse mi perdón. Al parecer era un negociante adinerado.-

El relato le generó una gran conmoción a la chica. -Tu... ¿estuviste cubriéndome todo este tiempo a costas de tu seguridad y tu dinero?-

El chico se rió apenas.

-Te amo desde que te vi por primera vez, Tenten... No tenía opción.-

La chica palideció y se puso de pie rápido.

-No... Necesito que abandones esto. Ya hiciste demasiado por mi, si ellos me encuentran les haré frente.- Apretó sus puños con fuerza y caminó hacia él. -No vuelvas a arriesgarte por mi. Diles dónde estoy, no me importa enfrentarlos.- Mintió. Su corazón latía a mil por hora.

-Quiero que te cases conmigo. Yo te protegeré de lo que sea toda mi vida. Tengo dinero, viviremos bien en dónde sea.- Le juró levantándose también y tomando sus manos entre las suyas.

A Tenten se le cayó el mundo encima con esas palabras. ¿Cómo decirle que no al hombre a quién le debía absolutamente todo?

Rota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora