11. Nunca más sola.

890 97 43
                                    

Sakura iba y venía mientras esperaba que el análisis de sangre diera algún resultado. Había preparado un café para compartir con la castaña. No eran exactamente amigas, pero sabía que eso podía estar pasándolo ella misma, Ino, o cualquier persona que quisiera mucho. No era lindo.

-Y... ¿Sería de Neji?- Pregunto bajo y con miedo a incomodar. Estaba segura de que Tenten no tenía novio, y también era claro que entre ella y el Hyuga había algo.

Tenten negó con la cabeza y desvió la mirada algo nerviosa. La pelirrosa se sorprendió demasiado y no pudo disimularlo, a lo que la castaña bufó.

-Si pudieras guardar el secreto me harías un favor inmenso...- Murmuró con la voz apagada.

-Cl-Claro... pero... ¡¿Acaso tu tendrás un hijo de Lee?!- Horror... Eso era lo que sonaba en su tono de voz.

-No te incumbe, Sakura.- Y el silencio luego de eso fue muy prolongado. La Haruno se quería meter en un pozo bajo tierra de la vergüenza por ser tan incapaz de mantener la boca cerrada cuando la cara de la otra kunoichi mostraba claramente incomodidad y malestar.

-No quise ser grosera...- Logró mencionar mientras salía del consultorio a buscar el resultado.

La espera pareció eterna. Tenten ya no estaba preocupada por otra cosa que no fuera ese posible niño en su vientre. Incluso Neji, quién era el amor de su vida, había desaparecido de sus preocupaciones principales.

Tener un hijo implicaba muchas cosas, entre ellas, abandonar su carrera como ninja, abandonar su sueño de convertirse en una kunoichi reconocida en el mundo shinobi. Sus armas, su equipo, su pasión...

Todo parecía pender de un hilo cuando Sakura entró con esa expresión indescifrable en el rostro.

-Es positivo, Tenten...-

Y el hilo se cortó. Todo se estrelló contra el suelo.

-Ya veo...- Se puso de pie y se inclinó apenas en forma de agradecimiento. -Gracias, Sakura...-

Se marchó del hospital y al estar afuera, corrió lo más rápido posible, alejándose de la aldea. Había un deseo inmenso en su interior, creciendo de a poco. Tal vez algo desquiciado, enfermo, pero era lo que podía atinar a hacer. Corrió hasta sentir que no podía más, frente a ella, un precipicio de tal vez cincuenta metros de profundidad. Se detuvo y durante minutos permaneció allí, sintiendo al sol bañándola.

Tomó de su bolsillo su banda reguladora y la observó largamente antes de atarla a su frente con firmeza.

-Ahora o nunca, no seas cobarde...- Se dijo mientras apretaba los puños. -Si mueres, olvidarás todo esto, si sobrevives, esa cosa no estará más dentro tuyo... -

Fue entonces que lo hizo, saltó hacia el vacío sin mirar atrás.

El viento movía su cabello suelto. Las lágrimas parecían ir en contra del sentido de la gravedad. El vertigo en el medio de su vientre era aterrador. Pero nunca se estrelló. Ningún hueso se rompió. No corrió sangre.

Miró a quién la sostenía en sus brazos, a quién le había impedido enfrentar su destino. Sus mallas verdes, su cabello negro y sus grandes cejas.

-Sensei...- Maito la miró con algo de desaprobación y ella solo pudo contenerse y no decir nada más.

-Yo estaba entrenando para vencer a Kakashi en nuestro próximo enfrentamiento, y nunca creí encontrarme con esto...- La dejó en el suelo y se cruzó de brazos. -¿Qué intentabas, Tenten? ¿Acaso no te hablé de la llama de la juventud? ¿Acaso te has rendido? ¿No era que cada día seríamos un poco más fuertes que el día anterior?-

Rota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora