3. Del fin del destino ineludible.

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Entrenaban de forma ruda, hace mucho tiempo que no tenían compasión el uno por el otro. Lee observaba mientras hacía flexiones de brazos a unos metros de donde la pelea se desarrollaba. Recientemente había dado en uno de los puntos de chakra de la castaña con su puño suave y desde ese momento sus movimientos se hicieron más lentos, parecía adolorida. Neji, de todas formas, sabía que ella no era tan fácil de vencer, por experiencia propia, y que su persistencia era inmensa. Aún nadie había sido derrotado.

Tenten lanzó una bomba de humo y desapareció de su vista, obligándolo a voltear, imaginándose que la chica se habría ubicado en parte de su punto ciego. Un kunai rozó su hombro y rasgó su camiseta. La herida era superficial, estuvo cerca.
Retrocedió de un salto y utilizó su rotación para detener la ráfaga de armas que se dirigía ahora en su dirección.

La kunoichi refunfuñaba hastiada del casi nulo daño que era capaz de causarle a su compañero portador del byakugan. Era muy difícil lidiar con un poder ocular así ya que el factor sorpresa que podía utilizar a su favor era ínfimo. Por otro lado, Neji le había alterado ya el flujo de chakra, y su cuerpo le pedía una pausa.

Todas las armas impactaron en el suelo y Tenten se arrodilló con la respiración agitada. -Tu ganas, genio.- Murmuró con odio pero luego comenzó a reír. -Creo que nunca podré vencerte, incluso aunque sea quién más conoce tus técnicas y debilidades.-

Neji sonrió engreído. Nunca iba a perder del todo ese orgullo suyo. -Sólo concéntrate más en entrenar que en comer y algún día tal vez lo logres...- Bromeó logrando que la chica lo mire con odio y se cruce de brazos.

-¿Acaso quieres decir que Tenten está gorda?- Intervino Lee entre sorprendido y divertido.

-¡Oigan!- La muchacha quiso callarlos pero ambos ahora reían.

-Disculpa, bella flor.- Le dijo el cejón aún recuperándose de la risa. -Tu sabes que no pienso eso.- Se puso de pie y se acercó mientras elongaba los músculos de sus brazos.

-Los dos son unos chiquillos idiotas.- Murmuró entre dientes para luego echar un vistazo a su propio cuerpo. -¿Acaso perdí la línea?- Su pucherito fue enternecedor y Neji sonrió negando con la cabeza.

-Eres igual que siempre.- Le respondió encogiéndose, luego, de hombros.

La chica, no convencida por la respuesta infló las mejillas. -Pues si estoy igual que siempre, podrías invitarme golosinas más seguido.- Dijo suspirando y sentándose en el césped del campo de entrenamiento.

-¿La feria estuvo bonita?- Lee preguntó curioso. -¿Qué comieron?-

Los ojos de Tenten se iluminaron al recordar que Lee debía probar esa golosina. -¡Lee! Cuando la feria vuelva, vamos a ir en busca del vendedor de chocolates.- Le informó sonriente. - Neji invita.- Agregó entre risas.

El chico de cabello largo rodó los ojos desactivando su byakugan y sentándose junto a su compañera.  -Tan sólo no fastidien y tal vez lo considere...- Respondió causando gracia a sus dos amigos.

Los tres descansaron un momento antes de seguir con sus prácticas hasta que se hizo tarde y emprendieron camino a sus hogares.

Lee sonrió ampliamente cuando por fin quedó a solas con el genio Hyuga luego de haber dejado a Tenten en la puerta de su casa.

-Oye, Neji...- Lo llamo mientras caminaba y arreglaba los vendajes de sus brazos.

-¿Uhm?- El castaño caminaba mirando al frente y con expresión seria. Estaba algo cansado luego de ese día.-

-Pues... Me dijeron que Tenten y tu estaban muy cariñosos en la feria el otro día...- Dijo parándose frente a él. Neji arqueó una ceja.

-¿Acaso importa?- Respondió secamente y el pelinegro casi salta de la emoción.

-¿Entonces era cierto? ¿Cómo fueron capaces de no contarme que ustedes dos..?- Neji interrumpió al chico tapando su boca con la palma de la mano.

-Antes que nada, nosotros dos nada. -le dijo tajantemente. -Nos llevamos bien, la quiero.- Aclaró y volvió a caminar lleno de una intensa frustración. La aldea estaba plagada de chismosos y la gente hace escándalo de nada. 

-Pero... ¿No te gusta Tenten?- La sola pregunta lo hizo detenerse en seco y volteó nuevamente a ver a su amigo.

-¿Y qué si me gusta?- Sus ojos estaban cerrados y su pecho pareció cerrarse al recordar lo que su prima le había contestado el sábado anterior.

-Si la idea de que ella es tu destino se cruzó por tu cabeza, lo más probable es que desees tenerla en tu vida hasta el final... Pero si la quieres así, deberás actuar... Al fin y al cabo, el que decide eres tú, nii-san.- La seguridad en los ojos lavanda de Hinata daban a entender que ella misma estaba en una situación similar a la suya. Era sabido que la chica estaba profundamente enamorada del joven portador del kyuubi y aún no había juntado el valor para decírselo. Pero tal vez, estaba más cerca de lograrlo que antes, por eso no tartamudeó, ni le tembló el pulso al decirle a su primo que debía elegir qué hacer con lo que sea que le pasara.

-Si te gusta deberías decírselo.- Respondió el joven con seguridad. -Mi bella flor estaría muy feliz si lo supiera, estoy seguro.-

Neji suspiró y volvió a caminar con aparente serenidad. -Aún no sabría decir si de verdad siento algo por ella...- Mencionó y saludó a su compañero con la mano. -Adiós, Lee... Desde aquí sigo sólo...-

Le urgía alejarse de esa demanda. Parecía que todo el mundo estaba empecinado con saber que pasaba por adentro de su corazón y eso le estaba molestando. Era asunto suyo y punto.

Para Neji Hyuga, durante mucho tiempo no existió más posibilidad que la de vivir amargadamente y cumpliendo con un destino injusto. Su muerte no le pertenecería a él, sino que a la descendencia de la rama principal de su clan. Además, tenía el mal hábito de ser un pesimista empedernido y recordarle a las personas que no corrían con una suerte mejor que la suya, de su moyra (de la tragedia, destino ineludible).

Fueron las palabras de Naruto Uzumaki las que rompieron por fin con aquel empecinamiento. Si un perdedor pudo forzar su camino y vencer a un genio como él, entonces, había forma de esquivar lo que estaba escrito.

El joven del sello en la frente ya no se sentía impotente ante su propio camino y comenzó a trazarlo sólo.

Lo único malo de la libertad es que para decidir por uno mismo, primero hay que pensar por uno mismo. Y todo el asunto de Tenten era demasiado para entenderlo sólo. Ya no tenía un destino al cuál culpar, precisaba claridad sobre sus sentimientos para saber cómo proseguir.

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