2. Inquietud

1.5K 157 98
                                    

Esa mañana el frío en Konohagakure era abrumador. Tenten estaba en posición fetal, tapada hasta la cabeza con sus pesadas frazadas. Había despertado hace más de una hora.  Otra vez esas pesadillas de las que no recordaba nada pero que la dejaban agitada. Extendió sus piernas perezosamente y bostezó ruidosamente. Lentamente, y sintiendo el frescor golpear su rostro, se destapó lo suficiente para mirar el reloj sobre su mesita de noche.

Diez de la mañana.

El día anterior sus compañeros habían acordado aprovechar el día libre yendo a visitar la feria que estaría sólo por ese sábado en la ciudad. Habría comida, chucherías y cosas por el estilo. Pero si bien, la idea de encontrar algún arma que aún no tuviera en su arsenal era tentadora, el calor corporal que había estado acumulando en su cama lo era aún más.

Por unos segundos cerró los ojos y comenzó a enumerar mentalmente los pros y los contras de seguir durmiendo y dejar plantados a sus compañeros.

Pro: No tendría que gastar dinero comprando cosas curiosas, lo que tal vez le convendría, teniendo en cuenta el ajustado presupuesto con el que contaba una joven kunoichi en formación y sin una familia que la sostuviera. Contra: Probablemente Lee sugeriría a su compañero ir a buscarla a casa en caso de que no llegara para la hora acordada. Pro: No tendría que salir a la calle congelada. Contra: Probablemente Neji se enfadaría como solía hacerlo cuando faltaba a alguna cosa que habían acordado y le retiraría la palabra hasta que su enojo pase... Cosa que podía tardar una cantidad de tiempo considerable... Suspiró. Realmente le fastidiaba que el Hyuga fuera tan estricto todo el tiempo, y tan enojón. Parecía tomar absolutamente todo en serio, y era aburrido para una chica como ella, tan... no podría llamarse irresponsable, porque no era eso lo que la definía, pero algo así.

Se sentó en la cama, al fin, decidiendo que no faltaría a su palabra. Prefería congelarse que tolerar a un genio ofendido por toda una semana, le traía recuerdos de cuando era un mocoso arrogante y cínico. Prefería mantenerlo a raya cumpliendo con sus exigencias si eso le garantizaba un Neji tranquilo y de buen humor... incluso capaz de sonreír.

Se rió para sus adentros mientras se lavaba los dientes. Era bonito ver a Neji reír. Claro que también a Rock Lee... Es decir, eran sus compañeros. Si ellos eran felices, ella también. Pero tenía muy en claro que su asunto con el chico de los ojos perlados era algo más personal. No podía decir que estuviera enamorada de él, pero ver su sonrisa era más satisfactorio para ella que muchas otras cosas, y sinceramente, agradecía cada vez que pudieran pasar un rato a solas.

Mientras se ponía sus botas de invierno recordaba aquella vez que el Hyuga le permitió trenzar su cabello mientras descansaban al costado de un río, luego de concluir una misión. Ella puso la excusa de que tal vez, sería más cómodo para él llevar el pelo atado para que no entorpeciera sus movimientos. Él parecía poco convencido pero se lo permitió, prestándole poca atención, comiendo despacio y en silencio.

Tenten lo disfrutó, y no podía negarlo. Incluso aunque el chico luego no dejara de optar por llevar su pelo suelto. El tacto se sentía increíble, y el aroma... aún lo sentía en la nariz.

Era cierto que tal vez sentía cosas por él. Pero simplemente se contentaba con ser su amiga, eso ya era mucho si hablaba del Hyuga, no podía imaginar algo más.

Llegó cinco minutos tarde al lugar dónde se suponía deberían reunirse. Allí estaba ya Neji, sentado en un banco, con la vista perdida y el rostro inexpresivo. Buscó con la mirada a su alrededor y no encontró a Lee. Eso le sorprendió. El chico no solía llegar tarde a nada.

-¡Neji!- Lo llamo levantando su mano en forma de saludo y con una sonrisa amigable.

El castaño dirigió su mirada hacia ella y un atisbo de sonrisa se formó en sus labios. Tenten caminó rápido en su dirección y se inclinó apenas en forma de saludo cordial, a lo que el otro correspondió.

Rota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora