17. Valentía y fuerza.

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Si su mandíbula no estuviese apretada en una mueca lastimera, y su garganta anudada por completo, de seguro gritaría. Que la suelte, que saque sus grandes manos llenas de sangre del cuerpo de su mujer. La chica parecía inerte y aquel hombre de sonrisa macabra la miraba fijamente.

-Lastima... No podré continuar con mi linaje.- Mencionó dejándola caer al suelo.

Neji activó su byakugan, aún enmudecido por el terror y la ira. En el suelo yacían las armas utilizadas durante el combate, casi una decena de ellas. Además, los cabellos castaños de Tenten se desparramaban entre ellas. Cuando el joven Hyuga se dispuso a atacar a aquel hombre con sus sesenta y cuatro palmas, pudo por fin ver que el mismo se hallaba herido de gravedad mas esto no lo detuvo para reaccionar con una posición de manos que le serviría de defensa.

Dolor. Eso era lo único que sentía. O al menos eso fue hasta que de pronto lo vio con sus propios ojos frente a él. Lo vio agitado, jadeante. La imagen era completamente desagradable, y aún no asimilaba lo que estaba sucediendo, hasta que por fin se dio cuenta de absolutamente todo. Le sujetaba de la cintura con fuerza, irrumpía violentamente en su cuerpo... Pero no era su cuerpo... Era de Tenten. La presión en su pecho lo oprimía con violencia. Quería liberarse de ese agarre pero aquel cuerpo ajeno no le respondía, solo sentía absolutamente todo lo que la castaña sintió. Tuvo que apretar los chocolatosos ojos con fuerza para no ver aquella escena de terror.

Los segundos pesaban tanto como horas, los dedos del abusador se enterraban en aquellas anchas caderas y sabía que aquello dejaría moretones, él mismo fue testigo de ellos. Su corazón no daba más, no podía tolerar lo que estaba sucediéndole, y menos aún sabiendo que en realidad la que sufrió aquello fue su amada. Se repetía mentalmente una y otra vez que todo aquello era un genjutsu, incluso intentó liberarse una y otra vez, pero aquello lo superaba ampliamente en poder. No era una ilusión como cualquier otra. Se sentía doblemente vejado, ultrajado. Sentía el asco recorrer sus venas como si fuera un liquido espeso y ardiente.

De pronto, todo acabó tan rápido como comenzó. Ya no sentía esos movimientos dentro de su cuerpo, ni el dolor del agarre de ese sujeto. Tan solo el sonido de la lluvia. Apretó sus puños con fuerza, comprobando que su cuerpo volvía a ser suyo. Sus ojos se abrieron encontrándose con la mirada de preocupación de Tenten.

-Neji... Dime que estás bien.- Su voz sonaba preocupada. Agradecía en lo más profundo de su alma que Neji llegara justo a tiempo para distraer a su rival para que ella tuviera tiempo de preparar aquel sello con el cual podría detener las habilidades del especialista en genjutsu, más era totalmente consciente de que si el mayor había atrapado a su querido compañero en una de sus ilusiones, podría dañar al castaño de forma muy profunda.

El chico de ojos claros parpadeó sin entender absolutamente nada. Él la vio muerta, allí, en el suelo. ¿Cómo diablos estaba allí, frente a él, sujetando aquel pergamino mientras volvía su atención al corpulento hombre que se encontraba de rodillas frente a ella? 

Kimakure, el patriarca del clan Amma, el clan de los genjutsus más poderosos luego del mismísimo clan Uchiha, allí, arrodillado frente a la bastarda que llevaba algo de su sangre, más tenía un linaje impuro. Aquella bastarda a la que sometió vilmente, la que debía dar a luz a un hijo suyo. 

-He sellado tu chakra, tus genjutsus...- Pronunció la kunoichi mientras lo miraba fijamente y empuñaba una katana que acababa de invocar. -Es hora de pagar... Por lo que me hiciste a mi, a mi madre...- La rabia en la voz de la chica se sentía tan facilmente que algo en Neji se sintió preocupado, ella no era así.

El hombre, ya demasiado débil por su gran hemorragia, no pudo más que sonreír orgulloso y levantar el mentón lo más alto posible. Jamás agacharía la mirada frente a una mocosa de sangre sucia, ni en esa situación. La muchacha estaba a punto de hacerlo, cortaría su garganta sin pensarlo dos veces. Apretó el mango de su espada con fuerza y una leve sonrisa se formó en sus labios temblorosos. Su deseo de venganza, su justicia por mano propia. Sus ojos se llenaron de lagrimas y casi lo hace, estuvo por ejecutarlo ella misma pero unos brazos fuertes la sostuvieron por la cintura haciendo que se quede petrificada.

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