16. La bastarda.

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Cuando las primeras  hojas del otoño comenzaron a caer, ella tomó la decisión que más le  revolvía las tripas. No fueron más de tres meses de  entrenamiento, pero estaba lista (Chiasa también lo creía) .Además, y lo más importante, Neji había vuelto a Konoha por asuntos urgentes de su clan, y aunque él le pidió  que no hiciera nada apresurado, que no intentara nada hasta que regresara, nunca pensó en hacerle caso. 

Ella no era una mujer obediente,  jamás  haría caso a lo que su compañero le dijera si no lo creía correcto. Enfrentar a su pasado era una misión suya y de nadie más. No arriesgaría al amor de su vida, no podía siquiera pensar en que lo dañaran por su culpa. Tomó sus cosas, abrazó a Chiasa y  ató su banda ninja a su frente  con firmeza. No era una dama en apuros, no era una niña indefensa,  no estaba rota. Era una shinobi  de Konohagakure, era una kunoichi fuerte, era una mujer entera y enfrentaría ese infierno sola.

Sus pesadillas  quedaron atrás, enterradas en el  olvido. El miedo no hizo que le temblaran los pasos cuando emprendió ese viaje en búsqueda de aquel sujeto que le quitó tanto.

Los días y las noches parecían eternos mientras recorría todos esos kilómetros. Buscaba pistas, rastreaba huellas, necesitaba hallarlo.

El heredero de la  rama secundaria del clan Hyuga, por su parte, afrontaba hastiado sus responsabilidades, intentando dentro de lo posible deshacerse de ellas de manera rápida para volver a aquella aldea dónde Tenten había quedado. Las preguntas invasivas le generaban ansiedad, puesto que no quería ni debía hablar sobre la razón por la cuál su compañera había emprendido aquel viaje, pero su familia era bastante insistente.

Al final, decidió responder en voz alta, frente a la mesa de sus mayores, que no les incumbía, que su mujer no era asunto de ellos. Los ojos de los ancianos se abrieron de sobremanera frente aquella gran falta de respeto. Neji nunca se salía de los protocolos tradicionales, nunca era imprudente o irrespetuoso. Antes de que uno de los más conservadores lo reprendiera, Hiashi se  puso de pie y miró a su sobrino a los ojos.

-Es importante al parecer...-

Todos quedaron estupefactos, incluso el joven.

-Señor...-

-Ve con ella, si es importante puedo perdonarte en esta ocasión.- 

Nadie se atrevió a  acotar nada más. El chico no pudo evitar ponerse de pie abruptamente y hacer una reverencia violenta. 

-Muchísimas gracias.-

-Tan solo cuídala.- Fue la respuesta de su tío antes de que se marchara.

La castaña descansaba los ojos, o eso intentaba creer puesto que sin notarlo, terminó por quedarse dormida dentro de esa pequeña cueva que le servía de refugio para la lluvia. Hacía frío, había mucho viento. Además, el aguacero no le permitió escuchar cuando alguien se acercó.

Un dolor punzante la hizo  reaccionar, una mano en su cuello le quitó el aire, paralizó  su corazón por un momento ínfimo.

Esos malditos ojos, tan azules  como los recordaba. Esas cejas fruncidas y esa sonrisa burlona. Las ganas de  vomitar fueron interrumpidas por aquella  mano que seguía apretando su garganta. Casi como un reflejo, invocó un kunai desde el sello que tenía tatuado en su antebrazo. Sin pensarlo ni medio segundo lo enterro  en el hombro de aquel hombre fornido, robándole al mismo un gruñido de dolor.

-Maldita, te encontré.- Murmuró presionando la zona sangrante con su mano izquierda. El  desprecio en su mirada parecía crecer. -Al parecer la bastarda mató a mi bebé, y eso me enoja mucho.-

Tenten se incorporó temblorosa pero con la mirada más segura que tenía. El viento arrastraba las gotitas de lluvia dentro de aquel hueco en la piedra de la sierra. Lo oscuro de la noche tampoco ayudaba a tener una buena visión y por un momento deseó que Neji estuviera allí con sus maravillosos ojos capaces de verlo todo. Pero estaba sola, así lo había decidido. Tomó el pergamino que tenía colgado a un lado de sus caderas y lo abrió con rapidez. Mordió su dedo pulgar, con su sangre pintó el papel, aquellos símbolos que tan bien conocía e invocó  un  gran rollo de tela, dispuesta a sellar las habilidades innatas de su contrincante, junto con su cuerpo.

Kimakure Amma no se dejaría atrapar tan facilmente, mucho menos por aquella mocosa sucia. De un momento a otro había desenvainado una espada y formado una mueca extraña en su rostro. Era aterrador por dónde se lo mirara. Ese cuerpo exageradamente musculoso, esa sonrisa despiadada le helaron la sangre, pero apretó los dientes intentando mantener la calma.

Tenten se vio obligada a sostener con un brazo aquel rollo enorme de tela, y con el otro, invocar una espada para defenderse. El choque brusco de los metales no se hizo esperar y la batalla comenzó. 

Las habilidades  de la chica a la hora de manipular armas le daban una mínima ventaja, pero sabía que el mayor apenas estaba comenzando y que si se dispusiera a hacer uso de sus jutsus de control mental, probablemente estaría en problemas.

-Así que  no eres tan inútil... La gente de la hoja te crió bien después de todo.- Comentó entretenido y ella solo frunció el ceño bloqueando una vez más un ataque brutal. La fuerza de ese hombre era mucho mayor a la que ella poseía y ahora comenzaba a sentirlo en cada embestida de la espada, que cada vez parecía más complicada de alejar de su cuerpo. 

Sus ojos  parecían batallar en la oscuridad, azul profundo, chocolate oscuro, enfrentados, llenos de odio. Las mejillas de Tenten ardían de agitación, su corazón latía fuerte. 

De un golpe de puño, él la lanzó contra el fondo de aquella cueva, haciendo que su cuerpo impactara contra  la pared de piedra. La espada cayó al  suelo, el tipo sonrió.

-De todas formas sigues siendo una bastarda debilucha.-  Se acercó con una sonrisa siniestra y con su mano  derecha hizo un sello. El  dolor se apoderó de la chica haciéndola chillar. 

-¿Cómo que se fue?- Sus ojos violáceos estaban abiertos de par en par. Sentía que el aire no le alcanzaba. Chiasa se lo dijo así como si nada. Que Tenten ya estaba lista, que quería ir sola, que podía vencer. Sin poder despedirse de la mujer, comenzó a correr sin tardar en activar su byakugan, desesperado por encontrar alguna pista que lo guiara a la mujer que amaba  y a la que quería proteger  de todo  a  cualquier precio. 

(Nota de autora: Antes lo dije y pienso cumplirlo, no pienso dejar mis fanfics inconclusos. Gracias por la paciencia y por acompañar esta historia que ya está llegando a su final. Saludos!)

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