Marca

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- Lo siento - el alfa trataba de calmar al cenizo, este derramaba lágrimas, pero no sollozaba.

- Marcame - habló claro y decidido - Por favor hazlo.

- Katsuki, estas consciente de lo que estás pidiendo? - se incorporó y miro directamente a los ojos del contrario.

- Quiero que me reclames como tuyo - sonrió - Estoy seguro de esto.

Sin dejar que el mayor contestara subió a su regazo y con bruscos movimientos restregaba su húmedo agujero en la creciente ereccion del contrario.

No era el calor del momento, en realidad quería eso, el ojicarmin había pasado noches de desvelo pensando en como afrontaria sus sentimientos, ahora tenía la respuesta.

Hábilmente recorría con sus largos y delgados dedos el cuerpo del omega, a pesar de que se encontraba en celo no perdía los estribos, quería controlarse, lo último que quería era lastimar a su pareja.

Las feromonas llenaron la habitación mezclado el aroma del alfa y del omega, creando así una fragancia dulce pero adictiva para ambos.

Con su caliente lengua dejaba rastros húmedos por la pálida piel del más joven, con sus dientes marcaba cada espacio, dejando así una advertencia a cualquiera que quisiera acercase.

Lentamente el heterocromatico volteó el cuerpo de su pareja, miró con detenimiento el cuerpo del omega y paseó sus manos por sus redondos glúteos, rozando su erecto miembro en la rosada entrada mientras lamia con ansias la nuca del menor.

- Así no - girando el cuello para poder verlo a los ojos, el ojirubi reclamó - No me gusta esta posición - mencionó con miedo.

- Claro - el mayor sonrió con ternura y de nueva cuenta acomodó el cuerpo de su amado bajo suyo, mirándose frente a frente.

- Te amo - susurraba al oído del ojicarmin - Solo concéntrate en mi, no te haré daño, así que solo piensa en mi, mírame a mi, ámame a mi, Katsuki.

El nombrado se estremecía ante la excitada voz de su pareja.

- Lo voy a meter - el heterocromatico avisó, esperó a que el bajo asintiera para proseguir con su acción.

Con delicadeza y lentitud centro su sexo en la anillada entrada de su amado, que ya se encontraba dilatada y lubricada naturalmente por la reacción del omega ante un alfa en celo.

Con ritmos marcados el medio albino seguía en vaivén contra el interior del rubio, los obscenos sonidos resonaban entre las cuatro paredes provocando mayor euforia en ambos jóvenes.

Cuando la pareja sintió llegar a su límite el omega posicionó su cuerpo de manera perfecta para ser mordido, el alfa no perdió su oportunidad.

Un fuerte quejido de escuchó en aquel momento, cuatro largos caninos se abrían camino en la suave piel del cenizo, el líquido rojo y caliente no tardó en salir de aquella singular herida, como si quisiera curarla, el bicolor lamia con insistencia la salgre que brotaba del la zona mientras seguía empujando dentro de su pareja.

Antes de que fuera demasiado tarde el alfa sacaba su miembro, el usar el protección era algo que habían ignorado.

- Tengamos un hijo - mencionó el menor entre quejidos y jadeos - Tengamos una familia, juntos.

La poca cordura que yacía en el alfa se esfumó, con brusquedad tomó el cuerpo del omega entre sus brazos y lo abrazó, terminando dentro de él sentía con un nudo se formaba en la cavidad el ojirubi.

- Te amo Katsuki.

- Y yo a ti.

Tal como la biología de ambos reclamaba el nudo no desaparecería hasta que la semilla del alfa fuera liberada completamente, asegurando así la fecundación del omega.

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