Sentir

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Entrando al quinto mes ya estaba más que preparado para el nacimiento.

Tenían una gran cita agenda desde una semana antes y una después del supuesto día del parto. Eijirou y Mina no pararon de comprar ropa y accesorios para bebé que fueran "acorde" a la pequeña.

Porque ambos estaban más que seguros que sería igual de ruda que su padre, agregándole la personalidad misteriosa del bicolor, sería de temer.

Algo que ahora odiaba Katsuki, eran sus pectorales. Antes eran musculo y no eran tan grandes.

Pero ahora era todo lo contario, fácilmente habían crecido dos tallas, ignorando el hecho de que estaban jodidamente sensibles.

Katsuki Bakugo

Tener a Shoto pegado a mi, todo el maldito día, no siempre era bueno.

No me dejaba respirar, ni siquiera podía ir al puto baño yo solo sin que me siguiera con la absurda escusa de que me podía caer y lastimar, joder, no soy tan estúpido.

— Qué te parece este? — me mostraba diferentes colores, había comprado algunas cubetas de pintura, por no decir demasiadas.

— Me gusta ese — dije señalando la pintura azul.

— Entonces será éste — tomó la brocha y la sumergió completamente en la pintura, idiota.

— Acaso nunca has pintado en tu miserable vida?

— No.

— Dame eso — le arrebate la brocha y enseñé como se hacía — Trae una franela.

Asintió y salió del cuarto.

Arreglar el cuarto de nuestra cachorra no era nada fácil, de tan solo pensar en pintar completamente todo el cuarto, traer la horrible cuna que hizo Eijirou, era un dolor de culo.

Cuando levanté mis brazos para llegar más arriba de la pared pude sentir algo, una pequeña patadita en mi vientre, se estaba moviendo!

— Shoto! Ven!

Cualquier cosa que tenia en sus manos cayó, pude escuchar como chocaron en el piso.

— Qué pasa? Estas bien? — exaltado revisó todo mi cuerpo.

— Tranquilizate — susurre, puse sus manos sobre mi vientre y esperamos.

Lo único que se escuchaba eran nuestras respiraciones entre cortadas, mirábamos mi estomago con cautela, ahí estaba, otro movimiento.

— Llamaré al doctor! — Chilló casi en mi oído.

— Por qué mierda vas a hacer eso?

— Eso está bien? Tiene que moverse tan temprano? Y si esta mal? Qué pasa si tiene problemas ahí dentro?

— Calmate!

— Lo siento.

Volvió a acercarse, volvió a poner sus manos sobre mi y respiro profundo.

— Lo siento, es solo que me has asustado — sabía que no se dirigía a mi — Podrías moverte de nuevo?

— Seguro lo hará, ya puede reconocer nuestras voces.

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