Cap. 2 Divinidad

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Cuando eran apenas unos adolescentes, Hoseok, Taehyung y Jimin escaparon a hurtadillas de los mayores. Fue durante las vacaciones de invierno hacía unos diez años, pero aún pueden rememorar el helado viento que soplaba desde el sur hacia el norte, haciéndolos temblar y crujir los dientes; recuerdan el ruido de las personas hablando en un idioma distinto al suyo cuando pasaban cerca de negocios, y los letreros luminosos por todos lados. Caminaron por horas solos, sin adultos aburridos o reglas estrictas, y eso los hizo tan felices que no osaban quejarse ni siquiera del cansancio de sus pies. Se habían ido de viaje a Japón y los padres de Jimin y Hoseok que en el momento de su escape estaban ocupados en el restaurante del hotel seguían allí; los chicos se aprovecharon de ello para salir a recorrer algún parque o estación cercana, querían disfrutar de un helado o de aquellas cabinas de fotos instantáneas y tal vez visitar algún centro comercial, pero todo salió mal. Terminaron perdidos y en la estación de policía siendo castigados por los mayores; pero por muy desalentador el panorama, habían ganado una cosa importante que les faltaba a los tres: amistad.

 Ese fue el momento en el que Jimin aceptó a su hermanastro como parte de su familia y lo dejó entrar en su corazón, por añadidura, también ese día TaeHyung dejó de ser el más miedoso de sus amigos y se divirtieron como quizá no lo volverán a hacer; jamás olvidarán ese día, lo recordarían por siempre, y Jimin lo revive justo en el momento en el que se bajan del taxi y pisan el suelo de china, los tres juntos, con pequeñas maletas de mano, mente ansiosa y estómagos ruidosos ¿qué podrá suceder? Se ubican en Shandong, una provincia china cerca del mar y las montañas. Allí es donde se encuentra el monte Thai, sitio donde se antela, hallarán el tesoro que buscan. 

Es como el medio día, entonces deciden comer bien, porque no saben qué tanto tardarán en llegar. Se aseguran de llevar suficiente agua y comida empaquetada, y emprenden su camino con Tae como guía y los otros dos a la vanguardia de cualquier animal. Luego de alrededor de tres horas, siguen caminando. Pasan cerca de pequeños lagos con estatuas de Buda atestadas de musgo y barro, algunas sirven como guía y otras los confunden. Todo al rededor da la impresión de estarmás denso, frío, húmedo de lo que está, lo que es tenebroso incluso para ellos que se acompañan entre sí. Pueden ver la montaña como si estuviera cerca, pero en realidad está lejos, tanto que escasamente han recorrido la mitad del camino y están bastante perdidos, ya que en cierto punto el mapa deja de tener sentido para su corta comprensión.

Es cuando la luz del día comienza a ser vencida por el atardecer que optan por descasar en un sitio con troncos derrumbados en el suelo y grandes rocas similares a huevos de avestruz. Frustrados y muy callados, descargan su equipaje en el suelo y se ponen a pensar.—¿Sabes qué? dame eso—Jimin arrebata el mapa de las manos de Taehyung y lo analiza detalladamente durante minutos. Quiere no prestarle atención a la creciente oleada de frustración y decepción que está comenzando a sentir y hace que tenga escozor en sus ojos, pero sus amigos no lo pueden ignorar, así que se sientan más cerca y buscan juntos pistas o información que los ayude a ubicarse; sin embargo, tras unos veinte minutos de buscar no hallan nada importante. 

Aún con el mapa en sus manos, el rubio comienza a llorar sintiéndose pésimo. Había estado en lo correcto cuando una parte de sí mismo le susurró que no debía ilusionarse, pero fue imposible, ahora se arrepiente de haber sido ingenuo y demasiado crédulo. Sus compañeros de viaje también se sienten mal y guardan silencio con la cabeza gacha, luego de un instante, el único en darse cuenta de un pequeño detalle que cambiará el rumbo de las cosas fue el mayor.

—¿Chicos?—los llama Hoseok a ambos señalando el mapa con gran euforia. Todos miran el viejo papel que comienza a iluminarse en los lugares donde cayeron las lágrimas de Jimin; luego estas, comienzan a moverse como un rio iluminado formando un camino desde donde ellos están en el mapa hasta un punto que antes no vieron, es el dibujo de un rayo azul. Se miran entre sí, y no tienen que mediar palabras para levantarse y seguir, dejándose guíar por las mágicas líneas que van apareciendo en el mapa a medida que avanzan.

El dios del placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora