Cap. 3 Dios del placer, de la lujuria y del deseo sexual .

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En la segunda luna de júpiter, los dioses crearon una prisión especial durante la época de bronce de la humanidad. La crearon para un dios y héroe que había causado muchos problemas; este, era conocido como Jungkook entre los humanos, y no existía un ser que se le resistiera, pues era el dios del placer y el mejor guerrero de Ares. Su padre decidió encerrarlo muy lejos del mundo humano, en esa prisión solitaria y oscura donde cada día le son enviados dioses y humanos para que los complazca por una noche inolvidable. Fue marcado hace milenios como un dios maldito, como un mito dentro de los mismos dioses, como un ser divino sin mesura. Lo llamaron tantas veces de esa forma que lo creyó, se convenció hace siglos que si está loco, que vivirá por toda la eternidad redimiendose por su falta de cordura y su exilio no tendrá fin.

—¿Qué quieres Ulises?—Jungkook está de pie frente al único ventanal que tiene su calabozo. Desde allí puede ver las nebulosas, los cometas, los asteroides y los otros planetas. El nombre real de Jungkook es Hímero, hijo de afrodita y Cratos, dios del placer, de la lujuria y el deseo sexual. En el calabozo al que fue sentenciado, debe conservar su forma humana, pues su linaje de dios le fue arrebatado por Némesis cuando fue despojado del olimpo al intentar matar a Zeus, así que ahora luce como un joven en sus veinte. Su cabello es negro, abundante y rizado; sus ojos son azules exactamente iguales a los de Zeus; su piel es blanquecina casi la punto de traslucirse, está llena de marcas marrones en sus brazos, semejantes a tatuajes, y viste únicamente un quitón color perla hasta más arriba de las rodillas y un  par de sandalias de cuero.

Ulises aparece allí en forma de espíritu para cumplir su misión y se hace notar con las cadenas que arrastra aun en este plano — ¿No le gustaría volver a la tierra unos meses? Debe odiar este lugar—asegura mirando a su alrededor con menosprecio, ya que él también tiene su propia prisión.

—No molestes y regresa a tu caja.—ordena Jungkook con impaciencia —No hay manera en que yo salga de aquí y lo sabes muy bien —Lo único de víveres en ese lugar es una estantería con barricas de vino, vasijas y cantimploras. El dios se dirige al rincón donde se ubican sus preciados vinos añejos y llena una vasija para beber lentamente oxigenando cada sorbo. Deja que el líquido invada sus papilas y degusta con fervor las notas dulces y aromáticas.

—¿Quiere comprobarlo? —Le reta Ulises. Jungkook sonríe con arrogancia y fija su mirada en el espíritu del genio para analizar su expresión, como siempre solo hay una sonrisa burlona en el rostro del humano y ojos llenos de maldad. Aun sin su linaje de dios, el poder corre en su sangre, por eso solo al levantar un dedo de la mano, Jungkook hace que su único acompañante caiga de rodillas ante él.

—Se te olvida que no eres más que un humano —Reprocha con severidad en la voz, pero Ulises sigue extendiendo su sonrisa—No sé qué tramas, pero no podrás ocultarlo de mí ¿si recuerdas quién soy?

—Lo sé, lo sé.—Le lleva la idea— Sé que al gran dios del placer nadie le dice que no... Por eso mismo usted es el indicado. Pero ya que no me cree, obsérvelo por usted mismo—Ulises abre bien sus ojos y se acerca aún de rodillas dejando que el dios vea en ellos a un humano que ruega por amor con una tristeza que se siente a flor de piel. En su revisión, oye el llamado del corazón del chico, que ruega por el verdadero amor y la pasión con vehemencia. Su súplica es conmovedora y el chico es hermoso, pero no logra convencerlo.

—Soy el dios de la lujuria, del deseo sexual. No existo para dar amor.—Espeta molesto—No puedo hacer nada por ti... Ni por él.

—Oh mi señor, sí que puede—El genio se levanta y se acerca a Jungkook —Su corazón también ruega por pasión y usted se la puede brindar. Aión profetizó que cuando este ser humano halle la pasión, hallará luego el amor. Para conocer otros caminos debe ser de esta manera... Piénselo, usted saldría de este infierno como en vacaciones, el chico luego hallaría el amor y yo por fin terminaré con mi castigo. Todo lo que tiene que hacer es complacerlo por tres meses y disfrutarlo ¿Qué dice?

El dios del placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora