Tranquilidad, significa caos.

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El palacio de Lucifer, todo era lamentos, gritos desgarradores, flagelaciones, pecadores siendo calcinados, y él, sentado en su trono jugando con las flamas sobre sus dedos, lanzándolas contras los nuevos, aquellos que debían pagar sus mala acciones ante su presencia, como base esencial para su estadía permanente, su amplia sonrisa, esa mueca maligna, al ver sufrir a los desdichados era única aquí en el infierno y en el cielo, ¿cómo es que alguna vez fue el favorito de Yahveh?, seguía siendo un enigma, pero compartía su dicha a castigar a los demás.

Los guardias me escoltaban, minotauros llevando armaduras rojas, con lanzas hechas de la más fina roca del inframundo, que serían capaces de asesinar a ángeles, yo era diferente, así que no me importaba, cuando llegamos ante su majestuosa presencia, me miró sin borrar su feliz gesto, a él le gustaba la única ala que yo llevaba en mi espalda, sé que sabía sobre eso, pero jamás me lo diría.

-Bienvenida Kieran—su voz era un contraste a su personalidad, tan suave y apacible—sé a lo que has venido, ¿estás molesta conmigo?-

-Honestamente no esperaba que cumplieras con tu parte, después de todo eres un traidor por naturaleza—vi como cambió su expresión, mientras yo jugaba con los cabellos de una joven recién llegada al infierno—solo que creía que mantendrías tu palabras los siglos acordados, sin embargo, de un día a otro, decides tentar a un hombre con alma pura, solo para obtenerla y así ser capaz de usar la espada, que aunque está en tu reino no puedes sostener o los dioses te arrebatarían parte de tu reino—me alejé de la chica mirándolo a sus filosos ojos— he ahí el problema, Lucifer, has usado mi nombre para tu patético objetivo, molesta, es decir poco-

-La heredera de los EL no es para ti Kieran—decía con seriedad—Rao no crea humanos de su linaje, para que terminen con un ser como tú o como yo, deberías olvidarte de esa niña y unirte a mí-

-Así que de eso se trata—me reí materializando una silla donde me senté cruzando mis piernas—Samantha y yo nos decimos obsesivas pero tú, mi querido rey de las tinieblas, nos superas—ladee la cabeza—quieres que me someta a ti, que me vuelva tu esposa, necesitas mi poder, ya que siendo un ser ajeno a los reinos, no podrías controlarme, por lo que has actuado de forma imprudente, sabes que no tengo nada en contra de tus actos, los admiro, no obstante, jamás me tendrás como esclava en este lugar, Samantha no tiene opción porque es hija tuya, pero yo, no, así que espero, sepas deslindar las emociones que te niegas a aceptar de lo que es ajeno a ti-

-Es verdad que siempre he actuado de esta manera—se mantenía serio—y es cierto que te quiero para mí Kieran, y si supieras la razón tal vez me comprenderías-

-Sé que nunca me la dirás—suspiro—por la relación que hemos tenido, y los tratos que hemos pactado, te pido que no intervengas, deja en paz al heredero de los Or, porque sé que no serás tú quien lo orille a obtener esa espada-

-Así que viste a través de la visión de EL—sonríe—sabes el futuro que te espera y aun así, quieres permanecer a su lado-

-Alguna vez conociste este sentimiento Lucifer, el amor, es más grande, sé que sientes eso por tu única hija, que la razón por la que permitiste que naciera fue para obtener algo de lo que tu padre tiene cada segundo de su omnipresencia—me puse de pie—si llego a morir, recuerda que nuestro trato debe cumplirse y así Samantha nunca se enterará que fuiste tú quien creo a Endora, e hiciste un convenio con Rao para que le diera esa luz que lleva su alma, no me obligues a cometer una imprudencia como tú-

-De acuerdo—se acerca a mí tocando mi rostro—espero que esa visión no se cumpla, llegar hasta ese punto, no será nada gratificante-

-Hasta pronto, su majestad-

Hago una reverencia, siendo guiada por los guardias hasta la entrada el inframundo, miro en aquella colina, la espada perteneciente a los Or, emitir un brillo, en realidad Mon me agrada, ahora que ha mostrado ser un caballero, no me parece adecuado, que sus dioses lo orillen a cometer un acto que lo condenará a la demencia, perdiendo a un ser humano único en el mundo como Kara, a veces el infierno, no es el que alberga la maldad.

Si no es conmigo con nadie vas a estarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora