El demonio es luz y El sol es oscuridad

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Un día había pasado desde mi estadía en este lugar, un castillo perteneciente a la hija del arcángel caído Lucifer, retenida por una mujer que dice conocerme y amarme pero que me retiene encadenada a la cama, no podía confiar en ella, podía ser un hábil demonio, soy la única hija de EL, está claro que quiere algo de mí, ¿oh será acaso aquel demonio que maldijo a mi familia?, sí, debe ser eso. No hay explicación coherente para esa mirada deseosa y poca pulcra que me da. Hace una hora que no aparece, se ha rendido a que acepte sus alimentos, solo dice come, no explica más, y cuando me niego su rostro se torna rojo por el enojo, no le gusta que la desprecie, pero me resulta chocante todo esto, y prefiero morir a tener aceptar algo de ella o del infierno.

Una mujer mayor entra a la alcoba, tenía las típicas vestimentas de servidumbres del siglo XV, ¿acaso la princesa no sabe en qué época estamos?, lo dudo a decir verdad, siempre han vivido así, quiero creerlo. La mujer limpia la alcoba dejándome un vaso de agua cambiando el que no he bebido, me da un cálida sonrisa, ¿por qué actúa así?, suspiro, cerrando los ojos, bloqueando todos los ruidos blancos a mi alrededor, pero siempre mi oído me traiciona llevándome hasta el palpitar de esa mujer, que hasta hace un día me gustó besar creyendo que solo era mi profesora, estaba claro que jugaba con las mentes humanas.

-Señorita—abro los ojos viendo a la sirvienta.

-¿Qué sucede?-

-Lady Kieran ha ordenado cambiar sus ropajes-

-Dile a Lady Kieran que no hace falta—mi enfado la asusta.

-Como diga-

Hace una reverencia saliendo de la alcoba, lo que me faltaba ser tratada de esta manera cuando estoy sujeta por magia infernal, ¿qué clase de broma cruel maneja ese demonio?. Veinte segundos después ella entró, llevando ropa del mismo siglo que la sirvienta, ¿se quedaron en la antigua Gran Bretaña acaso?, Rao.

-Greta ha dicho que te niegas al cambio de ropa—hablaba sin mirarme buscando un libro en el estante.

-¿Acaso te molesta mi hedor Lady Kieran?—menciono con burla.

-Nada de eso—toma un libro de pasta negra—lo creí necesario, comodidad más que nada—se sienta en la silla de terciopelo frente a la cama con las piernas acomodadas una encima de la otra.

-Vaya, no creí que te importara mi apariencia junto a las cadenas—dije con sarcasmo y ella simplemente sonrió.

-Necesitas una lección de modales señorita—me mira unos segundos para volver a su lectura— Greta es la más fiel servidumbre de Samantha, fuiste descortés con alguien que se tomó la libertad de preguntarte tu opinión-

Ella tenía razón, este comportamiento inadecuado no era mi estilo, creo que lo hago para no verme vulnerable con ella, me irrita demasiado que quiera tener el control, además de que me era increíblemente atractiva, odiaba sentir todo esto por ella, más cuando se comporta así, tan indiferente, ¿por qué me importa tanto?, ¡ah!, ¡la odio!

Toc-Toc

-¿Quién?—pregunta sacándome de mis pensamientos.

-Ariel—un joven de piel más pálida, de cabello y ojos rojos asoma la cabeza.

-¿Qué ocurre?—cierra el libro.

-Su alteza desea verla, My Lady-

-De acuerdo-

Si no es conmigo con nadie vas a estarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora